viernes, 3 de diciembre de 2021

¿QUÉ LES PASA CON PERÓN?

 

 

 

Rubén Rojas Breu

 

¿QUÉ LES PASA CON PERÓN?

 

Perón gobernó efectivamente la Argentina entre 1946 y 1955. Tres años antes había comenzado su acción auténticamente revolucionaria de gobierno como secretario de Trabajo y Previsión impulsando y plasmando medidas en favor de los trabajadores.

Luego del sanguinario golpe de estado de 1955 que encaramó a los dictadores cívico militares, se exilió. Estuvo refugiado en el exterior durante 17 años y retornó definitivamente a la Argentina en 1973, en una Argentina convulsionada, viviendo la efervescencia revolucionaria que incluyó gestas notables, entre ellas el Rosariazo, el Cordobazo y el Correntinazo.

Perón murió en 1974: pasaron, entonces, 48 años de su fallecimiento.

Se podría decir que es tiempo suficiente como para haberse olvidado de él y, sobre todo, para considerarlo una figura histórica que merezca toda la atención.

Sin embargo, sigue dando que hablar, y como si estuviera vivo, como si estuviera activo, como si estuviera a cargo de la conducción política de la Argentina.

Por eso el título en modo pregunta: ¿qué les pasa con Perón?

Hace unos meses un ex presidente español, de derecha, reaccionario y fracasado en su acción de gobierno, derrocado legalmente por descarada corrupción, agravió el recuerdo de Perón.

Se trata de Mariano Rajoy; el personaje, suelto de cuerpo, aseveró: “Perón es el pionero del populismo y desde que gobernó Argentina no levanta cabeza”.

Reitero: este ex presidente y ex político fue expulsado del gobierno español por actos de corrupción graves. De derecha, obviamente su corazoncito de cartón late por el tirano Franco, uno de los mayores gobernantes totalitarios y genocidas del siglo XX. Pertenece don Rajoy a un país que mucha cabeza no levanta, ya que se encuentra entre los furgones de cola de Europa y hace más de un par de siglos que caducó como imperio, aún cuando para este referente y para tantas españolas y españoles lo de superpotencia de siglos atrás y lo de país colonialista (todavía colonialista) es algo que reivindican, que añoran, con lo que sueñan y que justifica tanta soberbia como la que desparraman, incluyendo a sus líderes progresistas.

Más allá de la posición del mencionado con respecto a Perón, debe tenerse en cuenta que este encumbrado español no es el único ni mucho menos de quienes denigran al conductor político por excelencia de la Argentina desde mediados del siglo XX y, aún de manera virtual, hasta hoy año 2022.

Perón fue considerado enemigo público número uno por los imperialismos, particularmente por el inglés y el yanqui, los cuales impulsaron su derrocamiento, su persecución y hasta procuraron, reiteradamente, asesinarlo.

En muchas latitudes quienes concentran poder y riqueza manifiestan hostilidad a Perón y al peronismo fundacional.

Al mismo tiempo, a partir de 1946 y crecientemente, Perón fue adoptado por muchos pueblos y también por gobernantes revolucionarios, como un conductor ejemplar. Consta la valoración que los pueblos latinoamericanos, pueblos africanos y de otras partes del planeta tenían por Perón; también es comprobable en qué medida el “General” era ejemplo y guía para grandes lideres revolucionarios como Fidel Castro, el mariscal Tito, Gamal Nasser, Ernesto “Che” Guevara, el coronel Camaño; también, para gobernantes más actuales como el venezolano Chávez y el boliviano Evo Morales y la lista es interminable. Inclusive Mao Tze Dong valoraba enormemente a Perón y, por cierto, que bastante se copió el extinto jefe del Partido Comunista chino del “Viejo”.

Sin embargo, vuelvo sobre lo que comencé a exponer: ¿por qué tanta hostilidad a Perón por parte de los imperialistas, de los colonialistas, de un sinnúmero de intelectuales de todo el planeta y, también, curiosamente por muchas y muchos argentinas y argentinos que ocupan posiciones de referencia y que dicen pertenecer al "campo nacional y popular", el progresismo, la izquierda complaciente o la izquierda internacionalista?

