lunes, 26 de febrero de 2024

MILEI, LA MOTOSIERRA SIN CABEZA

 


 

Rubén Rojas Breu

 

LA MOTOSIERRA SIN CABEZA

 

Esteban Echeverría apodó al general Juan Lavalle “la espada sin cabeza”.

 

Lavalle era considerado por San Martín único por su coraje, coraje demostrado en nuestra guerra por la independencia combatiendo contra el ejército monárquico español.

 

Por otra parte, Lavalle cegado por la influencia de figurones de la “casta” de su época, comete errores gravísimos en nuestras guerras civiles del siglo XIX.

 

El acto más deplorable fue el del fusilamiento de Dorrego, también héroe de nuestra independencia y el gran líder que encabezaba el movimiento popular.

Ríos de tinta corren desde hace casi dos siglos expresando que ese fusilamiento alteró, para mal, la historia de la Argentina.

 

Los doctores que le calentaron la cabeza a Lavalle terminan volviéndosele en contra y reprochándole que decide solo y mal, que decidía sin escuchar opiniones y recomendaciones.

 

Inspirado en lo que acabo de exponer se me ocurre que a Milei le cabe el mote de “la motosierra sin cabeza”.

 

Dejo en claro que Lavalle combatió por nuestra independencia, que su patriotismo era indiscutible y que su valentía era excepcional, como destacó San Martín, a cuyas órdenes combatió.

 

Milei responde a intereses antinacionales y abiertamente antipopulares, vende como audacia lo que, en rigor, es desatino mayúsculo y solamente se anima contra las mayorías hambreadas y vulnerables alentado por su horda y las grandes corporaciones.

Milei ejecuta sin pensar, Milei y quienes lo acompañan y apoyan pasan de su impulso a la acción sin detenerse en la reflexión, sin atender a llamados de atención, sin considerar las circunstancias.

 

Así planteadas las cosas, lo único en común entre Lavalle y Milei es la condición “sin cabeza”.

 

Lavalle usó la espada tangible contra el ejército realista español con el fin de liberarnos mientras que Milei usa su imaginaria motosierra para despojar a la Argentina de sí misma y para reducirnos a la esclavitud.

 

Milei es caudillo de una horda movida por el resentimiento y el gusto por lo bestial, ejecuta o “fusila” sin pensar ni escuchar, se lleva todo por delante con el fin de aplicar un programa que combina principios dogmáticos obsoletos con una visión esquemática, simplista y elemental.

 

Milei disocia, aísla, secciona, amputa la macroeconomía escindiéndola de la sociedad e ignorando la complejidad propia de la Argentina.

 

Recorta una parte en desmedro del todo: usa la motosierra para cortar la rama que lo obsesiona sin considerar dónde va a caer, tala el árbol sin tener en cuenta el bosque.

 

El primer uso de su motosierra es el de recortar lo que entiende por macroeconomía, desechando todas las demás áreas de lo social.

Al hacerlo, a cada paso que da se encuentra con consecuencias que no prevé, moviéndose como orangután con navaja: dicta unilateralmente medidas que redundan en efectos indeseados al punto de que lleva adelante un ajuste que afecta a la recaudación de impuestos, además de generar hambruna.

 

Cuando las funestas consecuencias le estallan en la cara, responde con prepotencia considerándolas indicadores de su éxito: niñas, niños, adolescentes, jubiladas y jubilados arrojados a la pobreza son para él y los suyos una demostración de que está haciendo todo muy bien.

 

Tan obstinado se muestra que ni siquiera escucha a su patrocinante, el FMI, ni a gran parte de sus apoyos de las grandes corporaciones que le empiezan a pedir clemencia.

 

Cuanto más ajusta menos recauda el Estado nacional, cuanto más libera precios y tarifas, más recesión genera y así con todo lo demás.

 

 

No tiene idea de qué es la cultura ni, mucho menos, de cómo conducirse en política y de cómo gobernar.

Su motosierra terminó mutando a guillotina, buscando decapitar a las provincias.

 

El pueblo, así como gobernadores, intendentes y las dirigencias políticas, sindicales, religiosas y sociales en general se lanzaron a desactivar ya a esta motosierra metamorfoseada en guillotina.

 

Si Milei conociera algo de Historia, sabría que la guillotina terminó decapitando a su inventor y a quienes la usaron durante el Régimen de Terror en la Francia de finales del siglo XVIII.

 

La motosierra sin cabeza ya se quedó sin combustible o sin batería y sin operadores ni usuarios.

NO HAY GESTIÓN MUTILADORA DE TODO QUE DURE CIEN DÍAS.

Debería saber Milei que Lavalle murió en patética soledad, y con la totalidad de sus anteriores aliados y seguidores convertidos en implacables enemigos.

 

El Pueblo argentino clama por una cabeza, es decir, por la conducción política y por la organización política que, a la mayor brevedad, se hagan cargo de nuestro destino como nación y como sociedad.

 

Rubén Rojas Breu

Buenos Aires, febrero 26 de 2024

 

 

 

 


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