Rubén
Rojas Breu
RÉGIMEN
O PUEBLO ES LA DISYUNTIVA QUE SE JUEGA EN LA ARGENTINA.
SOBRE
EL ROL DE LAS ASAMBLEAS POPULARES
El
gobierno libertario fue derrotado en su primera brevísima etapa.
El
acontecimiento más resonante de la derrota es la caída de su ley ómnibus, pero
a tal acontecimiento se suman fracasos varios en su gestión, así como la
pérdida de gran parte de sus apoyos tanto entre factores de poder como en el acompañamiento
de la población que lo catapultó; sus votantes están desertando y los que lo
siguen avalando carecen de conciencia política, de cultura política y no tienen
idea de qué y a quienes están respaldando ni de cuáles son sus políticas.
Los
actores que le infligieron tamaño revés son:
-
En primer lugar, el Pueblo por medio de su
contundente, persistente y tenaz movilización.
-
En segundo lugar, las cada vez más
dubitativas corporaciones y, fundamentalmente, “la casta política” que lo dejó
pagando en el desprestigiado Congreso.
Sin
embargo, lo que acabo de describir es apenas una parte de lo que está
sucediendo: es la parte visible del témpano.
Porque
no tambalea solamente el gobierno paleolibertario; está en riesgo de derrumbe todo
el Régimen, el Régimen político institucional heredado de la dictadura genocida.
Agoniza
el Régimen institucional que sostiene y cobija a una configuración social y
económica tremendamente injusta y que hace estragos con nuestra cultura a la
par de que abre las puertas de par en par a la penetración extranjera,
particularmente a la yanqui.
Pero
téngase en cuenta que una agonía, un coma, puede prolongarse en el tiempo
gracias a la tecnología de avanzada: así sucede, ya que dicha agonía comenzó
sobre fines del 2001.
Es un
Régimen que, con idas y venidas, con diferencias de matices, respondió a las
grandes corporaciones globales y locales que someten a la Nación, al Pueblo y a
los trabajadores en todas sus variantes.
Ese
Régimen atravesó etapas en las que se arrodilló ante la oligarquía, ante las
grandes patronales y ante el imperialismo.
Dichas
etapas alternaron con gobiernos demagógicos que practicaron el gatopardismo.
No
hubo transformación de raíz ni mucho menos un Proyecto de gran alcance para la
Argentina.
El
Régimen tuvo dos grandes salvatajes.
-
El primero, en 2002/2003 cuando se bamboleó,
cuando sus cimientos fueron socavados por la genuina rebelión popular.
Los
factores de poder y las dirigencias políticas y sectoriales, a la manera de las
plaquetas de la sangre, salieron a suturar la gran herida abierta.
Para
tal cometido, debilitaron hasta la extinción a las fuerzas populares,
particularmente a las asambleas, y con el recurso electoral encaramaron un
gobierno supuestamente renovador o innovador que sostuvo al Régimen; ese
gobierno se estiró en el tiempo alternando con la derecha recalcitrantemente
antipopular y antinacional.
-
El segundo salvataje del Régimen justamente
lo está intentando el gobierno libertario, un gobierno absolutista teocrático.
Contra
lo que Milei y los suyos vociferan, este gobierno viene a sostener a todas las
castas y a preservar un Régimen devenido obsoleto, insatisfactorio, contrario a
los intereses de nación y pueblo.
Dicho
con la mayor claridad: Milei vino a salvar al Régimen, vino a preservar los
intereses de los concentradores de poder y de riqueza y, también, de todas las
dirigencias políticas y sectoriales.
De
ahí las alianzas, contubernios y, también, las falsas o seudo oposiciones.
No
hay modo más artero y más efectivo para sostener un Régimen injusto que el de
cacarear contra algunos actores del mismo, generando antagonismos engañosos que
lleven a la sociedad y a las masas a distraerse en “contradicciones
secundarias” y, citando a Perón, a perder dolorosamente el tiempo en
gallináceas.
Hasta
los opositores más intransigentes o que se visten de tales transan de una
manera o de otra con el gobierno libertario.
