Rubén
Rojas Breu
LA
ARGENTINA SIN LUZ
La
Argentina sin luz, apagada, soportando los temblores de la oscuridad.
Sin luz
no hay agua, no hay aire, no hay refrigeración.
Desde
las más antiguas mitologías se asoció intrínsecamente la luz con la vida,
relegándose a la oscuridad a cohabitar con la muerte.
Por
algo lo de “dar a luz”.
Gran
parte de la población argentina, una vez más, padeciendo los impiadosos cortes.
La
otra gran parte de la población, rezando a algún santo o cruzando los dedos,
ruega que no la corten.
Escribo
esto mientras se cierne sobre mí la amenaza; me apresuro para concluir esta
nota antes del corte inexorable.
Ya afirmé
en una publicación anterior que ceos, directorios y gerencias de los
conglomerados, de las corporaciones globales y de las grandes empresas no
trabajan para clientes, usuarios o consumidores ni mucho menos pensando en los
intereses de la sociedad de la que se trate.
Ceos,
directorios y gerencias operan para satisfacer las ambiciones desenfrenadas de
los grandes magnates, los que llegan a “individuos”, apenas algunas centenas.
Una
plaga de la humanidad, poseedores de mucho más de la mitad de los réditos que
se generan a escala planetaria.
Esa
es la libertad para los libertarios y ésa es la “visión y misión” que guía a
ceos, directorios y gerencias.
“Visión
y misión” son vocablos de las corporaciones con las cuales, eufemísticamente,
enmascaran sus deleznables verdaderos fines.
En
concreto, a quienes administran Edesur, Edenor, a las distintas distribuidoras,
transportadoras y generadoras de energía eléctrica no les importan ni clientes
ni usuarios ni se compadecen con su sufrimiento.
Lo
que les preocupa es darles el gusto a los grandes accionistas; además, cuentan
con los servicios de los siempre complacientes encuestadores que les presentan diapositivas
con lindos dibujitos sobre satisfacción de clientes.
Esta
Argentina atormentada por la falta de luz es inexorablemente, valga el clisé, la
manifestación penosamente material de la total falta de claridad que afrontamos
como sociedad, de las tinieblas en las que estamos sumergidos.
El
gobierno libertario y sus cómplices viven gozosamente en esa oscuridad, que se
instaló desde la dictadura y que jamás fue, ni siquiera, neutralizada.
La
luz no sólo se vincula estrechamente con la vida: también con el conocimiento.
De
ahí la palabra “ilustración”: es oportuno recordarla cuando vivimos una era de
despotismos iletrados en la cual hace punta el gobierno de la horda libertaria
de acá.
Esa
falta de luz o, esa inmersión en la oscuridad, nos agobia desde la dictadura
hasta acá porque ningún gobierno civil, ninguna de las dirigencias y ningún
referente, intelectual o no, jamás alumbró.
Persisten
en concepciones y en tácticas perimidas, a todas luces inútiles para sacar a la
Argentina de la oscuridad del atraso, de la pobreza y de la injusticia.
Para
más, a quienes intentamos arrojar luz, nos censuran, nos ningunean o nos
persiguen y reprimen.
Es
grave que se haya naturalizado la oscuridad, al punto de que por estas horas
asistimos a una interna de la derecha o de la ultraderecha. Inconcebible.
Al
compás de esa interna emergen candidaturas personificadas por una jauría de
necios, de brutos, de tiranuelos, de sicarios de la incultura.
Hasta
tienen uno que se apoda “alfa”: solito se califica.
Así
que presenciamos todo un despliegue territorial y mediático de la horda que
encaramó a los libertarios y, particularmente, a su caudillo.
Es
más grave todavía que todas las facciones que se consideran oposición, transen
y se adapten pasiva o alegremente a esta incultura de horda.
Es
decir, se acomodan a la falta de luz.
Jamás
en la historia argentina durante tanto tiempo se dio esta carencia de
conocimientos, de conciencia política, de cultura política, de organización, de
vocación por la ciencia como la que estamos soportando.
No
parece la Argentina ni de Borges ni de Marechal, ni de Arturo Jauretche ni de
José Luis Romero, ni de Cecilia Grierson ni de Alfonsina Storni.
Tampoco
tiene nada en común con la Argentina de grandes y muy ilustres dirigentes
políticos, gremialistas y líderes sociales de hasta hace apenas décadas,
anteriores a la noche que se abatió a partir de 1976.
Esa
falta de luz, esa carencia total de conocimiento probado de la Política y de lo
social, se manifiesta en:
-
No hay Proyecto, salvo el publicado por mí en
el documento “Argentina, el proyecto”. No me hace nada feliz estar tan solo.
-
No hay conducción política de Pueblo y de
Nación, ni siquiera intentan.
-
No hay innovación ni profundización en teoría
ni en praxis política
-
No hay debate mínimamente de cierta altura;
se ajustan a la agenda, una noción tan boba como perniciosa.
La
ultraderecha y la derecha repudian a la Política y por lo tanto, a la
conducción política, a la cultura política, a la estrategia y a la organización.
Obedecen
a los concentradores de poder y de riqueza de afuera.
En
eso consisten su “visión y misión”.
Así
que es el Pueblo y la Nación la que esperan de la Política con todo lo que ésta
implica.
Lamentablemente
no sólo la ultraderecha y la derecha son los obstáculos.
También
la totalidad de las dirigencias políticas, gremiales y sociales que dicen estar
en la oposición frenan o impiden.
El
Pueblo, que está dando la pelea en soledad, tiene que madurar aceleradamente para
construir su conducción política.
Interrumpo.
Están por cortarme la luz.
Rubén
Rojas Breu
Buenos
Aires, enero 16 de 2025
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