Rubén
Rojas Breu
DIRIGENCIAS
QUE NO DIRIGEN
La
Argentina actual padece de este síndrome: el de “dirigencias que no dirigen”.
Desde
luego, me refiero a las dirigencias políticas, gremiales y sociales que se
ubican en el campo opositor al gobierno autocrático libertario y su horda.
NADA
NI NADIE DIRIGE EL CAMPO OPOSITOR, NADA NI NADIE.
Así,
no hay Pueblo que alcance y, por el contrario, dirigencias que no dirigen solamente
causan depresión.
Esto
de “dirigencias que no dirigen” genera el empeoramiento en progresión geométrica
de las condiciones en que viven las mayorías y devastación de la nación misma,
en vías de disgregación o de anexión de facto a las grandes potencias globales,
particularmente los EEUU de Washington.
Nada
ni nadie dirige porque, como vengo señalando desde hace décadas, el Pueblo y la
Nación carecen de conducción política.
Dirigir
es una función subordinada de la conducción política.
Carecer
de conducción política implica no contar con un Proyecto ni con estrategia ni
con organización ni con cultura, cultura política.
A
mis objetores, que los tengo, les pido no caer en la zoncera de creer que conducción
política equivale a un conductor o un liderazgo; conducción política es mucho
más.
La falta
de conducción política con todo eso que conlleva genera el escenario propicio para
que los concentradores de poder y de riqueza, así como sus esbirros, derecha,
ultraderecha o ultraconservadores antediluvianos, lleguen al gobierno y se
sostengan cómodamente en él: se les regala todo para desesperación e impotencia
de quienes nos entregamos por entero al compromiso con nuestro pueblo y nuestra
nación.
Al
pasar digo: no busquen semejanzas entre Trump, un típico y genuino
representante de su país anexionista con Milei, un cuerpo extraño para nuestra
nación y nuestro pueblo.
SIN
CONDUCCIÓN POLÍTICA DE PUEBLO Y NACIÓN LOS PODEROSOS HACEN SU AGOSTO, SE
CONSOLIDAN Y SE IMPONEN.
En el
campo opositor, en donde tenemos a las dirigencias que no dirigen, pululan y
proliferan las agrupaciones políticas y los internismos, los nucleamientos
gremiales, los llamados movimientos sociales.
Todo
eso abunda en el seno de una carencia fundamental.
Definitivamente,
la población no tiene credibilidad ni esperanza ninguna en esas dirigencias que
no dirigen.
Inventan
clamores en donde sólo existe desazón.
El
Pueblo amanece a diario dando la lucha, movilizándose, por acá y por allá en denodada
búsqueda de justicia, de reparación, de respeto por los derechos.
El Pueblo
está solo, está solo de toda dramática soledad.
Nada
ni nadie, de las llamadas dirigencias que no dirigen, sintetiza, canaliza,
orienta. Nada ni nadie convoca.
Se
humilla a los pobres no sólo con una vida de miseria sino también porque se los
rebaja a dato estadístico.
Las
dirigencias que no dirigen declaman, se aíslan en su adicción a lo que publican
los medios y lo que les dicen las empresas encuestadoras al mismo tiempo que ignoran
patentemente al Pueblo.
Se
habla hasta el hartazgo de “grieta”, de una grieta artificiosa y falaz,
mientras se desconoce a la verdadera: la grieta, la disociación grave, es la
que se da entre dirigencias que desfilan en las pasarelas de la figuración y el
Pueblo que se entrega a la lucha.
Después
no lloren como boabdiles o salgan a enojarse como despechadas y despechados si
la población exhausta sale a gritar el "que se vayan todos".
¿QUÉ
HACEMOS ANTE UN CUADRO TAN DESALENTADOR?
Quienes
tenemos genuino compromiso y conciencia política, con más razón cuando contamos
con una trayectoria indiscutible y extensa, debemos convocar para construir,
cuanto antes, la CONDUCCIÓN POLÍTICA, tal como vengo insistiendo, quizá
aburriendo a quienes se interesan en mis publicaciones, personas honestas y con
ganas de salir de este marasmo y superar esta apatía dirigencial.
Una
conducción política se construye convocando, elevando significativamente el
debate muy por encima de la mediocridad que nos tira tan para abajo, y
organizando, con lo que se cuente.
No
dejarse llevar por la corriente ni tampoco por el desaliento es fundamental.
Fundamental.
Dispongámonos
entonces.
Rubén
Rojas Breu
Buenos
Aires, noviembre 7 de 2024
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