Rubén
Rojas Breu
ENVALENTONAMIENTO
DE LA HORDA LIBERTARIA Y SU CAUDILLO
Gracias
a la bendición de las corporaciones globales, del FMI, de cofrades de la
ultraderecha internacional y de medios dominantes la horda libertaria, su
caudillo y su séquito se envalentonan.
Contribuye
al envalentonamiento el comportamiento de las empresas encuestadoras, siempre
complacientes con quienes mandan, ya que al igual que los “hijitos del
presidente” olfatean por dónde pasa el poder y, sobre todo, dónde está el
negocio.
En
estas horas ese envalentonamiento alcanza su pico máximo debido a la asunción
de Trump como presidente del país yanqui.
Es
una asunción muy acorde con la tradición del país yanqui, el cual desde que
nació, fundado por colonos blancos esclavistas, mostró sus garras y sus
inclinaciones como expansionista, oscurantista, racista, misógino, belicista y
tanto más.
Entre
esos “papis fundadores” de 1776, beneficiarios de la guerra en la cual
triunfaron Francia y España sobre Inglaterra, no hubo un Belgrano, un Güemes,
un Artigas, un San Martín, una Azurduy, un Bolívar, un Sucre, una Manuela Sáenz,
un Toussaint, un José Martí.
Todo
lo que querían esos colonos y consiguieron gracias a la sangre de los soldados
europeos de esas tres naciones fue dejar de pagar impuestos.
Tampoco,
desde luego, hubo un pueblo, algo desconocido en el país gringo, país
formateado en el desprecio por la política.
En
ese país jamás hubo una revolución: nada que se parezca a las revoluciones gloriosa
de Inglaterra, francesa, haitiana, mexicana, rusa, cubana.
Por supuesto,
no hubo nunca nada parecido a nuestro 17 de octubre de 1945.
En
lugar de contribuir a la independencia de otros países, anexaron e impulsaron
siempre la represión sanguinaria de los pueblos.
En
la Argentina y en toda América Latina hemos padecido y padecemos la acción
terrorista de ese país: recordemos su papel protagónico en las dictaduras que
aplicaron el Plan de Exterminio, el operativo Cóndor, para América del Sur.
Recordemos
también las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki, la invasión de Vietnam,
la ocupación de Corea, la de Iraq, la de Afganistán y sigue la ignominiosa
lista.
Tampoco
podemos olvidar su apoyo a la rubia Albión en la guerra de Malvinas.
No
hay país hermano de nuestro continente y de otras latitudes que no haya sufrido
la intromisión brutal yanqui con las botas, con los dólares o con ambos feroces
modos para someter o anexar.
Además,
siempre apoyaron a las tiranías, inclusive al nazismo, hasta que las papas
quemaron y se decidieron como inescrupulosos oportunistas apostar a ganador.
No
olvidemos que la victoria sobre los nazis fue obra del Ejército Rojo soviético
y de las resistencias nacionales, particularmente la francesa.
Nada
nuevo, entonces, con Trump y su cofradía de energúmenos: en todo caso, extreman
en modo abiertamente supremacista blanco lo que es característico de los
yanquis.
Propiciaron
la globalización y les salió el tiro por la culata.
Así
que ahora se despiertan proteccionistas.
No
adhiero a la creencia pueril de que hay gobiernos yanquis “democráticos” o
sectores de ese país solidarios con la humanidad o con los pueblos.
En
este momento el mundo tiene que preguntarse qué hacer con los EEUU de Washington:
casi todo el planeta, empezando por nuestras oligarquías y dirigencias latinoamericanas
y por Europa, les han dado durante décadas o siglos demasiado aire, les otorgaron
un lugar acorde con sus caprichos de potencia dominante global, les celebraron
sus producciones seudo culturales desde el cine o la televisión hasta la
literatura y las artes y se suman los etcéteras.
Ahora,
cuando el velo se cae del todo, tendrá el planeta que ver cómo actuar con el
país yanqui.
Lamento,
pero soy escéptico: demasiada mediocridad en gobiernos, dirigencias,
intelectuales y diversos factores de poder en todo el mundo.
Lo
que es gravísimo y nos golpea en el plexo solar es la descarada ambición de
Milei, de su cohorte y de su horda, de anexarnos, de una manera o de otra, al
país yanqui.
Milei
y sus esbirros están ahora más envalentonados y salen a vociferar como jauría
disparates y, sobre todo, amenazas de una violencia inusitada.
Ciertamente
sus electores aspiran a convertir a la Argentina la estrella 51 de la odiosa
bandera gringa.
Tantas
décadas de penetración cultural, de invasión de superhéroes nazis desde
Superman y Batman hasta el Hombre Araña, la Mujer Maravilla y el Capitán
América se pagan caro.
Y
Disney y sus cineastas y actores y actrices y sus NBA y…
Esopo,
famoso por sus fábulas que datan de hace más de 2.500 años, nos legó la de “el
zorro y el cuervo”.
El
zorro hambriento ve un cuervo sobre una rama de un árbol con un trozo de queso
en el pico. Astutamente le dedica reiterados halagos hasta que el pájaro,
inflado de orgullo, se siente destinado a ser el rey de las aves.
Incitado
por el zorro, canta dejando caer el bocado que rápidamente su adulador devora.
Moraleja: quien te
encuentra bellezas que no tienes, siempre busca quitarte algunos bienes.
En 1981, Allen,
asesor de Reagan, calificó al dictador Galtieri como “general majestuoso”.
Meses después, Galtieri pasó a ser enemigo de los yanquis en ocasión de la
guerra de Malvinas.
Inglaterra contó con
la complicidad de los EEUU de Washington.
Si Milei, su entorno
y su horda fuesen sabios tendrían que aprender del testimonio histórico con Galtieri
alabado y de la genialidad de Esopo, un esclavo tracio o frigio de los helenos.
Pero bien sabemos
que no podemos pedir peras al olmo.
Nos queda a
argentinas y argentinos dar la pelea como Pueblo que sí somos, no sólo para
evitar la anexión planeada, sino y sobre todo para emanciparnos y para realizarnos,
de una vez por todas.
Rubén Rojas Breu
Buenos Aires, enero
22 de 2025
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