Rubén
Rojas Breu
UNA ARGENTINA TIRANIZADA POR LA
CRUELDAD
Entre
las argentinas y los argentinos se propaga la sensación penosísima de que
estamos bajo la tiranía de la crueldad.
En las
manifestaciones de este miércoles 4 de junio fue la palabra más invocada, más
conmovedoramente pronunciada.
La
crueldad se nos presenta como un modo de gobernar y de coexistir que pareciera
que va más allá de la Política, de lo socialmente inteligible.
Vale
aclarar que Maquiavelo, fundador de la Política como ciencia, la incluye como
categoría política, lo cual nos habilita a utilizarla en este análisis.
La
crueldad dentro de las nosologías psicológicas y psiquiátricas se
incluye en la psicopatía y la perversión: falta de empatía, hostigamiento del
débil, violencia, manipulación, ausencia de sentimiento de culpa, provecho o
goce sádico por el maltrato del otro.
La
crueldad del gobierno libertario, de sus secuaces, de quienes lo apoyan y de
quienes lo votan alcanzó una dimensión y un protagonismo de tal índole que nos
obliga a tratarla en particular.
Un 15%
de porteños adolescentes y adultos en los últimos comicios canalizó su
obstinada crueldad votando por LLA.
La
crueldad está presente desde el inicio de la Historia: no hay catálogo que
alcance para contener todas las atrocidades que se cometieron a lo largo de los
milenios para imponer la voluntad desenfrenada de los déspotas.
Así
que, para no abrumar, sólo cito algunos ejemplos resonantes: la matanza de
bebés ordenada por Herodes el Grande, las maldades de Calígula y Nerón, los
exterminios cometidos por los conquistadores europeos en nuestro continente y
en otras latitudes, los genocidios llevados a cabo por el nazismo y el
fascismo, la barbarie franquista, las prácticas brutales del estalinismo, las
invasiones de grandes potencias orientales de sus países limítrofes, la
conducta sistemática belicista del país yanqui, tan deshumanizante,
Por
supuesto, en lo que nos toca, la conquista del desierto, sobre todo la ordenada
por Julio A. Roca y las dictaduras cívico militares que se sucedieron a partir de
1930 alcanzando su pico con la dictadura terrorista de estado instaurada en
1976.
Precisamente,
esta crueldad que hoy estamos viviendo es hija dilecta de tal dictadura, la
cual dejó como herencia no sólo la destrucción de la Argentina sino también la
naturalización del mal y del terror, de la criminalidad, de la violencia contra
mujeres, trabajadores, jubilados, las mayorías, incluyendo niñas, niños,
adolescentes, ancianas y ancianos.
Ocupémonos
de este presente aterrador, injusto y de ejercicio extremo de la crueldad por
parte del gobierno y los suyos.
Entre
los suyos encontramos, por arriba, a sus mandamases, los concentradores de
poder y de riqueza globales y locales, las nuevas oligarquías del planeta, así
como particularmente el país yanqui y su socio principal, el gobierno
ultraderechista y genocida de Israel que descarga toda su crueldad hoy contra
palestinas y palestinos.
Por
abajo, quienes lo acompañan y apoyan dentro de la población en general,
adherentes y votantes, satisfechos y cómplices de tanta crueldad.
No se
puede ser complaciente ni paternalista ni condescendiente con quienes votan o
simpatizan con este gobierno, se trate de sus principalmente beneficiados, se
trate de humildes o marginales.
Todas
esas y todos esos acompañan y ejercen la crueldad.
Entre
los votantes y simpatizantes predominan quienes se hartaron del autoritarismo
kirchnerista, pero eso no justifica su conducta a favor de esta tiranía.
Tanto política
como electoralmente existen opciones: progresistas, seudo peronistas no K, la
izquierda clasista e, inclusive, fuerzas de la derecha que se comportan de un
modo relativamente civilizado.
Esta
crueldad de los libertarios no nos llegó de Marte ni se dio de un día para el
otro: el comportamiento onda horda se viene dando desde la dictadura, se
impulsó con el menemismo y se toleró, cobijó o alentó por todos los gobiernos
en lo que va del siglo.
