sábado, 25 de enero de 2025

¿SE DESNUDÓ MILEI EN DAVOS?

 



 

Rubén Rojas Breu

 

¿SE DESNUDÓ MILEI EN DAVOS?

 

En Davos, Milei, totalmente desubicado considerando el perfil de este foro en Suiza, profirió una catarata de barbaridades y amenazas que merecen el repudio contundente, a través de la palabra y sobre todo por medio de la acción, convocando a una movilización popular inédita.

 

Estuvo tan desubicado que la corresponsal de La Nación, Luisa Corradini, testimonió que el auditorio estupefacto ante tanta guarangada quedó vacío al término de su disertación.

Por supuesto Milei la desacreditó a su manera, con grosería, sin argumentos, con ensañamiento tanto más tratándose de una mujer.

 

Todas sus expresiones en Davos se inspiraron en la Inquisición de hace 500 años, en el Santo Oficio, el cual no solamente cometió estragos, crímenes de lesa humanidad en Europa, sino también en nuestra América colonizada.

 

El brutal discurso de Milei, entusiastamente apoyado por la horda que lo encaramó, es analizable desde distintos ángulos.

 

Uno, es el que tiene por objeto a las relaciones de poder.

 

Al igual que sus amos yanquis, en este punto Milei considera que sólo existe un par determinante: dominador-dominado.

Está en línea con la visión parcializada de Hegel en su dialéctica amo-esclavo.

 

El psicoanalista alemán Wilhem Reich describió “la mentalidad de sargento”: obsecuente con el superior e implacable con el subordinado.

 

Milei se muestra dócil cordero con sus jefazos del Norte y castigador con las mayorías de nuestro país.

 

Es dominado y dominador.

 

Según referencias autobiográficas de dominio público se crio en ese vínculo, siendo él mismo dominado por su padre que habría ejercido violencia, educándolo en la misma, naturalizándola.

 

Para el otro ángulo, dejemos de lado a Milei.

 

Imaginemos que un tal Hermann disertó en Davos esgrimiendo argumentos insostenibles, contrarios a todo dato de lo real, reveladores de una descomunal ignorancia y rayando en lo delirante.

 

Hermann no sólo mostró analfabetismo y anacronismo en política, en lo social y hasta en economía, sino que también reveló un total desconocimiento sobre las más difundidas teorías en torno a los comportamientos humanos.

 

Quizá Hermann no tuvo verdaderamente infancia, carencia que lo priva de mínimos conocimientos y experiencias que se aprenden a edad temprana, lo cual lo lleva a tratar de vivirla de adulto y sin tener en cuenta que alterna con adultos.

 

Variados conceptos de las ciencias que se ocupan de la conducta de los humanos y, particularmente, el Psicoanálisis a partir de su creador, Freud, han alcanzado gran difusión, al punto de que, pericias expertas mediante, inciden decisivamente en procesos judiciales, entre ellos en los que son acusados feminicidas y violadores.

 

En Davos Hermann habría demostrado desinformación, terquedad y desubicación.

 

Es materia conocida que la configuración psíquica humana se organiza en torno a la bisexualidad, tal como demostró Freud.

 

Por tal motivo, los varones somos portadores de femineidad y, al mismo tiempo y por lo mismo, hasta el heterosexual más presumido tiene, inexorablemente, impulsos homosexuales.

 

Comento de paso que es uno de los temas fundamentales de mi novela “El tiempo y la sangre”.

 

Los heterosexuales, para mantenerse (para mantenernos) en la heterosexualidad, recurrimos inconscientemente a dos procesos psíquicos:

 

1.         La represión por la cual se instauran barreras inconscientes gobernadas por el Superyó que impiden el paso a la conciencia y a la acción de esos impulsos homosexuales y de las inclinaciones propiamente femeninas.

El machismo es la expresión más visible de esa represión.

A mayor fuerza de los impulsos originados en la femineidad y las tendencias homosexuales, más se blindan las barreras represivas.