¿Por qué a 48 años de su muerte? Si Perón y su obra llegan hasta hoy, es porque nadie pudo superarlo. Es lo que cabe concluir, de lo contrario hubiera quedado en el arcón de los olvidos o, en todo caso, en el baúl de los recuerdos como un referente más del pasado.

Queda claro que la ultraderecha y la derecha vernácula y global aborrece a Perón y a su obra. Se dirá que hay “fachos” que lo veneran, pero eso es intrascendente y pura espuma ya que tales  personajes sólo se valen parasitariamente del recuerdo de Perón produciéndose una escisión: se muestran como sus seguidores al mismo tiempo que repudian su obra.

Lo que sí llama la atención, o debería llamarla, es que la izquierda, en todo su espectro, desde estalinistas hasta trotskistas también manifiestan a diario su enojo con Perón: le aplican motes tales como “bonapartista”, “fascistoide”, “servidor de los intereses de la burguesía”, “demagogo”, “embaucador de los trabajadores”, etc. De tal manera, la izquierda muestra una actitud de incomprensión de la complejidad de los procesos sociales y políticas, una incomprensión acompañada de petulancia.

Inclusive, una de las explicaciones más retorcidas que he escuchado a un más que notorio dirigente trotskista acerca del retorno de Perón es que los concentradores de poder, la gran burguesía, trajo al General cuando el avance revolucionario de la clase obrera conducida por la izquierda era incontenible. Por lo tanto, el régimen burgués, según este dirigente trotskista, recurrió desesperadamente a Perón para “contener a las masas y desviarlas de su camino revolucionario”. Llamativo, ya que la dictadura cívico militar de entonces hizo hasta lo imposible para evitar que Perón regresara y mantuvo su proscripción hasta último momento. Un argumento de tal índole desconoce además la lógico de la construcción y ejercicio del poder: Perón desde su exilio luchó como pudo para retornar y ponerse a la cabeza de la reconstrucción y transformación de la Argentina.

El peronismo, fundado y conducido, por Perón desde sus inicios fue revolucionario; de hecho, la única revolución de la Argentina en el siglo XX y una de las muy pocas llevadas a cabo exitosamente en América Latina fue la dirigida por el “General” y el Movimiento Peronista fundacional.

Por otro lado, todo movimiento político busca activamente construir poder y, por lo tanto, desde 1943 o 1945 (según donde se fije el año de nacimiento) hasta 1974 (año de la muerte de Perón) el peronismo fundacional, incluyendo la Resistencia, sumamente decisiva, procuró plasmar su proyecto revolucionario, su proyecto de liberación y realización de nación integrada con América Latina, de pueblo y de trabajadores. Es decir, Perón y aquel peronismo construían poder prioritariamente para alcanzar objetivos y no para ceñirse a inhibir a supuestos antagonistas.

Ni Perón ni el peronismo fundacional se propusieron jamás como objetivo estratégico o fundamental impedir la “acción revolucionaria de las masas dirigidas por el partido de vanguardia de izquierda”, fuera el que fuera tal partido. Por el contrario, ya en 1945 las fuerzas de izquierda actuaron denodadamente contra el gobierno revolucionario, nacional y popular de Perón, aliándose inclusive con la derecha, con los viejos sectores oligárquicos y con la mediocre gran burguesía nacional.

¿Qué les pasa con Perón?

Perón y el peronismo fundacional se propusieron una acción revolucionaria que articulaba la liberación y realización nacional con los derechos de los trabajadores y el impulso de una desarrollada burguesía local, instrumento éste para hacer de la Argentina una potencia (como por ejemplo, lo son las aplaudidas Australia, Canadá, Corea del Sur y otras, sin dejar de lado a las más grandes y dominantes, despóticamente dominantes y que ficticiamente posan como “democráticas” cuando se trata de regímenes francamente despóticos).

Perón y el peronismo fundacional logran un maridaje fructífero al conjugar, sobre todo, la nación con los trabajadores.

El marxismo, en sus distintas vertientes (hoy casi únicamente el trotskismo), insisten con la lucha de clases (lo cual merece especial análisis) y el internacionalismo proletario.