El
gobierno libertario hace un culto de la crueldad; más aún, hoy es su única
manera de conducirse, es su única política.
Conmueve
hasta lo más profundo la violencia verbal y física que ejerce contra jubiladas
y jubilados, contra discapacitados, contra mujeres, contra la diversidad de
género, contra trabajadoras y trabajadores, contra la educación pública y
contra la salud pública tal como se está viendo en su ensañamiento contra el
Garrahan.
Es
decir, sea por el hambreamiento, sea por el castigo a instituciones
imprescindibles y valiosísimas, maltrata ferozmente a niñas y niños.
Más
maldad no puede imaginarse.
Según
el Diccionario de la Lengua, la primera acepción de la palabra crueldad es “inhumanidad”,
acepción a la que se suman “fiereza de ánimo, impiedad” y sinónimos varios.
Etimológicamente,
deriva del latín “crudelitas”, que a su vez se origina en “crudelis” que
significa “crudo”, “áspero”, “de corazón duro”.
Para
este análisis opto por la combinación “inhumanidad” y “crudo”.
Se
deduce que, por donde se mire, la crueldad se ejerce con un objetivo último, terminal
y macabro: acabar con la Humanidad.
La
vinculación con lo “crudo” simboliza la muerte de lo Humano, la destrucción de
la Cultura, toda vez que una característica exclusivamente humana, es la preparación
y cocción de los alimentos, gracias a la conquista del fuego con el fin de
alimentarnos, por lo cual según la mitología griega fue castigado Prometeo
(aclaro que los alimentos que comemos crudos como gran parte de los vegetales,
implican lo cultural por su siembra, recolección y preparación; es decir, es como
si también pasaran por la cocción).
La
fratria Milei y sus sostenedores aborrecen a la Humanidad misma.
Que el
actual presidente considere “hijitos” a sus canes revela hasta qué punto su
odio se dirige contra la humanidad: convalida la opinión idiota de quienes
dicen” “prefiero los animales a las personas”.
Mucho
se puede especular acerca del porqué del odio de la fratria Milei a la
Humanidad, basándonos en lo que se ha difundido: maltrato paterno en la
infancia con indiferencia materna, acoso en la escuela y colegio, títulos
universitarios de bajo nivel tanto del hermano como de la hermana que alimentan
el complejo de inferioridad, incapacidad laboral según se ha señalado con
creces y vaya a saber qué tanto más sobre lo cual me abstengo de decir para
respetar la intimidad y para no caer en el mismo tipo de comportamiento de
brutos de los referidos.
Sin
duda sus acólitos, desde sus más cercanos hasta el último de sus votantes
comparten el resentimiento, el complejo de inferioridad, la falta de cultura, la
hostilidad a los humanos.
Las
dirigencias de la oposición (¿oposición?) se fueron acomodando a esta crueldad,
se fueron amoldando, valiéndose de la creencia boba de que todo se resuelve en
las urnas y sirviéndose de las manipuladoras encuestas, día a día más asociadas
a la falta de escrúpulos, instrumentos que dan letra a los operadores
mediáticos y que ponen el dedo en la llaga de quienes participamos del Pueblo,
de quienes militan y luchan.
Las y
los dizques opositores se acomodaron tanto que se manejan con la peregrina idea
de que los libertarios y la masa informe que los apoya son una legítima
expresión política y que los Milei están ahí por la voluntad popular.
Más
crueldad todavía.
Es
triste, y forma parte del ejercicio de la crueldad, el efecto desalentador que
produce entre tantas y tantos luchadoras y luchadores, entre tantas y tantos argentinas
y argentinos que padecen, la difusión de los datos falaces de encuestas y “focus
groups”.
Crueldad,
crueldad y más crueldad.
¿Qué es
puede hacer contra la crueldad?
- Persistir
en la creciente movilización popular
- Generar
y potenciar la cultura política
- Construir
la conducción y la organización políticas de la nación, del pueblo y de los
trabajadores que requerimos imperiosamente.
Rubén
Rojas Breu
Buenos
Aires, junio 5 de 2025
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