domingo, 25 de mayo de 2025

EN UN TRISTÍSIMO DÍA DE LA PATRIA EN LA ARGENTINA

 



 

Rubén Rojas Breu

 

EN UN TRISTÍSIMO DÍA DE LA PATRIA EN LA ARGENTINA

 

Estamos viviendo un tristísimo, penosísimo, día de la Patria

 

El gobierno libertario se conduce en un sentido extremadamente opuesto a nuestros revolucionarios del 25 de mayo de 1810.

 

Ese pueblo de 1810 y sus líderes aspiraban a la liberación del despotismo y a la realización en plena autonomía de nuestras tierras y sus pobladores.

 

La decisión de aquellos loables revolucionarios tenía como antecedentes, el heroico rechazo popular de las invasiones inglesas de Buenos Aires, las rebeliones emancipadoras de nuestros pueblos originarios de América Latina, la revolución haitiana, la primera de todo el continente americano y la trascendente Revolución Francesa, parcialmente antecedida por la Gloriosa de Inglaterra

 

Sin duda, esta fecha para la ultraderecha y la derecha argentinas, con los Milei, los Macri y sus esbirros a la cabeza les causa malestar; seguramente hubieran preferido que los ingleses en 1806 y 1807 se hubieran apropiado de nuestro territorio y nuestra población.

 

La gesta sanmartiniana, la declaración de la Independencia y tantas obras para el logro de nuestra autonomía, de nuestro desarrollo integral, de nuestra unidad latinoamericana continúan lo iniciado en 1806, 1807 y 1810.

 

Seguramente la fratria Milei, sus aliados y prosélitos hubieran querido asistir a un tedeum el 4 de julio en conmemoración de aquel 1776 en el que esclavistas supremacistas blancos, que no querían pagar impuestos, lograban sacarse de encima a la corona inglesa gracias a las fuerzas militares francesas y españolas.

 

Porque de eso se trata: esta ultraderecha y derecha quieren sumarnos como una estrella más en la más repudiada bandera del planeta.

 

Tampoco puedo aprobar de ninguna manera que se equipare la conmemoración del 25 de mayo de 1810 con el de hace 22 años: es vergonzoso, denigrante, falso.

 

Tal equiparación es expresión de egolatría y de fingimiento, de creencia estúpida en que tuvimos “días felices” mientras nos hundíamos más y más en la pobreza, en el atraso, en las grietas ficticias, en la desunión de las argentinas y de los argentinos.

 

Actos de recordación de la ascensión al gobierno de una facción se acercan al insulto para las mayorías que están penando y solamente satisfacen la autolatría de una imaginaria lideresa y los gustos pueriles de grupitos fantasiosos.

Liturgia y rituales gastados y propios de la zoncera y de la resignación.

 

Ningún 25 de mayo equivale en lo más mínimo al de 1810; en todo caso, al que cabe valorizar es al de 1973 cuando el Pueblo argentino, con la conducción de Perón, del peronismo fundacional y con el apoyo de las fuerzas más democráticas de entonces, llega al gobierno, después de terribles dictaduras antecesoras de la que se instaura a partir de 1976.

 

A aquel peronismo fundacional se lo desterró, particularmente a partir de la muerte de Perón. La Renovación Peronista de los 80 fue un intento encomiable que no logró materializarse.

 

Ahora tenemos seudo peronismos con diversos nombres y similares cataduras más allá de diferencias irrelevantes: menemismo, kirchnerismo, massismo, kicillofismo y sigue la lista.

 

Su acción depredadora en el caso del menemismo y sus vertientes o su comportamiento mediocre, carente de proyecto y plagado de oportunismo por parte de los otros seudo peronismos, nos llevaron a una decadencia que hasta parece irreversible, alejándonos de la emancipación y de la realización, distanciándonos gigantescamente de las aspiraciones de Moreno, Belgrano, Castelli, San Martín, Artigas, Dorrego, Azurduy, Macacha y Martín Güemes y tantas y tantos más, incluyendo a todas y todos los que integraban nuestro pueblo de entonces, las y los humildes liberadoras y liberadores de aquella época.

