Rubén Rojas Breu
NERÓN Y EL INCENDIO DE ROMA
Algunos elementos de análisis sobre
la manipulación de masas
"Toda noción o limitación de la
variedad es igualmente ilegal, pero la mayor limitación es lo dilemático"
Empecemos por señalar que el tema de la manipulación de
masas o, más modernamente, el de la manipulación de la opinión pública es
sumamente complejo y, por ende, merece un abordaje multidisciplinario,
extremadamente profundo y sin prejuicios. Aquí voy a aproximarme a él con la
esperanza de convocar a tratarlo por parte de otros, habida cuenta de que en
los tiempos que nos tocan vivir sin duda es de máxima significación.
Sobre todo es uno de los grandes temas para los
argentinos, en la medida que la manipulación social o de masas parece haberse
enseñoreado de nuestra comunidad desde hace más de dos décadas, especialmente
desde que el horror del humanicidio prácticamente inauguró el año 1976.
Esta misma hipertragedia así como muchos otros
acontecimientos que nuestra sociedad al igual que toda la humanidad ha conocido
o vive (no podemos olvidar en el tratamiento de este tema al nazismo, al
stalinismo o al maccarthysmo) dan pie a la aproximación sociopsicológica con
fuerza de hipótesis que pasamos a exponer.
La manipulación de
masas:
1.
Es un fenómeno
vincular, una resultante de un pacto tácito entre el agente iniciador y
el agente seguidor o, si se prefiere, el líder y las masas. Por lo tanto, no es
sólo la obra de una mente inductora que se vale de la buena fe de la gente.
2.
Es un modo de imponer la cultura
gregaria y de dar poder a uno de los
patrones de comportamiento presentes en todo grupo, población o miembro:
el que se sustenta en un lazo de supuesta espontaneidad, el de la posibilidad
de satisfacción total y sin demoras, el que genera la ilusión de que puede
evitarse el esfuerzo de esperar, pensar, asimilar e intercambiar.
3.
Es una vía para impedir la cultura
democrática y participativa
así como para anular el poder de otro de los patrones de comportamiento: el que
se sustenta en el reconocimiento del otro y de los otros, en la construcción y
reconstrucción de las instituciones, en el pensamiento crítico, el diseño de
estrategias y la operacionalización compleja.
¿Qué tienen en común el 24 de marzo de 1976, la difusión
de la guerra por Malvinas de 1982, los sucesivos golpes pro capital financiero
que nos acosan, particularmente, desde
1983 incluyendo su flamante versión del riesgo de
"default" y hasta las convocatorias a plebiscitar la pena de
muerte?.¿Cómo se da la manipulación y cómo procede?
Estos serían los factores y los procedimientos:
- Un período ventana de creciente insatisfacción colectiva,
efecto de causas múltiples.
- Una situación muy crítica a la cual se describe y
vivencia como catastrófica, terminal y atribuida a una causa única (o a un muy
reducido número de causas, en todo caso).
- La descalificación de los actores y las políticas basadas
en el respeto de la Ley, la negociación de todas las partes y la búsqueda de
acuerdos y consensos.
- La promoción de la "mano dura" encarnada en un
grupo o figura mesiánica, que como diría Bion[ii]
en su descripción del supuesto básico de ataque-fuga, tiene las funcionales
características paranoides.
- La sustitución de la organicidad social y del vínculo
entre sus actores básicos, pueblo y
dirigencias en el marco de la Ley, por el vínculo líder-masas.
No podemos dejar de recurrir a Freud en este punto, especialmente a su célebre capítulo VII de la Psicología de las masas.[iii]
Recordemos sucintamente: allí Freud describe el proceso
por el cual el liderazgo (gregario) resulta de la sustitución que cada miembro
de la masa hace renunciando al ideal del yo para colocar en su lugar al líder (idealizado)
y para constituir el grupo de seguidores por reconocerse todos en tal líder.
La identificación, mecanismo fundante del proceso, es la
que corresponde al tipo "a rasgos": no es la persona total de cada
miembro ni la persona total del líder la que entra en el juego, sino un rasgo
de ambos términos que al asimilarse captura a los participantes.
Dicho de otra manera, cada uno, cada seguidor y el líder
renuncian a sí mismos para consumar un pacto tan inconciente como tenaz. Se
trata del que permite la plena identificación, la ilusión de absoluta igualdad,
la seguridad de que todos están en la misma: el líder para llevar al plano de
la idealización el rasgo y los miembros de la masa para aportarle la energía
con la cual imponerlo.
Animado por mi
temeridad al revisar parcialmente a Freud, diría que ambos términos, el líder y
cada miembro de la masa renuncia a su yo
y con ello a la capacidad integradora (si se quiere, sintetizadora) que tal
instancia implica.
El yo, la instancia síntesis como justamente nos enseña Freud, es el yo en
función de su lugar en un sistema: en el lingüístico, lo es por diferenciación
y oposición al tú y al él, lo cual se repite en las formas plurales (nosotros,
vosotros y ellos); en el sociológico, el yo lo es por diferenciación y
oposición al otro o a los otros. Es decir, no
hay yo sin otro.
Su capacidad sintetizadora es la que le permite
incorporar al otro y a lo otro, tanto para afirmarse y crecer como para evitar
ser arrastrado por impulsos primitivos finalmente inmanejables.
De modo tal que cuando se define al otro como enemigo se
lo está considerando no sintetizable, no integrable, absoluta y definitivamente
ajeno; por tanto, simultáneamente se está renunciando a la instancia síntesis
(o sintetizadora) o sea el yo.
