Rubén
Rojas Breu
A
QUÉ LLAMAN RESISTENCIA
Insólitamente,
el periodista Gustavo Sylvestre retomó el lunes 3 de febrero la conducción de
su programa en C5N proclamando con voz estentórea que este año sería el “de la
Resistencia”.
Curiosamente,
el año electoral.
Retornaba
de sus vacaciones, es decir, con energía, con aires renovados.
De pie,
en posición de firme, con gesto desafiante, mirando a cámara en pose de actor
dramático hizo tal anuncio: con él, en su programa de televisión, se iniciaba
la Resistencia.
Se
diría que, desde hace una semana, contamos con nuestro autóctono Jean Moulin o,
más específicamente, con nuestro émulo de Martial Bourgeon, o para rendir
merecido tributo a nuestra doliente historia, Sylvestre se nos apareció
reencarnando a los lideres indígenas que resistieron la conquista española,
como Huatex, Oberá o Lautaro.
Tengamos
en cuenta que, con sus prédicas, el experiodista del grupo Clarín, devenido
ahora en líder de la Resistencia, promovió a Alberto Fernández y a Sergio Massa
como candidatos presidenciales: ambos candidatos le deben a Sylvestre haber
llegado a donde llegaron, para infortunio nuestro.
Ahora,
en su Resistencia, incurre de nuevo en el intento de posicionar figuras
archiconocidas que antes de prosperar ya están degastadas.
Dejemos
a Sylvestre viviendo su personalísima telenovela que se emite durante las
noches del canal mencionado, salvo vacaciones y salvo los tres días del fin de
semana (liderar la Resistencia produce agotamiento).
Dejemos
la sorna y los sarcasmos y pasemos a tratar el tema con la seriedad que requiere,
para lo cual cabe articular política y conocimiento probado.
Sólo
digamos que él llama “Resistencia” a campaña en año electoral: inaceptable
degradación de un concepto que tiene una significación muy elevada para la
Humanidad y para nuestro propio país.
Lo
hace, confundiendo subliminalmente, resistencia con resiliencia, ya que, este
periodista y sus compañeros de ruta, lo que impulsan es volver a un estado
anterior supuestamente promisorio, un estado anterior en el que gobernaban: un
estado anterior que no impulsó el desarrollo y que también contribuyó a la
decadencia (volver a un estado anterior es resiliencia).
Recordemos
hasta qué punto esas dirigencias contribuyeron a que hoy gobiernen los
libertarios que, durante la gestión de Cambiemos en Buenos Aires, con el fin meramente
táctico y de mirada corta de dividir a la derecha, promovían entre sus votantes
el sufragio por Milei.
Desde
el inicio del crecientemente brutal gobierno ultraderechista apoyado en su
horda, me opuse a considerar como Resistencia la lucha que el Pueblo encara y
debe encarar para enfrentar a la barbarie.
Numerosas
y numerosos compañeras y compañeros que militan en el campo nacional y popular
y/o en el progresismo y/o en la izquierda, de muy buena fe, convocan
continuamente a resistir o a la resistencia.
Se
corre el riesgo de incurrir en infantilismo, de inventarse mística estéril, de
terminar encerrados en una película o una serie, con resultados
contraproducentes.
Vamos
a ver el significado correcto de Resistencia.
De
las acepciones de “resistencia” del diccionario de la lengua, la que
corresponde es ésta:
“Conjunto
de las personas que, generalmente de forma clandestina, se oponen con distintos
métodos a los invasores de un territorio o a una dictadura”.
Se
deduce que no corresponde hablar de resistencia: al menos, por ahora.
Veamos
ahora ejemplos históricos que ilustran sobre qué es Resistencia.
Para
mantenernos relativamente cerca en el espacio o en el tiempo, Resistencias que forman
parte de la Historia por su rol decisivo y su trascendencia han sido:
-
Las Resistencias a llevadas a cabo por los
pueblos originarios de América oponiéndose a los conquistadores europeos, con
dispares resultados.
-
Las Resistencias llevadas a cabo contra las
dictaduras y ocupaciones nazis y fascistas en Francia, Polonia, Grecia, Yugoeslavia,
Noruega, Holanda, España y otros países europeos, incluyendo Alemania e Italia.
-
La de países de Europa Oriental sojuzgados el
estalinismo.
-
La de naciones y pueblos ocupados por potencias
invasoras, v.g. Corea, Argelia, Irlanda y Palestina.
-
En nuestro propio país, la Resistencia
peronista y de todos los sectores que conformaban nuestro Pueblo, iniciada en
1955 con el derrocamiento del gobierno nacional y popular encabezado por Perón
y concluida en 1973.
Ahí
estuve, así que sé muy bien de qué hablo, y tan bien como para tener muy claro
que en el momento actual no aplica el concepto Resistencia; al menos, todavía.
En
la Argentina estamos soportando y afrontando un gobierno de indudable
inclinación al despotismo, autocrático en gran medida, al servicio de las
grandes corporaciones, sobre todo financieras, locales y globales: además,
sumamente grave, se asume seudópodo del país yanqui y sus mandamases.
Ahora
bien, no está ahí por obra de la fatalidad, sino porque se crearon condiciones,
como ya señalé, cuya responsabilidad es de los gobiernos anteriores y, sobre
todo, de quienes hoy deberían ejercer activamente la oposición.
Por
lo tanto, más que de Resistencia o más que convocar a resistir, deberían verse
las cosas desde otra perspectiva.
El Pueblo
dando la pelea en soledad está mostrando cómo.
El
Pueblo a diario lucha tomando una iniciativa que las dirigencias ni siquiera
consideran.
Porque
de eso se trata: más que de resistir, hay que tomar fuertemente la iniciativa,
interpretando activamente lo que el Pueblo está haciendo y reclamando, sintetizando
a todos los actores y sectores que se definen por la emancipación y la
realización.
Para
tales propósitos se requiere, lo reitero hasta cansar, conducción y organización
políticas.
Son
carencias notorias hoy.
De
tal manera, al hablar de resistir o de resistencia, se está enmascarando lo que
realmente sucede: la inacción dirigencial, la inacción o la complacencia o el escandaloso
dejar hacer de las dirigencias políticas que se dicen nacionales y populares,
progresistas o de izquierda.
También
comportamientos similares de las dirigencias gremiales y sociales.
Los interrogantes
son por qué no toman la iniciativa y por qué no convocan.
Lo
que se enmascara también es que todas esas dirigencias están apostando a las
próximas elecciones: el electoralismo ya es a todas luces un vicio.
Se equivocan
fiero, porque con su indolencia y con su apuesta electoralista terminan creando
condiciones para que los libertarios o la extrema derecha se salgan con la suya
en octubre.
Mientras
tanto, media Argentina está siendo arrasada por los incendios forestales fuera
de control.
Rubén
Rojas Breu
Buenos
Aires, febrero 10 de 2025
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