 

Hoy estamos en un círculo vicioso por el cual los seudo peronismos, los progresistas y quienes se proclaman de izquierda retroalimentan y se retroalimentan con la derecha y la ultraderecha.

 

Una patológica simbiosis por la cual acuerdan consciente o inconscientemente compartir el manejo de nuestro destino, buscando, electoralismo mediante, alternarse para mantenernos en la decadencia atroz anestesiando con diferencias gallináceas.

 

Se dice que vivimos una época en las que nos está matando el “individualismo”: falacia, ya que “individuo” es una falacia o una noción obsoleta mal aplicada.

 

Los que nos amenaza, lo que nos destruye, es la psicopatía.

 

No estoy considerando a la psicopatía dentro de los límites de la psiquiatría o de la psicología. No la estoy restringiendo a las conductas de los asesinos seriales, los criminales de toda índole o los violentos de género.

 

La psicopatía se puede describir como una configuración sociopolítica, más allá de bases psicológicas.

 

Como tal tiene como rasgos predominantes la falta de empatía, el empleo de la violencia verbal y física con propósitos intimidatorios, la hostilidad manifiesta contra los débiles

 

La psicopatía hoy es ante todo social, por origen y por efectos: es, por lo tanto, del orden de la Política, es una práctica que se desenvuelve dentro de la política, más propiamente dentro de la politiquería.

 

La psicopatía está ahí: en el entramado social estimulando el avance de los más crueles, de los más desquiciados, de los más fallutos, de los más frívolos, de los más embaucadores, de los más transeros y, también, de los más cobardes

 

La psicopatía se caracteriza por la total falta de empatía, por el empleo tenaz de la impunidad, por la carencia del sentimiento de culpa o el remordimiento,  por el logro a toda costa de satisfacer la egolatría, por el impulso de la endogamia, por la hostilidad brutal al humilde y al desamparado, por la destrucción de todo lo que pueda resultar bueno para las mayorías, por la manipulación aprovechando los puntos débiles de la mayoría de las personas y de aquellos a quienes considera enemigos, por el desprecio por el conocimiento y el odio a la cultura, por avanzar a toda máquina contra el pueblo y la nación, con engrupir a los desposeídos de que vendrá un futuro feliz o de que están consiguiendo beneficios, aunque no los perciban.

 

 

En consecuencia, la crueldad es intrínseca a la psicopatía, crueldad instaurada para regir en toda la sociedad. La psicopatía busca como fin último la destrucción de la cultura, de toda la cultura, y por lo tanto, acabar con la Humanidad misma.

 

La contundente abstención electoral que se está dando en todos los comicios revelan que la voluntad popular es acabar con todo esto. Esa abstención demuestra un altísimo nivel de conciencia política, pese a lo que predican los personeros de un régimen político institucional y un régimen electoral agotados y contrarios a los intereses nacionales y populares.

 

Para enfrentar esta decadencia es que necesitamos imperiosamente un Proyecto (una referencia es el de mi autoría ya publicado en rubenrojasbreuelaula.blogspot.com).

 

También requerimos construir la conducción política, la organización política y la cultura política.

 

Es perfectamente posible.

 

Poner manos a la obra según lo antedicho es recordar de verdad la gesta de los revolucionarios de Mayo y retomar el camino de nuestros grandes emancipadores.

 

Rubén Rojas Breu

Buenos Aires, mayo 25 de 2025

 

 

 

 


martes, 20 de mayo de 2025

A PROPÓSITO DE LA INCERTIDUMBRE Y TEMORES POR RESULTADOES ELECTORALES EN BUENOS AIRES

 


 

Rubén Rojas Breu

 

A PROPÓSITO DE LA INCERTIDUMBRE Y LOS TEMORES POR LOS RESULTADOS ELECTORALES EN CABA

 

Soy consciente de que se me puede considerar optimista e, inclusive, cándido por desarrollar análisis que tienen por objeto estimular a quienes luchamos y devaluar a estos déspotas a cargo del gobierno.

