Rubén
Rojas Breu
INTERMINABLES
DESVENTURAS EN “EL PAÍS DE NO SE DA MÁS”
Según
el diccionario de la RAE “desventura” significa “desgracia”, de modo tal que
vale para aludir al malestar que las mayorías estamos padeciendo en esta
Argentina que decae, decae y decae.
La
frase que crecientemente brota de cada corazón y de cada boca es “no se da más”.
Ya están
dejando de escucharse las conformistas y francamente aborrecibles “otra no hay”,
“hay que confiar” o “hay que esperar”.
En “El
País de No Se Da Más” no hay peter panes ni wendys ni campanitas, personajes
entrañables creados por el escocés James Mathew Barnie y no por el acaparador
Disney.
En “El
País de No Se Da Más” no hay niñas y niños que vivan en un mundo de fantasía en
el que la infancia sea eterna.
Por
el contrario, millones de niñas, niños y adolescentes soportan un mundo real, muy
real, en el que se sufre hambre, explotación, violencia, injusticia de toda
índole.
Un
mundo en el que la niñez dura muy poco ya que tempranamente tienen que hacerse
cargo de subsistir como puedan.
En “El
País de No Se Da Más” la inmensa mayoría de las argentinas y de los argentinos
padecen todas las penurias y las privaciones.
En “El
País de No Se Da Más” manda una legión de ogros voraces que aplican políticas
de destrucción de todo y que están entregando la patria, que están
despojándonos de todo.
Son
los ogros que nos oprimen desde hace siglos ya y que se reproducen una y otra
vez iguales a sí mismos.
En “El
País de No Se Da Más” gobierna una horda que alinea incondicionalmente a la Argentina
con quienes tienen por principal vocación apropiarse del planeta, léase yanquis
y sus aliados más sanguinarios.
En “El
País de No Se Da Más” las dirigencias políticas y sectoriales que dicen ser
opositoras, que dicen ser “nacionales y populares”, que dicen ser
representantes de las trabajadoras y los trabajadores, se dedican a un
internismo a todas luces mediocre y estéril o a transas obscenas o a debates y escaramuzas
a la espera de elecciones legislativas que se van a dar en un tiempo
imprevisible, lejano, seguramente apocalíptico.
Cómo
se nota que esas y esos dirigentes no saben qué es el hambre, no saben cuántas
interminables desventuras soportan las mayorías, no saben qué es el sacrificio
cotidiano injusto e injustificable ni el castigo al que las “fuerzas del cielo”
someten.
En “El
País de No Se Da Más” es el Pueblo, siempre el Pueblo, el que está dando la
lucha, en absoluta soledad.
El
Pueblo está luchando por derechos a los que el gobierno despótico libertario
con sus cómplices y aliados está aniquilando.
El
Pueblo está luchando por la educación pública, por la salud pública, por salarios
y jubilaciones, por conservación del empleo, por la preservación de lo nuestro
ante tanta entrega, como está sucediendo con nuestra emblemática Aerolíneas Argentinas.
En “El
País de No Se Da Más” el Pueblo en lucha está clamando por una conducción política
ante la defección de todas las dirigencias.
Quisiera
convocar, quiero convocar a la movida que dé respuesta a ese clamor, ese clamor
auténtico que es al único que hay que escuchar.
Es
el clamor por la conducción y la organización políticas que imperiosa y
urgentemente se requiere para enfrentar tanta brutalidad y para encaminarnos a
un Proyecto de emancipación y de realización.
Es
el clamor por la acción política categóricamente vigorosa, efectiva y
trascendente.
Convocar
a tal fin, desde acá, desde la humildad, puede parecer algo descomunal,
imposible.
Personas
honestísimas y de enorme compromiso me han impulsado a que siga publicando y
quiero hacerlo con un propósito que no es otro que el de la acción eficaz,
útil, transformadora.
Soy
consciente de los obstáculos, no por nada tengo la trayectoria política de toda
una vida que tengo.
Más
importante, más determinante, más decisivo que arrugar pensando en los obstáculos,
es tener conciencia de que la Argentina y nuestro Pueblo no merecen tanta
desventura y sí tenemos derecho a aspirar a la plena soberanía, a la justicia
en todos los ámbitos, al desarrollo y al bienestar.
Soy
consciente también de que el tiempo apremia y no podemos distraernos en internas
y en rencillas que se agotan antes de empezar, en un contexto de bajísima
credibilidad en liderazgos ya agotados, en un momento de justificadísima falta
de interés en lo que hacen quienes nos llevaron a esta situación aunque se
llenen sus bocas con palabras inflamadas.
¿Hay
algo mejor que esta convocatoria que propongo?
Rubén
Rojas Breu
Buenos
Aires, noviembre 1° de 2024
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