jueves, 2 de enero de 2025

2025: DESESPERAR, ESPERAR O QUÉ HACER EN LA ARGENTINA

 


 

Rubén Rojas Breu

 

2025:

DESESPERAR, ESPERAR O QUÉ HACER EN LA ARGENTINA

 

Tal como están las cosas, desesperar hoy en la Argentina parece inexorable, es un impulso irrefrenable.

Pero no cabe convalidarlo. No cabe tampoco propiciarlo de ninguna manera.

 

Por lo tanto, la disyuntiva es qué esperar o qué hacer.

 

Se puede esperar de dos maneras: pasiva o activa.

 

O se puede hacer: ésta es mi decisión y estoy seguro que la de muchas y muchos.

 

Se trata de un hacer determinado por un Proyecto, combinando conducción, organización, estrategia.

 

Quienes apoyan al gobierno despótico libertario, optan por la espera pasiva:

confían en resultados económicos de alcance limitado, con descomunales réditos para los concentradores de poder y de riqueza, avalados por un éxito electoral, mientras se dejan sugestionar o amedrentar por las “excentricidades” y arrebatos del presidente que saluda a un perro australiano mientras ejerce violencia de toda índole contra las mayorías alentado por la horda.

 

Una gran parte de la masa, siempre partidaria de la pasividad y de una espera al infinito, se entrega al sacrificio mientras sigue a la zanahoria que simboliza un futuro bienestar; un futuro bienestar tan improbable como las peras fructificando en los olmos.

 

Aunque nada de nada derrame, esa masa se contentará con la doctrina anacrónica de que triunfan los que se lo merecen, mientras busca sobrevivir con lo que tenga a mano sin importar la dignidad ni la honra.

 

La masa cuando se trata de ejercer el único acto político que conoce y que practica por obligación, el sufragio, votará por el que prometa poder, aunque el que eso promete sea para sí mismo y solamente para sí mismo.

Como están las cosas, en esa conducta de la masa confían el caudillo libertario, sus huestes, las grandes corporaciones, los medios dominantes, la politiquería y las dirigencias venales, hoy mayoritarias.

 

De tal manera, dejemos de lado a la masa, la cual, a la manera de la veleta, girará cuando soplen nuevos vientos.

 

Los nuevos vientos son siempre los que nacen en el seno de los pueblos.

 

El Pueblo, la máxima organización política, es el Bóreas que barre los nubarrones y que puede imponer con su ímpetu una realidad política y social signada por la soberanía, la justicia, el desarrollo y el bienestar común.

 

El gran interrogante es si 2025 será el año de los nuevos vientos.

 

Dependerá de que podamos generar la conducción política que tanta falta hace, bregando con inteligencia, con creatividad y con decisión.

 

Para tal cometido, se requiere dilucidar algunas cuestiones a las que paso a referirme.

 

De mis vinculaciones, así como de los grupos de militancia de los que participo, recibí numerosos e insistentes mensajes que instan a la defensa o a la resistencia.

 

Aclaro que pese a que valoro la honestidad y el compromiso de quienes estoicamente integran esos grupos, participo de ellos a distancia, ya que me fastidian sus carencias: de apertura, de convocatoria auténtica, de concepción estratégica, de creatividad.

No obstante, trato de hacerme escuchar, como lo hago en estos sitios que comparto con satisfacción.  

 

Llamar a defenderse o a resistir es una convocatoria que, más allá de las buenas intenciones, mantiene la iniciativa en manos de quien detenta ocasionalmente el poder, en manos de quien digita o en manos de quien gobierna.

 

Es una espera activa, pero que se queda en espera toda vez que depende de lo que haga el otro del que se defiende o al que se resiste.

Este otro tiene la iniciativa.

 

Si aspiramos a construir la conducción política que se proponga y concrete el Proyecto de emancipación y de realización del Pueblo y de la Nación, tenemos que convocar a la toma de iniciativa, a la ofensiva.

Es la respuesta a qué hacer.

 

Eso significa contar con estrategia y con organización, así como disponerse, aceleradamente, a elevar la cultura política.

 

Es asumir activamente lo que nos hará diferentes y con capacidad de generar poder.

 

Si se sabe observar, se verá que quienes detentan el poder hoy carecen totalmente de cultura política, no tienen un Proyecto ya que obedecen a deleznables intereses, saben menos de estrategia que la mula del mariscal de Sajonia y desdeñan organizar, prefiriendo armar patotas.

 

Conducir es articular síntesis con toma de iniciativa.

 

Sintetizar es convocar a todos los actores y sectores que comparten como objetivo los intereses nacionales y populares, a todos los actores y sectores que de verdad representan o quieren representar a las argentinas y a los argentinos, a las mayorías incluyendo a todas y todos los que habitan o quieran habitar nuestro suelo.

 

Tomar la iniciativa supone anticiparse ganándole en el pensamiento y en la acción a quienes gobernando o manipulando entre bastidores imponen sus designios contrarios al destino que debemos alcanzar como pueblo y como nación.

 

Ya he insistido hasta cansar sobre que las dirigencias que se dicen de oposición no conducen y sí dejan hacer alevosamente, abroqueladas en la “defensa” de sus intereses, “resistiendo” para cuidar sus territorios o sus quintitas y sus prerrogativas, sumergidas en internismos, distrayendo con polémicas ociosas, con palabras y gestos altisonantes o incurriendo en groserías y procacidad para empatarle al caudillo libertario y sus esbirros.

 

Salir del vallado autoimpuesto del llamado a la defensa o a la resistencia es el primer paso para el QUÉ HACER.

 

Construir la conducción política rápidamente es lo inmediato para ese QUÉ HACER.

 

Esto tiene que derivar en la convocatoria más amplia, más eficaz y más contundente.

 

Es el QUÉ HACER al que abocarnos ya.

 

Es el modo de hacer del 2025 un año esperanzador y que dé ganas de vivirlo, un año constructivo.

 

Rubén Rojas Breu

Enero 2 de 2025

 


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