 

Pero dirigir, guiar, esclarecer y estimular la acción popular tiene como requisito esencial el de destacar las propias fuerzas y, al mismo tiempo, mostrar las debilidades de las tiranías y de quienes se autodefinen como enemigos de la nación, del pueblo, de los trabajadores, de los jubilados, de los postergados.

 

 

Así que yo, aprovechando mi vocación para articular ciencia y política, lo que hago sistemáticamente es cumplir con tal requisito, apuntando hacia arriba, valorando las propias capacidades y bajándole el precio a las condiciones de quienes enfrentamos.

 

Es decir, me ocupo de optimizar en nuestro favor las relaciones de poder, habitualmente mal llamadas relaciones o correlaciones de fuerzas.

 

Con más razón siento que tengo que cumplir con tal requisito cuando percibo que acontecimientos como las recientes elecciones en CABA desaniman, desconciertan, confunden o desorientan a militantes, a quienes se comprometen en serio, a quienes tienen ideales basados en la justicia, la emancipación y la realización nacional y popular.

Entre militantes y comprometidas y comprometidos brotan por todos lados y como hierbas malas temores al advenimiento de un neofascismo, a que el gobierno avance con más impulso en su crueldad y en su depredación, a que la represión se incremente, a que si cae Milei puede advenir algo muchísimo peor.

 

Más allá de que la incertidumbre y tales temores tengan sus razones son paralizantes, son contraproducentes para la acción popular, son lesivos y, por supuesto, fortalecen a estos déspotas y sus hordas.

 

“Yo puedo ser más psicópata” declaró Milei en respuesta a sus contendientes.

 

A partir de esta frase tan ilustrativa podemos hacer un análisis que contribuya a levantar ánimos y, sobre todo, a encontrar un sendero para enfrentar esta pesadilla y para guiar la acción popular.

 

En rigor, Milei o la fratria Milei (hermano y hermana), así como sus cofrades y esbirros, se ubican en la sociopatía.

Pero, considerando que él usó “psicopatía” y que esta denominación nosológica es más conocida voy a basarme en ella.

 

Entre la muy florida variedad de indicadores, síntomas o rasgos que caracterizan a la psicopatía (o a la sociopatía) voy a seleccionar el más útil y elocuente para entender lo que sucede actualmente.

 

Ese rasgo dominante de la psicopatía es el de buscar, aprovechar y explotar en su beneficio la debilidad de quienes consideran enemigos.

Esta horda libertaria encabezada por la fratria Milei se caracteriza por eso: busca denodadamente los puntos débiles de los oponentes para construir su fuerza.

 

Dicho de otro modo, su fuerza es la debilidad del otro.

 

No se piense que lo hacen desplegando inteligencia o aplicando conscientemente una estrategia. Lo hacen inconscientemente, como si les saliera natural o espontáneamente, sin reflexión, sin conocimientos, sin creatividad.

 

Es un continuo actuar sin pensar, es un continuo comportarse con impunidad.

 

 

Ese modo de conducirse se aprende desde el nacimiento mismo, desde antes de que se comience a desarrollar la inteligencia y la sociabilidad compleja, evolucionada. Corresponde, además, a las etapas más primitivas del desarrollo de la humanidad, se remonta a miles o decenas de miles de años atrás: es el retorno de configuraciones sociales extremadamente arcaicas.

 

La fratria Milei aprovecha debilidades tales como la falta de conducción política, la caída estrepitosa de la cultura política, la declinación colosal de las organizaciones políticas, gremiales y sociales, la ausencia de un Proyecto de emancipación y de realización.

 

Aprovecha también la sensación de las fuerzas populares de sentirse débiles o impotentes ante tanta psicopatía o sociopatía, ante tanta impunidad, ante tanta depredación y ante tanta amenaza de que se nos viene encima el neonazismo o el neofascismo.

