Rubén Rojas Breu
EL INDEFENDIBLE
NÚCLEO IDEOLÓGICO DE LOS LIBERTARIOS
Según la ONG humanitaria británica Oxfam el 1 % más rico del
planeta posee más riqueza que lo que dispone el 95 % de la población mundial.
Estos datos coinciden con los publicados por diversos organismos
y medios especializados, como el Banco Mundial o la revista Forbes.
Desde 2020 la fortuna conjunta de los cinco
hombres más ricos del mundo se ha disparado hasta superar el doble mientras que
la riqueza en manos del 60% más pobre de la población ha disminuido.
Entre esos cinco se encuentra Elon Musk, un ídolo de Milei y los suyos.
También tal desigualdad es notoria a nivel geopolítico: el Norte rico
acumula el 70 % contra el 30 % del Sur pobre.
Vivimos en la era de una “oligarquía global” según la Oxfam.
Es más apropiado el término acuñado por Jenofonte, en el siglo IV AC:
PLUTOCRACIA, la oligarquía de los más acaudalados.
Como nunca en la Historia de la humanidad la riqueza económica busca
constituirse en el basamento excluyente del poder político y geopolítico y
condiciona la cultura, lo social y la moral.
Esa riqueza está en las manos de grandes accionistas con nombre y
apellido, algo muy distinto de las ya clásicas sociedades anónimas y también de
lo que pasa a ser una suerte de especie en declinación: los empresarios.
Los magnates desplazaron a las empresas y los empresarios, las cuales y
los cuales pasaron a ser instrumentos a su servicio.
A los plutócratas lo que más importa no son las empresas, ni lo que
producen y ofrecen ni tampoco sus demandas, sus usuarios o sus consumidores.
Menos que menos importan las naciones, los estados y las ciudadanías.
Puede fácilmente comprobarse que tales megamillonarios poco y nada saben
de lo que los conglomerados que controlan hacen, de lo que producen o de los
servicios que prestan.
Para ellos, las corporaciones que controlan son cajas de caudales con
las que digitan gobiernos, promueven guerras, protagonizan la carrera espacial,
adquieren corporaciones, disponen a su antojo de territorios, hoteles,
mansiones, aviones, buques, yates, joyas, diamantes y todo lo que complazca su
apetito insaciable por dominar y ostentar.
Valga un deplorable ejemplo: las gerencias de Edesur, Edenor y similares
operan para sus mayores accionistas, desinteresándose de usuarias y usuarios.
Ídem vale para todas las grandes corporaciones, financieras,
industriales, agrarias, tecnológicas o de servicios.
CEOS y gerencias se dedican a satisfacer la voracidad de los cuasi
billonarios en desmedro de países, poblaciones y clientelas.
Una ideología deshumanizante sostiene a esta manada de
Minotauros del presente, a esta patronal global.
Es la ideología a la que responden el caudillo libertario que nos
gobierna y la horda que lo impulsa, ideología que desconcierta y amilana
política e intelectualmente a la fallida oposición desde los autoproclamados
“nacionales y populares” pasando por las variantes progresistas hasta la
izquierda clasista.
Es la ideología con la que arremeten contra naciones y pueblos.
Es PURA IDEOLOGÍA aberrante que se opone a la justicia y a
los derechos, que avala dictaduras y al despotismo global, que repudia a la
ciencia, al arte y a toda manifestación humana o humanizante.
Su núcleo consiste en un conjunto cerrado de creencias anacrónicas tales como:
-
La de la superioridad del
“individuo”, una noción obsoleta, tal como
lo demuestro con la producción de mi autoría, el Método Vincular.
Para esa creencia, el “individuo” existe o es posible únicamente sobre
la base de oponerlo a la masa.
Es decir, en esa ilógica, el individuo triunfa sobre la base de
destacarse de la masa.
La resultante es que sólo algunos llegan a alturas celestiales, de
esplendor económico y de dominio político, de privilegios faraónicos sobre el
trasfondo del sometimiento de las grandes masas de los comunes.
Para ser “individuo” exitoso se necesita que miles de millones sean
miserablemente iguales entre sí, ya que, de no ser así, no existiría el
distinto e inalcanzable que triunfa y domina.
Como en la serie coreana “El juego del calamar” alcanza la meta el “individuo”,
mientras los “demás” caen en masa.
Es la posición francamente diabólica que socava, hasta destruirlas, a la
solidaridad, a la justicia y al bienestar colectivo y que lleva a la extinción
de la humanidad y de la Tierra.
Milei y los libertarios creen en la “sociedad de individuos”,
la cual nada que ver con la Sociedad.
El “león” lame y sirve a sus domadores.
En la “sociedad de individuos” se enriquecen obscenamente poquísimos
mientras naufragan las grandes mayorías.
Esos poquísimos cegados por sus ambiciones compiten entre ellos
belicosamente impulsando la violencia que estamos soportando.
-
Otra creencia, que engrupe a muchos de nuestros jóvenes es la de que los ricachones
se merecen sus fortunas, las cuales habrían amasado gracias a la inteligencia,
la aptitud para competir y el esfuerzo.
Tal zoncera les hace suponer que
cualquiera con esas virtudes puede llegar a tal pedestal.
Se omite que esos poderosos se
valen y valieron de los estados, de sus vinculaciones grosas, de la evasión de
impuestos y de transas y negocios inconfesables.
Véase cómo trafican con las
guerras.
-
Otra creencia es la de que el
Estado es un obstáculo, una creencia descaradamente
encubridora toda vez que sin los estados tales magnates no serían ni por
casualidad potentados.
Gran parte de las elaboraciones de economistas y de intelectuales de
toda laya son solventadas por estos magnates, en todo el planeta con cabecera
en las universidades yanquis.
Así acribillan con “papers” y con doctorales disertaciones señalando con
el dedo índice el camino inexorable a seguir, a la vez que amonestan o
recriminan a las naciones, pueblos y gobiernos que buscan su emancipación y su
propia vía.
Frente a esta indefendible ideología es perentorio impulsar el
conocimiento científico de lo Humano o de lo social, al mismo tiempo que
revitalizamos la Política que es la gran herramienta de los pueblos.
Rubén Rojas Breu
Buenos Aires, enero 9 de 2025
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