Ahora bien, en todos los países del mundo obreras y obreros, trabajadoras y trabajadores de todo el espectro se definen, principalmente, por su pertenencia nacional.

Junto con la Argentina, es Francia el otro país que encabeza las luchas proletarias, especialmente a partir de los derrotados levantamientos de la Comuna de París en el siglo XIX. Pues bien: los proletarios franceses son, por encima de todo, franceses, no mostrando el menor interés, objetivamente dicho, por el internacionalismo (más allá de alguna que otra declamación oportunista).

Las naciones son el continente que los pueblos habitan, el continente en el que se reconocen y se realizan. A tal punto es así que todas las grandes revoluciones del siglo XX, inclusive las que originalmente tuvieron por propósito “la dictadura del proletariado” y la caducidad del capitalismo, terminaron siendo revoluciones nacionales. La Revolución Mexicana derivó en la nación de México, la Revolución Rusa gestó la Madrecita Patria que el estalinismo gobernó totalitariamente, la Revolución China llevó a hacer de su país una gran potencia, la Revolución Cubana culminó en la gloriosa Cuba y así en todos los casos (la yugoeslava, la egipcia, la argelina, la sudafricana, etc.).

Más aún: la Unión Soviética nacida revolucionaria devino una potencia imperialista y su heredera, la Rusia actual, se fortaleció en ese estatus. China también es hoy gran potencia imperialista.

Es decir, esas revoluciones derivaron en la construcción de naciones poderosas que compiten como imperialistas con el país yanqui (principal depredador del planeta), Inglaterra, Francia, Alemania, Países Bajos, Bélgica (responsable del exterminio de veinte millones de congoleños). Italia, España, Portugal, Turquía, Irán, Israel y otros países similares también se sientan a la mesa del imperialismo global.

En ningún lugar hubo revolución proletaria, en ningún lugar hubo instauración de un gobierno de la clase obrera que se impusiera y mantuviera, ni siquiera hubo, mirado apoyándose en lo real, el intento de algo de tal índole.

Obsérvese entonces que Perón y el peronismo fundacional, llevaron a cabo una Revolución que plasmó, de una manera particular, profundamente original, lo que hacen países con sus líderes que atacan con tanta ira al General, el Movimiento Peronista fundacional y su obra de gobierno.

El conductor político más importante y trascendente de la Argentina del siglo XX con proyección en el XXI, en rigor el único, y el Movimiento por él creado se propusieron lo que tantos líderes y pueblos se fijaron como meta y, eventualmente, concretaron: la liberación y realización de nación, pueblo y trabajadores. Enfatizo el adverbio “eventualmente” ya que en la mayoría de los casos se terminó con el mando a cargo de burocracias totalitarias que disputan poder con las grandes potencias imperialistas, colonialistas y neocolonialistas.

Cabe llamar la atención también acerca de que lo que hoy se da en llamar “peronismo” (el “peronismo” actual) oscila entre una fingida adhesión a Perón y un descomunal antagonismo con el peronismo fundacional.

Digámoslo con todas las letras: el llamado kirchnerismo, la burocracia sindical, los movimientos sociales 

  • o descreen del peronismo fundacional 
  • o, abiertamente, lo aborrecen.

También les cabe la pregunta ¿Qué les pasa con Perón?

Porque o ningunean a Perón y su acción o decididamente lo odian. Oportunismo electoralista mediante recurren en épocas de campaña a sacar a la luz a Perón y a Evita, a lo sumo agregan a Jauretche o Cooke, y, absurdamente, a Cámpora. En campaña, fines electoralistas, vocación demagógica.

En los setenta las “formaciones especiales” con Montoneros a la cabeza, organización copada por las FAR, deciden enfrentar a Perón para alinearse, particularmente, con la URSS: llegan al punto de reemplazar la doctrina justicialista por el “marxismo-leninismo”, denominación eufemística del estalinismo.

Perón tuvo claro que eso pasaba, tuvo claro que la intención era arrastrar al peronismo a una zona de sumisión a una de las grandes potencias imperialistas. Por eso, entre otras acciones que el viejo General se ve obligado a concretar, formula aquello de que sus textos Conducción Política, Doctrina Peronista y La Comunidad Organizada seguían siendo las fuentes.