 

Es decir, aprovecha los miedos, el desánimo, la desilusión.

 

Ellos llegaron allí por impulso de la horda hija de la dictadura y, luego, muy especialmente alentada por el menemismo y los gobiernos siguientes, fuera por gusto o fuera por ineficacia.

Llegaron allí también por tantas frustraciones acumuladas.

 

La horda, cuyo modelo es el del criminal, el del violento, el del violador o el del estafador, aprovecha la debilidad de la víctima.

Eso hacen estos libertarios: parasitar la debilidad o supuesta debilidad del campo popular.

 

Cabe una respuesta en espejo, por simple que parezca: mostrar continuamente sus debilidades, mostrar continuamente que ellos son impotentes política e intelectualmente.

 

Así, por ejemplo, hay que gritar a los cuatro vientos que no ganaron en CABA: en CABA ganó la abstención, en CABA sólo obtuvieron el 15% del voto según el padrón electoral o, mirado desde el otro ángulo, el 85% de tal padrón no los votó.

 

EL 85% DE LOS ELECTORES PORTEÑOS NO VOTÓ A LOS MILEI


Ellos se hacen fuertes basándose en que obtuvieron el primer lugar; pero ¿qué primer lugar? Un 15% es un valor ridículo como para tamaña pretensión.

 

Arteramente, psicopáticamente, hacen sentir que el resto perdió tapando la circunstancia de que ni siquiera tienen ya a su favor el famoso “núcleo duro” de su 30% de hace un año y medio.

 

Reprimir, intentar todo el tiempo negociaciones complicadísimas con opositores indignos o inútiles, rosquear en un Congreso desacreditado, buscar cómplices en un Poder Judicial con bajísima credibilidad, un aislamiento internacional calamitoso, empezando por América Latina, su pésimo manejo en política internacional incluyendo sus comportamientos con el papa Francisco y su reemplazante, su actitud con el recientemente extinto Mujica, su paupérrimo bagaje intelectual en todos los órdenes, su incapacidad para controlar la macroeconomía, su ignorancia supina en política, sociología, economía, tecnología y en las ciencias en general nos hablan de un cúmulo descomunal de debilidades.

 

No podemos hacerle el juego a esta banda de psicópatas mirando nuestras debilidades sin poner sobre el tapete las de ellos.

 

Tenemos que encontrar las claves para fortalecernos.

 

Esas claves no están en el electoralismo, no están en un régimen electoral obsoleto.

Esas claves están en la organización y la movilización popular, a cuya vanguardia estamos los más viejos y las más viejas, los jubilados y las jubiladas, los mismos y las mismas que tuvimos nuestro bautismo de fuego a fines de los 50, en los 60, en los 70 y hasta en los 80 y también gestando la epopeya del 2001 traicionada por las dirigencias burocráticas de entonces.

 

Entre esas claves están también la asunción de un Proyecto, la elevación de la cultura política, la construcción de la conducción política todavía inexistente y la organización nacional, popular y de los trabajadores que aspire a la victoria.

 

Una conclusión: ellos buscando debilidades en los otros para fortalecerse, fragmentan cada vez más.

 

Por lo tanto, nosotros tenemos que CONVOCAR con la mayor apertura, UNIR, SUMAR, CONGREGAR.

 

Rubén Rojas Breu

Buenos Aires, mayo 20 de 2025

 

 

 

 

 

 


domingo, 18 de mayo de 2025

UN PRIMER ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS ELECTORALES EN BUENOS AIRES

 


 

Rubén Rojas Breu

 

UN TEMPRANERO ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS ELECTORALES EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

 

Expertos, periodistas, analistas, encuestadores y toda la runfla mediática incurren una vez más en sus interpretaciones antojadizas, infundadas y estúpidamente tendenciosas.

 

Se centran en los aspectos menos relevantes de los resultados electorales afirmando pavadas tales como: “que se afirma Milei”, “que ganó la yunta Adorni-Milei”, “que perdió el Pro en fase de extinción”, que “Santoro salió segundo”, “que en CABA siempre ganó la derecha o el gorilismo”, etc . etc.

