miércoles, 27 de noviembre de 2024

MILEI UNIO A TODO EL PLANETA

 



 

Rubén Rojas Breu

 

 

MILEI UNIÓ AL PLANETA

 

Quizá este título sorprenda, pero en las líneas que siguen se descifra el enigma que encierra.

 

Mi afirmación acerca de Milei unió al planeta se basa en varias fuentes: información que me fue enviada por una generosa compañera, personas de mi conocimiento que viven en el exterior en posiciones relevantes, sobre todo en Europa, y noticias que circulan en medios, sobre todo especializados extranjeros.

 

Efectivamente Milei unió a todos los países, sus gobiernos y, en buena medida, a sus poblaciones en un punto y en un mismo sentimiento: la falta de respeto y de credibilidad en él.  

 

Dicho de otro modo, por estas horas, el caudillo libertario no goza del respeto ni de la consideración de ningún país y tampoco del Vaticano.

Sus supuestos amigos yanquis, Trump y Musk, lo ven o lo tratan como un bienmandado, como un personaje sumiso y cándido que se les regala y al que se contenta con sonrisas.

 

Gobernantes y líderes de los otros países lo visualizan como el alborotador al que hay que amordazar y poner en un rincón para que los mayores puedan tratar los asuntos de gran importancia, tanto más cuando el mundo está hoy tan convulsionado por guerras que pueden poner fin a la paz global; el miedo a una tercera guerra mundial, a una conflagración nuclear, crece a cada hora.

 

Ni siquiera lo valoran los ultraderechistas de otros países. La italiana Meloni lo puso en caja en el G20 y ya desde antes, al poco tiempo de asumir Milei.  

 

Milei llegó a ocupar la presidencia sin tener noción del país real, sin saber en qué país vive y, mucho menos, en qué mundo.  

 

Se dirá que no es así dado que ganó las elecciones de una manera contundente como si tal hecho garantizara que el elegido es un conocedor experto: remite a la ancestral creencia “vox populi, vox dei”, creencia que no distingue entre pueblo, masa, gente, opinión pública, horda.

Una creencia falaz, francamente boba.  

 

Lo que sucede es que quienes lo votaron tampoco saben en qué país viven y acerca del mundo, “te la debo”, repitiendo las palabras del autodidacta de Barrio Parque, mentor frustrado de Milei, padrino de Caputo y expresidente que nos endeudó, atrasó y empobreció estrepitosamente, más de lo que ya estábamos desde la dictadura.

  

Tanta es la decadencia en la que estamos sumergidos y tan férrea la cultura endogámica que, efectivamente, millones de argentinas y de argentinos no tienen idea cierta de qué es verdaderamente la Argentina, de cómo son las cosas en el planeta ni de en qué tiempos estamos.

La situación es gravísima: dirigentes de todo el espectro político y de todos los sectores, gobernadores, legisladores, referentes, periodistas y punteros desconocen su propio país y muestran descomunal ignorancia sobre el mundo.

 

En consecuencia, afrontamos una disociación de altísimo voltaje: todos los antedichos y una parte de la población respeta o tiene miedo a un ocasional presidente que ningún país valora ni tiene seriamente en cuenta.

 

Se rinden acá dentro de quien se desprestigia afuera.

 

Gobernantes de las potencias y de países hermanos, como Brasil, Colombia y Chile, se tienen que hacer cargo de sofrenar a Milei y a los suyos para cuidar a la Argentina, para cuidarnos en el mundo.

Inconcebible.

 

Los de afuera tienen que ocuparse de salvarnos las ropas mientras los de adentro, los de acá, transan, se someten, juegan a los internismos, declaman, muestran respeto o evidencian temor.

 

Decadencia y endogamia, un par que se retroalimenta, un par que se sostiene como borrachos, un par que genera un inacabable círculo vicioso, nos viene llevando a estas ruinas desde la dictadura terrorista de estado hasta ahora.

 

¿Queda claro la importancia estratégica de elevar la cultura política, de organizarse, de construir una conducción política, de generar teoría, conceptos y análisis realmente innovadores y medulares, de convocar con amplitud, de impulsar a una acción verdaderamente colectiva?

 

¿Queda claro que hay que terminar con declamaciones, sectarismos, chiquitaje, miradas de corto alcance?

 

¿Queda claro que hay que pensar y operar en grande por la Argentina y nuestro pueblo al mismo tiempo que hay que evitar a toda costa el aislamiento internacional, en modo troglodita, al que este gobierno despótico y sus aliados nos está llevando?

 

Rubén Rojas Breu

Buenos Aires, noviembre 27 de 2024

 


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