Sumergidos
en la ambivalencia, se oponen, por un lado, pero lo legitiman por otro porque
olfatean que un fracaso definitivo de Milei y sus huestes conlleva la caída de
todo el Régimen.
O
sea, un naufragio de Milei arrastraría a la totalidad de los poderosos, a la
totalidad de los dirigentes políticos, gremiales y sociales, a la totalidad de
los gobernadores, legisladores, intendentes, etc.
Lo
sostienen ahí, con hilvanes y zurcidos, apelando a roscas, discursos vacuos,
impulsando recambios, cuestionándolo a medias y frenando la movilización
popular descaradamente.
Que
la referente más notoria de la oposición dizque “nacional y popular” elogie a
Milei argumentando como argumenta es un lapsus elocuente que confirma lo
antedicho.
De
paso sea dicho, la atracción irresistible del espejo lleva al desvarío.
Ese
lapsus, por decir lo menos, se suma a todos los comportamientos que esa imaginaria
oposición ha tenido y tiene desde el gobierno de Cambiemos, pasando por el del
FdT hasta el de la actualidad “libertaria”.
La
izquierda más izquierdista, más allá de su compromiso y del respeto que se ganó,
lejos de poner en cuestión al Régimen, lo sostiene con su voluntarismo y es
llevada por el temor a sacar los pies del plato; deriva en una versión más del
progresismo o en una variante reformista.
Puede
vaticinarse que una epidemia de prosopagnosia va a desencadenarse entre
gobernantes, dirigentes y poderosos: van en camino de terminar no viéndose las
caras.
A
todo ese espectro los cautiva una columna fundamental del Régimen: los medios
masivos, que los encandila como la luz a las polillas.
En
consecuencia, como vengo diciendo, el Pueblo viene dando la lucha en soledad.
El Pueblo
se movilizó.
Impuso
a las centrales sindicales, CGT y CTAs, la realización de un paro activo determinante
y se expresa, también, a través de cacerolazos, de acciones sectoriales, de
reclamos sonoros y, asimismo, de comportamientos que expresan retracción como
abstenerse de consumir al punto de sufrir, paralelamente, el hambre que hace
estragos entre niñas, niños, adolescentes, jubiladas y jubilados.
El
Pueblo grita con toda su voz que no cree en nadie y que no quiere seguir a
nadie.
En
ese contexto, desde el inicio del gobierno absolutista, surgen las Asambleas,
asambleas barriales, vecinales, populares.
Opto
por denominarlas Asambleas del Pueblo, confiado en que cumplan su misión,
superando categóricamente a las fracasadas de 2001-2003, de las cuales
participé.
Las
Asambleas están creciendo en convocatoria, en participación y en influencia en
todo el país.
No
obstante, creo que todavía tienen que madurar bastante para tener claros los Objetivos
Estratégicos que las hagan una opción eficaz para la transformación, para la
concreción del Proyecto.
En
este momento las veo abocadas a la resistencia, lo cual es comprensible; pero,
si quieren alcanzar la victoria, deberán pasar más temprano que tarde a la
ofensiva.
Se
plantea una disyuntiva para las Asambleas:
Una
salida de bajas aspiraciones que lleva a terminar corriendo atrás de
organizaciones, agrupaciones o figuras líderes que no son más que cartas
conocidas del Régimen. Esto equivale a reeditar el fracaso de 2003.
La
deseable, la que impulso con todas mis ansias: devenir en expresión acabada del Pueblo, en
erigirse en su expresión más representativa y auténtica.
Sucintamente,
para tal cometido, las Asambleas tienen que elaborar un Proyecto de
emancipación y de realización de la Argentina, de la nación y del pueblo,
construir la conducción política y organizar cubriendo todo el territorio y
conteniendo a las mayorías.
Es
todo un desafío, pero así están las cosas.
En
resumen, se trata de la alternativa Régimen o Pueblo.
Como
sentenció San Martín: “serás lo que debas ser o no serás nada”.
El
Pueblo es Pueblo o cae en la nada.
Las
Asambleas, si responden al Pueblo, serán quienes enarbolen el proyecto,
conduzcan y organicen o no serán nada.
Rubén
Rojas Breu
Buenos
Aires, febrero 13 de 2024
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