lunes, 25 de agosto de 2025

EL GOBIERNO DE MILEI ENTRE LA IMPLOSIÓN Y LA EXPLOSIÓN

 



 

Rubén Rojas Breu

 

EL GOBIERNO DE MILEI ENTRE LA IMPLOSIÓN Y LA EXPLOSIÓN

 

Desde que comenzó su campaña se hizo patente para quienes tenemos conocimiento y experiencia en política que un gobierno encabezado por Milei derraparía, tarde o temprano.

 

Mientras dirigencias, consultoras y medios miran únicamente lo que dan en llamar “índices de aprobación” o evaluaciones cuantitativas de imagen, se obvia que el ejercicio de un gobierno implica infinidad de variables.

Qué opina “la gente” es apenas una de tales variables y poco significativa en este caso.

 

Es poco significativa porque consideran únicamente la opinión de la “gente”, o sea, de la masa la cual es reacia a comprometerse y es políticamente inculta.

 

La trillada “opinión de la gente” es un recurso del que se valen las dirigencias en todo su espectro para convalidar por acción o por inacción al gobierno.

Las empresas encuestadoras, tan alejadas de la ciencia, del saber riguroso y de la honestidad, sirven al propósito ignominioso de mantener el estado de cosas, valiéndose para sus negocios de la adicción de las dirigencias al encuestismo y al electoralismo.

 

Al limitarse las encuestas y los “focus groups” solamente a la “opinión de la gente” relevada mal y según una o dos variables, se incurre en una insostenible simplificación.

 

Para evaluar un gobierno hay que tener en cuenta la viabilidad de su  programa o sus planes, la pericia política de sus integrantes, la aptitud para generar consensos y negociar, la disposición para operar respetando a rajatabla la Constitución y las leyes, el dominio de innumerables materias específicas que afectan a todos y cada uno de los sectores, la aptitud para convocar y para gestar alianzas, el conocimiento de las relaciones internacionales y de la geopolítica, la templanza y otras virtudes; corto acá para no abrumar.

Incluso, todo lo descrito vale para los gobiernos que resultan de revoluciones por la vía armada o por la vía pacífica. 


En resumen, no alcanza y sí distorsiona gravemente quedarse con la subjetividad, quedarse con lo que opina la masa como hacen las encuestas y los focus groups. 

Se requiere al mismo tiempo evaluar la objetividad, la cual articula el perfil y capacidad política de un gobierno con las condiciones culturales, sociales, políticas y económicas en las que tiene que desenvolverse

 

En todos los ítems enunciados el gobierno libertario, empezando por su caudillo, está flojísimo de papeles por no decir que carece por completo de formación y de práctica.

 

Es un agravante de gran importancia el desconocimiento de la Historia que exhibe impúdicamente el gobierno absolutista de LLA, lo cual también influye en que pase por arriba, irresponsablemente, leyes y derechos cuyo alumbramiento llevó años, décadas y hasta siglos si se analiza bien.

 

Contrariamente a todo lo que señalé como cualidades que deben caracterizar a un gobierno, el del caudillo libertario, en su brevísimo tiempo, es una esperpéntica y dramática muestra de improvisación, de autoritarismo desaforado, de expresiones groseras, de provocaciones, de faltas de respeto, de culto de la anomia, de atropellos, de búsqueda de apoyo en la horda.

 

Todas estas tachas, fallas o vicios de origen constituyen el vehículo de decisiones que llevan a las ruinas y entrega de la Argentina, así como al agravamiento a niveles colosales de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de las argentinas y argentinos, una mayoría cuantificable en un porcentaje del 90% o más, porcentaje que se podrá establecer con total precisión según cuánto más se involucione.

 

De tal manera, el gobierno va en camino del derrape, de su fracaso.

 

Es un gobierno que, inexorablemente, se debate  entre la IMPLOSIÓN y la EXPLOSIÓN.

 

Implosión porque corre hacia un proceso de estallido desde dentro: internismo en avance, renuncias a diario, enojos en miembros del gabinete porque se enteran a destiempo de decisiones que los comprometen, irritación o confusión entre sus legisladores propios y aliados, comportamientos erráticos y por la propia de funcionarios, denuncias graves o gravísimas por corrupción que en algún momento llegarán.

 

Explosión porque la sociedad demuestra crecientemente insatisfacción, bronca, oposición.

En ese marco, el Pueblo da la lucha en soledad.

 

Esto último es manifiesto en la población y también en las fuerzas políticas de oposición, en los gremios, en los movimientos sociales.

Téngase en cuenta que el Poder Judicial, en el fuero laboral, ya le causó un revés a Milei al dar curso a la cautelar contra el decretazo.

 

Más temprano que tarde las dirigencias tendrán que responder decididamente a sus bases hambreadas y ya algo de eso está sucediendo, como por ejemplo la convocatoria de la CGT y CTAs al paro del próximo 24 de enero.

 

Es destructivo lo que el gobierno se propone con sus decretazos y proyectos de leyes y también lo es su infantilismo ideológico, su dogmatismo de manual y su descomunal impericia, su inmoralidad, todo lo cual nos hace sentir no solamente avasallados sino también parados sobre un sismo o sobre una ciénaga, en manos de una facción de irresponsables y aventureros que no tienen idea cómo llegar a puerto.

Por otro lado, el dogma pobre al que adhiere el hermano Milei, el anarcocapitalismo o la meneada escuela austríaca es una cobertura ideológica de la corrupción, del saqueo y de la entrega a las corporaciones globales tan voraces.

Quede en claro que la extrema corrupción es inherente a un gobierno de esta catadura.  

 

Que Milei hable de plazos tan largos como el de los 45 años es una manera de huida hacia adelante, de escapar de un presente que se le vuelve inmanejable con una promesa en el aire e incomprobable; está dándose cuenta de que su buque hace agua, sea porque su programa es impracticable, sea porque las resistencias de la sociedad y las de muchos de los propios se tornan incontrolables.  

 

Vengo insistiendo en que el Pueblo argentino está en la búsqueda de su conducción política, búsqueda dificultosa dada la ineptitud, la inoperancia o la deserción de las fuerzas de la oposición, léase kirchnerismo o cristinismo, progresismo e izquierda clasista.

 

Lo actuado por el gobierno libertario es exactamente lo opuesto a conducción política, un dato que revela elocuentemente que la derecha y la ultraderecha no son aptas para tal cometido, el de la conducción política, en la cual el peronismo original, dirigido por Perón, hizo punta y dejó la impronta para mucho tiempo como se va comprobando.

 

Así que hay que prepararse para el momento en que la implosión y la explosión, en complicado maridaje, pongan a la Argentina en situación sumamente crítica.

 

Se abren, gruesamente, dos alternativas:

 

-       Una, la de más derecha, patrocinada por los concentradores de poder y de riqueza locales y globales, capaces de recurrir a lo que sea; no quiero hacer vaticinios desoladores, de ésos que aluden a más tiranía o dictadura.

 

-       Otra, la del Pueblo con su conducción política, para lo cual hay que trabajar ardua y ágilmente, con organización, con estrategia, con inteligencia, con creatividad, con propuestas y con movilización en todas las variantes.

       En fin, con un Proyecto.

 

Nos apremia el terrible cuadro de situación por lo cual hay que encarar ya la segunda alternativa, la del Pueblo.

 

Rubén Rojas Breu

Buenos Aires, enero 4 de 2024

 

 


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