Rubén
Rojas Breu
2025:
DESESPERAR, ESPERAR O QUÉ
HACER EN LA ARGENTINA
Tal
como están las cosas, desesperar hoy en la Argentina parece inexorable, es un
impulso irrefrenable.
Pero
no cabe convalidarlo. No cabe tampoco propiciarlo de ninguna manera.
Por
lo tanto, la disyuntiva es qué esperar o qué hacer.
Se
puede esperar de dos maneras: pasiva o activa.
O se
puede hacer: ésta es mi decisión y estoy seguro que la
de muchas y muchos.
Se
trata de un hacer determinado por un Proyecto, combinando conducción,
organización, estrategia.
Quienes
apoyan al gobierno despótico libertario, optan por la espera pasiva:
confían
en resultados económicos de alcance limitado, con descomunales réditos para los
concentradores de poder y de riqueza, avalados por un éxito electoral, mientras
se dejan sugestionar o amedrentar por las “excentricidades” y arrebatos del
presidente que saluda a un perro australiano mientras ejerce violencia de toda
índole contra las mayorías alentado por la horda.
Una
gran parte de la masa, siempre partidaria de la pasividad y de una espera al
infinito, se entrega al sacrificio mientras sigue a la zanahoria que simboliza
un futuro bienestar; un futuro bienestar tan improbable como las peras
fructificando en los olmos.
Aunque
nada de nada derrame, esa masa se contentará con la doctrina anacrónica de que
triunfan los que se lo merecen, mientras busca sobrevivir con lo que tenga a
mano sin importar la dignidad ni la honra.
La
masa cuando se trata de ejercer el único acto político que conoce y que
practica por obligación, el sufragio, votará por el que prometa poder, aunque el
que eso promete sea para sí mismo y solamente para sí mismo.
Como
están las cosas, en esa conducta de la masa confían el caudillo libertario, sus
huestes, las grandes corporaciones, los medios dominantes, la politiquería y
las dirigencias venales, hoy mayoritarias.
De
tal manera, dejemos de lado a la masa, la cual, a la manera de la veleta,
girará cuando soplen nuevos vientos.
Los
nuevos vientos son siempre los que nacen en el seno de los pueblos.
El
Pueblo, la máxima organización política, es el Bóreas que barre los nubarrones
y que puede imponer con su ímpetu una realidad política y social signada por la
soberanía, la justicia, el desarrollo y el bienestar común.
El
gran interrogante es si 2025 será el año de los nuevos vientos.
Dependerá
de que podamos generar la conducción política que
tanta falta hace, bregando con inteligencia, con creatividad y con decisión.
Para
tal cometido, se requiere dilucidar algunas cuestiones a las que paso a
referirme.
De
mis vinculaciones, así como de los grupos de militancia de los que participo,
recibí numerosos e insistentes mensajes que instan a la defensa o a la
resistencia.
Aclaro
que pese a que valoro la honestidad y el compromiso de quienes estoicamente
integran esos grupos, participo de ellos a distancia, ya que me fastidian sus
carencias: de apertura, de convocatoria auténtica, de concepción estratégica,
de creatividad.
No
obstante, trato de hacerme escuchar, como lo hago en estos sitios que comparto
con satisfacción.
Llamar
a defenderse o a resistir es una convocatoria que, más allá de las buenas
intenciones, mantiene la iniciativa en manos de quien detenta ocasionalmente el
poder, en manos de quien digita o en manos de quien gobierna.
Es
una espera activa, pero que se queda en espera toda vez que depende de lo que
haga el otro del que se defiende o al que se resiste.
Este
otro tiene la iniciativa.
Si
aspiramos a construir la conducción política que se proponga y concrete el
Proyecto de emancipación y de realización del Pueblo y de la Nación, tenemos
que convocar a la toma de iniciativa, a la ofensiva.
Es
la respuesta a qué hacer.
Eso
significa contar con estrategia y con organización, así como disponerse,
aceleradamente, a elevar la cultura política.
Es
asumir activamente lo que nos hará diferentes y con capacidad de generar poder.
Si
se sabe observar, se verá que quienes detentan el poder hoy carecen totalmente
de cultura política, no tienen un Proyecto ya que obedecen a deleznables
intereses, saben menos de estrategia que la mula del mariscal de Sajonia y desdeñan
organizar, prefiriendo armar patotas.
Conducir
es articular síntesis con toma de iniciativa.
Sintetizar
es convocar a todos los actores y sectores que comparten como objetivo los
intereses nacionales y populares, a todos los actores y sectores que de verdad
representan o quieren representar a las argentinas y a los argentinos, a las
mayorías incluyendo a todas y todos los que habitan o quieran habitar nuestro
suelo.
Tomar
la iniciativa supone anticiparse ganándole en el pensamiento y en la acción a
quienes gobernando o manipulando entre bastidores imponen sus designios
contrarios al destino que debemos alcanzar como pueblo y como nación.
Ya
he insistido hasta cansar sobre que las dirigencias que se dicen de oposición
no conducen y sí dejan hacer alevosamente, abroqueladas en la “defensa” de sus
intereses, “resistiendo” para cuidar sus territorios o sus quintitas y sus
prerrogativas, sumergidas en internismos, distrayendo con polémicas ociosas,
con palabras y gestos altisonantes o incurriendo en groserías y procacidad para
empatarle al caudillo libertario y sus esbirros.
Salir
del vallado autoimpuesto del llamado a la defensa o a la resistencia es el
primer paso para el QUÉ HACER.
Construir
la conducción política rápidamente es lo inmediato para ese QUÉ HACER.
Esto
tiene que derivar en la convocatoria más amplia, más eficaz y más contundente.
Es
el QUÉ HACER al que abocarnos ya.
Es el
modo de hacer del 2025 un año esperanzador y que dé ganas de vivirlo, un año
constructivo.
Rubén
Rojas Breu
Enero
2 de 2025
No hay comentarios.:
Publicar un comentario