sábado, 24 de febrero de 2024

EN LA ARGENTINA LAS FUERZAS DEL CIELO ESTÁN SITIADAS

 


 

Rubén Rojas Breu

 

LAS FUERZAS DEL CIELO ESTÁN SITIADAS

 

Milei y sus fuerzas del cielo están sitiados, están contra las cuerdas.

 

Se ha instalado un clima belicoso que amenaza con incrementarse al punto de que el gobierno libertario tambalea y no tiene de dónde agarrarse.

 

El gobierno absolutista está sitiado y no tiene una Judith.

 

Judith fue una joven heroína hebrea que enfrentó al ejército asirio comandado por Holofernes, en Betulia, en el siglo VI AC.

 

Judith sedujo a Holofernes y lo decapitó cuando éste quedó profundamente dormido, borracho.

Cuando la heroica piba mostró la cabeza sangrante al ejército asirio sus tropas se espantaron, retirándose, precipitadamente, derrotadas.

 

Acá en rigor, las cosas son al revés, ya que Holofernes está representado por Milei y es Milei el sitiado, un minúsculo caudillo que no tiene ninguna Judith a mano.

 

Un dato vital para la comparación: Holofernes fue comandante militar de una potencia de su época; Milei es el cabecilla de una horda que está llevando a la Argentina a una destrucción irreversible.

 

El levantamiento generalizado contra Milei es el intento desesperado, comprensible y legítimo para evitar las ruinas.

 

Como vengo afirmando Milei es la consecuencia indeseable de una Argentina que sufrió una dictadura terrorista de estado que dejó su herencia; los sucesivos gobiernos civiles, todos, no produjeron la transformación que nos saque del atraso y nos ponga en la senda del desarrollo, la transformación que asegure la soberanía plena y la justicia social y la justicia en todas las áreas.

 

La incapacidad, así como las políticas antinacionales y antipopulares de los gobiernos desde 1983 hasta acá, fue generando fragmentación social, caída de la cultura política, obsolescencia de las organizaciones políticas y sectoriales y el conjunto de las calamidades que padecemos.

 

Ese estado de cosas generó desorganización social.

En paralelo, Milei muestra desorganización psíquica o mental.

 

Su desorganización mental empalma con la desorganización social, una refuerza a la otra, ambas “desorganizaciones” se entrelazan, se retroalimentan y ofrecen suelo fértil para que devenga la horda que encaramó al libertario.

 

Para imponer un plan de desguace y de ajuste brutal, la desorganización social es imprescindible y para las grandes corporaciones la desorganización mental es el instrumento alocado que se anima a aplicar tamaña injusticia, ya que nadie, por muy de derecha que sea, que goce de sano juicio, emprendería de un día para el otro, reformas inspiradas en semejante barbarie.

 

Milei, como típico representante de horda, se maneja como un incivil que desconoce la Política y que, pese a lo que se difunda, en su profesión, Economía, es muy simplote, precario, con una formación deficiente.

 

Se asoció para la gestión con servidores de los intereses de las grandes corporaciones globales y locales y con funcionarios incompetentes, necios y hasta brutales en los modos, en las ideas y en las acciones.

 

Esa desorganización mental la controla por medio de una relación abiertamente simbiótica, de total pegoteo, con la hermana y sus canes sumando su adhesión a creencias en lo sobrenatural.

 

Para ser claro: Milei vive y actúa en el límite de la descompensación. 

Su absolutismo y sus certezas absurdas le sirven para evitar descompensarse.

 

La realidad grita y lo saca de las casillas, la realidad lo debilita, la realidad lo pone entre la espada y la pared: la espada son los reclamos generalizados en todos los frentes y la pared es su obstinación y su torpeza en las que cuenta con la complicidad de inútiles y patoteros y, lo que lo obsesiona, los números, no cierran pese a sus decisiones propias de un anacrónico cesarismo.

 

A partir del mediodía de este pasado viernes 23 de febrero, Milei afronta un desafío muy difícil de superar: sostenerse.

 

Tal como vaticiné, hizo eclosión la conjunción explosión social con implosión en el seno de propio gobierno y sus aliados.

Milei, la horda y sus funcionarios no saben cómo enfrentar la mezcla de explosión con implosión.

 

Para sostenerse, depende de la complacencia de quienes hoy lo pusieron contra las cuerdas; pero esa complacencia tiene las patas cortas.

 

Dada esta coyuntura, para el Pueblo argentino, en su lucha inclaudicable, se abre una nueva etapa.

 

Esta nueva etapa consiste en pasar de la resistencia a la ofensiva, pacífica y en el marco de la Constitución, de las leyes y de las instituciones, aunque éstas sean tan poco confiables.

 

La movilización popular es la clave y sus efectos son mucho más determinantes que las ligas de gobernadores o las movidas de las dirigencias de la oposición.

 

Lamentablemente, como vengo señalando hasta aburrir, el Pueblo no cuenta con conducción política.

 

Esa conducción política hay que construirla ya, sin demoras, sin titubeos, sin dejarse llevar por los intereses mezquinos de las facciones.

 

Muy importante es que el Pueblo confíe en sus fuerzas que son “las fuerzas del Pueblo”, evite esa enfermedad autoinmune que es el derrotismo y que haga oídos sordos a consultoras, encuestas y análisis de expertos que ya fracasaron, una vez más.

 

 

Una precaución a tener muy en cuenta: no vale cambiar un mesianismo que se agota por uno flamante.

 

La clave es que el Pueblo argentino confíe en sí mismo; le sobran méritos para hacerlo y lo respalda su historia, una historia de luchas y conquistas populares que es un ejemplo para todo el planeta.

 

Rubén Rojas Breu

Buenos Aires, febrero 24 de 2024

 

 

 

 


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