 

Pasan por alto el dato sustancial, el dato relevante por excelencia: la bajísima participación, la menor de la historia.

 

Esa bajísima participación se dio también en todas y cada una de las provincias en las que hubo comicios en lo que va del año.

 

Eso significa que ganó la abstención, que gana la no participación en todo el país.

 

Teniendo en cuenta la suma de los que no fueron a votar más blancos y nulos, la ABSTENCIÓN superó cómodamente el 50%, mientras que Adorni ponderando adecuadamente los datos obtuvo solamente el 15% del padrón y Santoro arañó el 14%.

 

Esta bajísima participación que se dio en CABA y que se viene dando en todo el país confirma lo que vengo analizando y planteando desde hace mucho sobre la base de mis conocimientos, producción y extensa trayectoria en política.

 

Esa bajísima participación indica:

 

1.        Que ya es obsoleto el régimen político institucional de la Argentina.

 

2.        Que también está acabado este régimen electoral.

 

3.        Que no hay dirigencias capaces de convocar ni de generar el más mínimo respeto o atracción.

 

 

4.           Que no hay Proyecto; aclaro que yo propongo uno que publiqué en rubenrojasbreuelaula.blogspot.com

 

5.        Que la decadencia y el atraso son atroces

 

 

6. Que carecemos de conducción política, de cultura política y de organización política.

 

Es decir, tenemos que construir la democracia, es la gran deuda que nos tenemos.

 

El clima de fiesta que viven los libertarios con su paupérrimo 15% real es el propio de los necios que se alegran fácilmente, se inflan y se agrandan como si hubieran triunfado en una competencia de la fórmula 1 cuando apenas raspando ganaron una carrera de embolsados en un país hundido en la decadencia, decadencia muy simbolizada por los anegamientos que viene padeciendo desde hace un tiempo y ahora mismo.

 

Creerse los libertarios ganadores y habilitados para seguir cometiendo sus barbaridades y ejerciendo su maldad es fraude liso y llano, es malversación de resultados electorales mentirosos.

 

 

Concentradores de poder y de riqueza, factores de poder, medios, encuestadores, expertos en nada y oportunistas y hasta malvivientes celebran bailando en un pantano o comentan crítica o aprobatoriamente con anteojeras y pasmosa mediocridad.

 

Así que a no dejarse llevar ni decaer por tanta puesta en escena, por tanta charlatanería, por tanta ridiculez, por tanto despotismo.

 

Creer que ganó el gobierno nacional, creer que ganó la fratria Milei y creer que ganó la ultraderecha es dejarse llevar por las apariencias y caer en la trampa de los manipuladores.

 

El Pueblo sigue y seguirá dando la lucha en soledad sabedor de que nada es más potente que la organización y la movilización.

 

Rubén Rojas Breu

Buenos Aires, mayo 18 de 2025

 


martes, 6 de mayo de 2025

UNA MIRADA SINGULAR SOBRE LA SERIE ARGENTINA "EL ETERNAUTA"

 



Rubén Rojas Breu

 

UNA MIRADA SINGULAR SOBRE LA SERIE ARGENTINA “EL ETERNAUTA”


Mi conciencia, tan implacable como ardiente me impele a expresarme en torno a una serie que ha logrado significativa repercusión.

Me digo a mí mismo que no puedo ausentarme ante un acontecimiento que se ubica tan de lleno en la argentinidad.

Al mismo tiempo aclaro que afronto la cuestión con una mirada singular, una mirada que difiere de lo que se divulga sobre esta nueva serie, distinta de lo que leo o escucho continuamente, tanto de la Argentina como del exterior.


Una demostración de la singularidad de mi mirada es que la serie en ésta, su primera temporada, me genera ambivalencia.

Por un lado, valoro enormemente que una historieta excepcional, una auténtica novela gráfica de gran originalidad de un autor argentino tan valioso e innovador como Oesterheld recobre la actualidad que merece gracias a la serie.