Desde entonces, quienes se consideran progresistas o de “izquierda” participando mentirosamente del peronismo, odian a Perón. Su hostilidad a Perón y su recuerdo es porque el conductor estaba decidido a mantener el rumbo de la liberación y realización nacional y popular sin atarse a ningún carro imperial.

Yo estaba ahí, yo era jugado militante de la Juventud Peronista o de la llamada “tendencia revolucionaria” por lo cual cuanto acaba de relatar es perfectamente comprobable y vivido intensa, comprometidamente hasta los tuétanos, por mí.

Por supuesto, cuando las “formaciones especiales” resuelven iniciar la guerra contra Perón y el gobierno nacional y popular, tomé partido, sin hesitar, por el Conductor.

No discuto que Perón cometió errores y tampoco me evado de reconocer que tomó decisiones que redundaron en abusos, represión y hasta en crímenes, más allá de cuáles fueran las intenciones del viejo General.

Pero en historia, para ser fieles al rigor histórico, hay que contar todo, hay que sopesar todo.

Lo que les pasa con Perón, desde un descarado y prepotente referente español -Rajoy-, pasando por las potencias imperialistas (particularmente las occidentales), las oligarquías vernáculas de acá y de la región, tantas y tantos intelectuales, las grandes burguesías, los concentradores de poder y de riqueza globales, la izquierda que jamás hizo revolución ninguna -y por lo que se ve no está dispuesta a intentarla optando por un pálido reformismo - y lo que se da en llamar actualmente “peronismo” (pura simulación), es que no toleran que la Argentina se haya propuesto su liberación y su realización, se haya propuesto hacer del Pueblo el protagonista y promover, de veras y auténticamente, los derechos más avanzados del planeta para trabajadoras y trabajadores.

Rajoy, entre muchas y muchos, asocia a Perón con la vaga y difusa, con la inconsistente noción de “populismo”. Para Perón la categoría política por excelencia es la de Pueblo, sentando incluso en su libro Conducción Política una diferenciación en la que he profundizado: “pueblo” como concepto distinto, y a menudo antagónico, de la noción de “masa”. El populismo se asocia a la masa, mientras la conducción, la organización, la cultura y la estrategia políticas son intrínsecas al Pueblo, son propias de éste.

Lo que les pasa con Perón es que no digieren que haya sido el más grande conductor político con enorme proyección internacional, un gran conductor político que hizo suya en plenitud la causa de las naciones sometidas y de los pueblos oprimidos del planeta, empezando por casa.

Lo que les pasa con Perón es que éste asumió acabadamente que una nación, su pueblo y sus trabajadores tienen derecho a la más plena autonomía y a la realización.

Lo que les pasa con Perón es que no aceptan que la Argentina, su pueblo y sus trabajadores tengan las mismas aspiraciones que los países dominantes, entre ellos España. Las mismas aspiraciones menos las de dominar, las de incurrir en colonialismo, intervencionismos, ya que Perón y el peronismo fundacional buscaban denodadamente la integración de los pueblos y la plena autodeterminación de las naciones. Eso está en la tradición argentina: nuestros libertadores, desde San Martín y Belgrano hasta el último soldado, libraron del yugo imperial a los países hermanos sin anexarlos, todo lo contrario de lo que fue siempre el anexionismo yanqui, el anexionismo de ese país francamente antidemocrático.

Para el colonialista o el imperialista y sus servidores locales, adopten posiciones reaccionarias o adopten posiciones progresistas, las naciones, pueblos y trabajadores de nuestro país y los países hermanos de todo el globo, deben acatar un destino de sometimiento: de sometimiento geopolítico, político, cultural, social, psicológico, económico, tecnológico.

Lo que les pasa con Perón es que se alzó contra el mandato de quien se siente Amo; lo que les pasa con Perón es que proclamó a los cuatro vientos que la felicidad del pueblo articulado con la grandeza de la nación es el mayor imperativo y que la Política es la actividad sublime para su concreción.

 

Rubén Rojas Breu

Buenos Aires, diciembre 3 de 2021, actualizado 1º de julio de 2022

 

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