 

2.         La sublimación, por la cual tales impulsos son desviados de su objeto inconsciente, otro varón, por ejemplo, para encarrilarse hacia lo que la cultura condiciona como lo femenino: la inteligencia, la creatividad, el refinamiento, la sutileza, los comportamientos maternales con hijas e hijos, gustos estéticos y las artes, cuidado en el vestir o interés por la moda, etc.

 

En ese discurso, así como en sus frecuentes manifestaciones públicas, Hermann habría trasuntado:

 

-     Que intensifica la represión inconsciente de sus aspectos femeninos y de sus impulsos homosexuales, buscando la aprobación de sus mandamases y la adhesión de auditorios eventuales y de la horda para mantenerse firme en su rígida heterosexualidad.

 

Sabemos que Hermann no fue papá, quizá, en su caso, por la inhibición forzada de su femineidad ingénita.

 

-     Que fracasa la sublimación toda vez que no se observan comportamientos que indicarían la canalización exitosa de su femineidad reprimida y de sus impulsos homosexuales; si esa canalización tuviera lugar se evidenciaría en inteligencia, en creatividad, en educación, comportamientos amables, en gestos pacificadores, en contención de una población abrumada y maltratada, en el cariño y respeto por niñas y niños, etc.

 

En conclusión, Hermann en Davos se desnudó.

 

Mostró su intimidad, sus partes íntimas psíquicas: ésas que gritan de viva voz “queremos emerger, pero un Superyó sádico nos lo impide violentamente”.

 

Todo lo paraverbal, especialmente la violencia de gestos y énfasis, subrayaron el esfuerzo inconsciente para reprimir lo que para la conciencia blindada de Hermann se hace intolerable.

 

Entonces, mientras su conciencia inquisitorial se aferra desesperadamente a la tiranía patriarcal, su inconsciente salió del clóset, farfullando a la espera de ser interpretado.

 

Hermann extiende su mano a feminicidas y homofóbicos, así como a su horda primitiva.

Necesita de la complicidad de los monstruos para afirmarse en su obstinada virilidad.

 

Así, les dice a sus amos yanquis, hoy con los figurones Trump y Musk como mascarones de proa, y a los magnates poseedores de más de la mitad de la riqueza mundial:

 

“acá estoy para organizar la fuerza de choque global y los grupos de tareas o nueva Triple A, para acabar con los zurdos de mi país y para amedrentar y paralizar a las mujeres, a los homosexuales, los transexuales, los no binarios y quitarles derechos.”

 

Como lacayo obsecuente hace más de lo que sus amos le piden.

 

Hermann es tan pero tan ignorante que no se entiende que haya aprobado en el secundario y en la universidad materias básicas como Historia y Filosofía.

 

Por ejemplo, parece que no sabe que en la Antigüedad la homosexualidad era considerada “natural”: los helenos fueron muy explícitos desde Aquiles y Patroclo, continuando con Sócrates, Platón y sus discípulos, Safo de Lesbos, Alejandro y Hefestión, el Batallón Sagrado de Tebas.

Aristóteles, anticipándose a la tesis de la bisexualidad, imaginó un pasado muy ancestral en el que los humanos éramos hermafroditas.

 

Tampoco sabe que, en pueblos originarios de la Amazonia, antes de la llegada de los españoles, la homosexualidad se practicaba como iniciación sexual de los varones.

 

 

Si tanto les preocupa a los libertarios lo que es natural, estudien etología o zoología; así se enterarán que hay especies que practican la homosexualidad, primates entre ellas.

 

Su brutalidad, a Hermann y a sus esbirros, les imposibilita también darse cuenta de que en el respeto y el reconocimiento de los derechos de mujeres y de la diversidad de género también se está cuidando al varón heterosexual, particularmente al varón heterosexual que como hijo, como pareja y como padre no discrimina por género o por orientación, es inteligente, creativo, cariñoso y auténticamente compañero.

 

Espero que este análisis sobre exposiciones públicas de Hermann sirva para esclarecer, ya que estamos muy urgidos en profundizar y actualizar en teorías política y de lo social, así como en su curso en la praxis, para dar la pelea exitosa contra esta barbarie y para evitar un futuro tan espantoso como el que propone el totalitarismo libertario.

 

Rubén Rojas Breu

Buenos Aires, enero 25 de 2025

 


 


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