Si el yo de cada uno (por ejemplo, de cada habitante en
una comunidad) cede su lugar en la escena es porque alguna de las diversas
expresiones del no-yo hace su ingreso. Aquí se abren variantes al infinito,
pero en aras de una exposición sucinta y clara, podemos circunscribirnos a lo
ya anticipado referente a los impulsos o, como personalmente yo preferiría, el
dominio de la primarización ( sustentada, entre otros desarrollos, en el
proceso primario según Freud y la definición de
grupo primario según Cooley).
En síntesis, refugiarse en la primarización y renunciar
al yo, implica:
ù Desconocer la diferencia y hasta promover la eliminación
del otro y de los otros.
ù Que tal desconocimiento no
sólo es en
el campo interpsíquico -sea en el interpersonal e
intergrupal- sino también en el intrapsíquico: al "casarse"
fanáticamente con un aspecto o rasgo de uno, tanto el lider como el miembro de
la masa desechan también otros aspectos o rasgos diferenciados que conviven en
ellos mismos.
ù Anular la distancia en cada uno entre el yo y el ideal
del yo.
Consideremos que tal distancia es la que incita al
trabajo, la inversión, la creatividad, el intercambio y el riesgo. La anulación
de esta distancia permite advenir la ilusión de que todo es posible ya, sólo
sobre la base de la conjura libidinal, el espontaneísmo, el "cé gual"
de Minguito Tinguitella.
Advertí ya acerca de que el tratamiento de la
manipulación exige una tarea multi e interdisciplinaria ciclópea, movilizante y
, a la postre, gratificante. Se trata
así de una tarea que me excede y excede los naturales límites de una columna.
Por lo tanto, haré sólo una muy breve referencia a uno de los aportes que
brinda la semiología, originado en Lèvy
Strauss - Todorov[iv] y
que éste formula así: el relato
representa proyección sintagmática de una red de relaciones paradigmáticas.
En la manipulación se da una reducción notable de las
opciones (o sea se da una casi eliminación de la red de relaciones
paradigmáticas) y se construyen relatos o discursos generalmente dilemáticos,
por ejemplo, del tipo "o reorganización nacional o caos", "o
reducción del deficit fiscal o riesgo país", " o pena de muerte o
inseguridad creciente". Entre las opciones (o sea entre las posibilidades
que brinda la amplitud de un paradigma), al instalarse la manipulación
desaparecen la de reconstruir maduramente las instituciones, la de promover la
negociación, la de convocar a la ciudadanía para una gesta colectiva, la de
incentivar el desarrollo económico y social a partir de las propias
capacidades, la de modificar la política exterior y otras muchas que enumerar
aquí provocaría la justa impaciencia del lector.
Si bien la semiología y el psicoanálisis se encuentran a
cada vuelta de esquina, como muy fundadamente lo demuestra Christian Metz [v],
quiero llamar la atención sobre una cuestión cardinal en la que confluyen más
que naturalmente. Tiene que ver con algo constitutivo de la especie humana y
que da cuenta del soporte original de la manipulación. Incluso la máxima de
Goebbels "miente, miente y miente..." -máxima que prologa "el
manual de la manipulación"- testifica la existencia de este soporte: el
engaño primordial.
Tanto en el desarrollo evolutivo de la persona como de la
especie hay, hubo, un momento en el cual la creencia en el superpoder asociada
a la negación de la diferencia organiza la percepción del mundo: onmipotencia
del padre o de la madre, omnipotencia de la divinidad, omnipotencia de la
palabra y del pensamiento unidas al desconocimiento de la diferencia sustancial
que oportunamente precipitará el complejo edípico según la perspectiva
freudiana. Simultáneamente el acceso a la significación es ante todo aceptar
que algo es sustituído por otro algo: en simple, la cosa o el primer referente
por el signo. Así, el bebé tomará la mamadera o se valdrá del chupete para
sustituir el pecho de la madre o el pequeño jugará con su osito de peluche
-representante del animal signado como carismático y negado en su condición de
indómito-.
El sistema de creencias alumbrado por el engaño
primordial nos acompañará toda la vida y será fuente de la capacidad simbólica,
del intercambio social, de la creatividad hasta en sus expresiones más
sublimes, de la posibilidad de producir, de la aptitud y el goce de amar, de la
ensoñación. Pero en su inexorable ambivalencia, será también el sustento de la
ingenuidad colectiva que tan intrínsecamente está incorporada a la manipulación
de masas.
Ya casi dos mil años antes que sus émulos nazis, los
incendiarios del Reichstag, sospecho que Nerón intuía buena parte de lo aquí
descrito, cuando según la leyenda tañía la lira mientras contemplaba a Roma
envuelta en las llamas que su mano había provocado.
Si bien en la nota aludí a casos y aoontecimientos
paradigmáticos extraídos de la política propiamente dicha, vale aclarar que lo
antedicho también lo considero aplicable a los variados ámbitos de la comunidad
y a todas las épocas históricas así como al presente. Por cierto, el desempeño
de unos cuantos productores de televisión confirma este juicio.
[i] Fernández, Macedonio: Metafísica, CEAL, 1977, Buenos Aires
[ii] Bion, Winfred: Experiencias en grupos, Paidós, 1972,
Buenos Aires
[iii] Freud, Sigmund: Psicología de las masas, Amorrortu,
1979, Buenos Aires
[iv] Todorov, Tzvetan: Las categorías del relato literario, (en
donde cita como fuente a Lèvy Strauss), incluído en Análisis estructural del relato, Premiá, 1985, México
[v] Metz, Christian: Psicoanálisis y cine. El significante
imaginario, G. Gili, 1979, Barcelona
Rubén Rojas Breu. El deseo de la estrategia. Primera
edición. Buenos Aires. CIAP FCE UBA.2014. La primera edición es del CIAP FCE
UBA 2012.