También valoro hasta cierto punto el esfuerzo, lo bueno que pueda encontrarse en la realización de la serie, particularmente la estética, la fotografía, el ritmo, la cámara y varias de las actuaciones.

Por otra parte, en cambio, asumo una posición crítica acerca de esta primera temporada de la serie, particularmente en estos aspectos:

- El desequilibrio entre la fuerte impronta tecnológica, los efectos especiales y/o la inteligencia artificial de un lado y la comparativamente débil tensión dramática.

Es decir, lo tecno, el impacto de lo visual a la manera de la inteligencia artificial tiene más peso que la dramática, que la intensidad de una trama, que las interacciones entre personajes, que las composiciones de los personajes, que los diálogos que en las distintas versiones de la historieta de Oesterheld y sus dibujantes Solano López o Breccia son sumamente potentes, movilizadores.

Quizá la combinación del espíritu de época tan afecto al impacto por el impacto mismo con los condicionamientos de la yanqui Netflix hayan sido determinantes en tal desequilibrio.


- Que el personaje protagónico sea interpretado por Ricardo Darín es desafortunado.
Y por cierto que es factor de la débil tensión dramática a la que ya me referí.

Darín carece de la capacidad actoral, de la formación intelectual y de la cultura política que se requieren para dar vida a Juan Salvo.

Mi opinión de siempre es que Darín actúa de Darín: siempre monocorde, siempre igual a sí mismo, siempre elegido porque resulta atractivo para la masa ya que genera fácilmente identificación; claro que tal atractivo se traduce en taquilla.


Además, el perfil de Darín no tiene similitud ninguna con el Juan Salvo ideado por Oesterheld y sus dibujantes.


En general, sus compañeras y compañeros del elenco lo superan; es conmovedor saber que en algunos casos deben subsistir con ingresos bajos y trabajos precarios, tan paupérrima es la producción actual de nuestro país en cine y televisión.

Tampoco Stagnaro alcanza el nivel que se espera de un realizador a la altura de una gran obra como “El eternauta”.

Su proclividad a romantizar la decadencia es notoria en esta realización, romantización de la decadencia que ya mostró en producciones tales como “Pizza, birra, faso”, “Okupas” y otras.

Desde el inicio con la partida de truco en un lugar sórdido tal proclividad se manifiesta. Lo digo sin prejuicios ya que soy viejo truquero.

Pero si ubica la serie en esta época podría haber sustituido el inicio del original de Oesterheld por una situación más propia de esta contemporaneidad: compartir algún juego de mesa por personas de ambos géneros, por ejemplo.
Si se tomó tantas licencias respecto de la obra de Oesterheld también podría haberlo intentado con ese inicio.

Además, hace literal el culto por lo viejo, enmascarando el atraso industrial y tecnológico que padecemos argentinas y argentinos, postergándonos en el mundo y condenándonos a la miseria.

Claro que cuenta con la simpatía de referentes, “comunicadores”, expertos, analistas y otros especímenes que celebran que la serie muestre a los argentinos como somos, como si además argentinas y argentinos fuéramos todas y todos los mismo, un amorfo homogéneo.


Un modo de mostrar que oculta o transfigura lo que sufrimos: privaciones, dolor, opresión y malestar de nuestra población preexisten a la caída de cualquier nieve tóxica.
Juan Salvo, Elena, Favalli, Ana y todos los demás vivían muy mal antes del fenómeno letal.


Es oportuna la contextualización.

Oesterheld genera un personaje (o varios), el eternauta o los eternautas, viajeros en la eternidad, hacia fines de los 50, después del derrocamiento inconstitucional y violentamente represor llevado a cabo por fuerzas reaccionarias cívico-militares.

Toda la obra de Oesterheld, sus diferentes versiones, corresponden a un período de dictaduras.

En ese contexto, se dieron la Resistencia Peronista, las luchas clasistas, cierto auge de la izquierda, el Rosariazo, el Cordobazo, las acciones guerrilleras en franca oposición contra las oligarquías locales, contra el imperialismo y contra el neocolonialismo.

En esa época se peleaba por un Proyecto de emancipación y de realización de nación, pueblo y trabajadores o, desde la izquierda, por la llegada de la clase obrera al poder.
En el mundo una ola de luchas por la liberación se imponía: revoluciones cubana, checa, emancipación de Argelia y otras naciones africanas, etc.

A lo que voy es a que, si bien la Argentina afrontaba ya el atraso, esquivaba la decadencia gracias a las luchas y la esperanza de un Proyecto. Había, además, una clase obrera, industrial, fuerte, organizada y un movimiento estudiantil potentísimo y muy combativo.

Había organizaciones políticas y un desarrollo cultural a la altura de los países más avanzados y muy por encima del paupérrimo nivel cultural yanqui.

Todo eso pese a la represión brutal que padecíamos y que culmina con la Triple A y el Plan de exterminio de la última dictadura, lo cual contaba con antecedentes como los fusilamientos del 56, la desaparición de Felipe Vallese y de Juan Pablo Maestre, la masacre de Trelew, los asesinatos de trabajadores y estudiantes en distintas movilizaciones, la prisión y la tortura, lo cual yo mismo padecí bien personalmente.

Es decir, había atraso y opresión al mismo tiempo que épica y lucha. No había intenciones de dejarse arrastrar hacia la decadencia.

Hoy en cambio afrontamos la decadencia: atraso, desaparición de las organizaciones políticas, pobreza extrema, desigualdad colosal, concentración descomunal de riqueza, gobiernos antipopulares habiendo llegado al extremo de soportar este despotismo libertario, este régimen de brutos.


La serie pasa todo eso por alto; por ejemplo, naturaliza el atraso: hace como si no hubiera que caer en la cuenta de que no tenemos industria, no tenemos trabajo digno, no tenemos desarrollo científico ni tecnológico, no tenemos infraestructura ni transportes modernos, no tenemos Proyecto ni conducción política ni organizaciones políticas. No somos la Argentina de los 50, los 60, los 70. Ni siquiera de los 80.

Aunque dista de la intención de la serie, emerge en la misma la diferencia en la que vengo insistiendo a solas: Pueblo versus masa.

Insinuándose casi desde el principio, a partir del cuarto episodio eso se hace patente: Juan Salvo, sus compañeras y compañeros y en particular Franco, el maquinista, esbozan al Pueblo.

Del otro lado, está la masa, los indiferentes o los que buscan salvarse a costa de quienes sea, los manipulables finalmente.

De esa masa surge lo que caracterizo habitualmente como la horda, representada por los escarabajos gigantescos y, con la fratria Milei, “los leones, los troles, los criminales, los difamadores, los violentos de género, los matones, los gatilleros de las fuerzas de seguridad”.


El brazo-mano ideado por Oesterheld queda sobre el final de la temporada como la representación del gran manipulador ante quien se encolumna la masa y a quien sirve la horda.

La diferenciación entre Pueblo versus masa y horda es nuevamente clave.

La primera temporada de la serie termina revelando a medias al jefe de la masa y de la horda.

El gran interrogante es si el Pueblo construirá su conducción y su organización líder.


Conclusión: la historieta de Oesterheld supera de lejos, pero muy de lejos, a la serie.


Se requiere mucho más que el patrocinio de Netflix y que la inteligencia artificial para producir algo a la altura de tamaña novela gráfica.

De todos modos, celebro que gracias a la serie “El eternauta”, su autor y sus dibujantes logren renovada notoriedad.

Celebro también que eso genere debate y, ojalá, que contribuya un poquito también a la esperanza de que la construcción colectiva, tan opuesta al “héroe individual” o a los repudiables superhéroes yanquis, es la herramienta primordial para que la Argentina y nuestro pueblo se encaminen hacia su liberación y su realización.

 

Rubén Rojas Breu

Buenos Aires, mayo 6 de 2025

 


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