Rubén
Rojas Breu
¿SE
DESNUDÓ MILEI EN DAVOS?
En
Davos, Milei, totalmente desubicado considerando el perfil de este foro en
Suiza, profirió una catarata de barbaridades y amenazas que merecen el repudio
contundente, a través de la palabra y sobre todo por medio de la acción,
convocando a una movilización popular inédita.
Estuvo
tan desubicado que la corresponsal de La Nación, Luisa Corradini, testimonió
que el auditorio estupefacto ante tanta guarangada quedó vacío al término de su
disertación.
Por
supuesto Milei la desacreditó a su manera, con grosería, sin argumentos, con
ensañamiento tanto más tratándose de una mujer.
Todas
sus expresiones en Davos se inspiraron en la Inquisición de
hace 500 años, en el Santo Oficio, el cual no solamente cometió estragos,
crímenes de lesa humanidad en Europa, sino también en nuestra América
colonizada.
El
brutal discurso de Milei, entusiastamente apoyado por la horda que lo encaramó,
es analizable desde distintos ángulos.
Uno, es
el que tiene por objeto a las relaciones de poder.
Al
igual que sus amos yanquis, en este punto Milei considera que sólo existe un
par determinante: dominador-dominado.
Está
en línea con la visión parcializada de Hegel en su dialéctica amo-esclavo.
El
psicoanalista alemán Wilhem Reich describió “la mentalidad de sargento”:
obsecuente con el superior e implacable con el subordinado.
Milei
se muestra dócil cordero con sus jefazos del Norte y castigador con las
mayorías de nuestro país.
Es dominado
y dominador.
Según
referencias autobiográficas de dominio público se crio en ese vínculo, siendo
él mismo dominado por su padre que habría ejercido violencia, educándolo en la
misma, naturalizándola.
Para
el otro ángulo, dejemos de lado a Milei.
Imaginemos
que un tal Hermann disertó en Davos esgrimiendo argumentos insostenibles,
contrarios a todo dato de lo real, reveladores de una descomunal ignorancia y
rayando en lo delirante.
Hermann
no sólo mostró analfabetismo y anacronismo en política, en lo social y hasta en
economía, sino que también reveló un total desconocimiento sobre las más
difundidas teorías en torno a los comportamientos humanos.
Quizá
Hermann no tuvo verdaderamente infancia, carencia que lo priva de mínimos
conocimientos y experiencias que se aprenden a edad temprana, lo cual lo lleva
a tratar de vivirla de adulto y sin tener en cuenta que alterna con adultos.
Variados
conceptos de las ciencias que se ocupan de la conducta de los humanos y,
particularmente, el Psicoanálisis a partir de su creador, Freud, han alcanzado
gran difusión, al punto de que, pericias expertas mediante, inciden
decisivamente en procesos judiciales, entre ellos en los que son acusados
feminicidas y violadores.
En
Davos Hermann habría demostrado desinformación, terquedad y desubicación.
Es materia
conocida que la configuración psíquica humana se organiza en torno a la
bisexualidad, tal como demostró Freud.
Por
tal motivo, los varones somos portadores de femineidad y, al mismo tiempo y por
lo mismo, hasta el heterosexual más presumido tiene, inexorablemente, impulsos
homosexuales.
Comento
de paso que es uno de los temas fundamentales de mi novela “El tiempo y la
sangre”.
Los
heterosexuales, para mantenerse (para mantenernos) en la heterosexualidad,
recurrimos inconscientemente a dos procesos psíquicos:
1.
La represión por la cual se instauran
barreras inconscientes gobernadas por el Superyó que impiden el paso a la
conciencia y a la acción de esos impulsos homosexuales y de las inclinaciones
propiamente femeninas.
El machismo es la expresión
más visible de esa represión.
A mayor fuerza de los
impulsos originados en la femineidad y las tendencias homosexuales, más se
blindan las barreras represivas.
2.
La sublimación, por la cual tales impulsos
son desviados de su objeto inconsciente, otro varón, por ejemplo, para encarrilarse
hacia lo que la cultura condiciona como lo femenino: la inteligencia, la
creatividad, el refinamiento, la sutileza, los comportamientos maternales con
hijas e hijos, gustos estéticos y las artes, cuidado en el vestir o interés por
la moda, etc.
En
ese discurso, así como en sus frecuentes manifestaciones públicas, Hermann habría
trasuntado:
-
Que intensifica la represión inconsciente de
sus aspectos femeninos y de sus impulsos homosexuales, buscando la aprobación
de sus mandamases y la adhesión de auditorios eventuales y de la horda para
mantenerse firme en su rígida heterosexualidad.
Sabemos
que Hermann no fue papá, quizá, en su caso, por la inhibición forzada de su
femineidad ingénita.
-
Que fracasa la sublimación toda vez que no se
observan comportamientos que indicarían la canalización exitosa de su
femineidad reprimida y de sus impulsos homosexuales; si esa canalización tuviera
lugar se evidenciaría en inteligencia, en creatividad, en educación,
comportamientos amables, en gestos pacificadores, en contención de una
población abrumada y maltratada, en el cariño y respeto por niñas y niños, etc.
En
conclusión, Hermann en Davos se desnudó.
Mostró
su intimidad, sus partes íntimas psíquicas: ésas que gritan de viva voz
“queremos emerger, pero un Superyó sádico nos lo impide violentamente”.
Todo
lo paraverbal, especialmente la violencia de gestos y énfasis, subrayaron el
esfuerzo inconsciente para reprimir lo que para la conciencia blindada de Hermann
se hace intolerable.
Entonces,
mientras su conciencia inquisitorial se aferra desesperadamente a la tiranía
patriarcal, su inconsciente salió del clóset, farfullando a la espera de
ser interpretado.
Hermann
extiende su mano a feminicidas y homofóbicos, así como a su horda primitiva.
Necesita
de la complicidad de los monstruos para afirmarse en su obstinada virilidad.
Así,
les dice a sus amos yanquis, hoy con los figurones Trump y Musk como mascarones
de proa, y a los magnates poseedores de más de la mitad de la riqueza mundial:
“acá
estoy para organizar la fuerza de choque global y los grupos de tareas o nueva
Triple A, para acabar con los zurdos de mi país y para amedrentar y paralizar a
las mujeres, a los homosexuales, los transexuales, los no binarios y quitarles
derechos.”
Como
lacayo obsecuente hace más de lo que sus amos le piden.
Hermann
es tan pero tan ignorante que no se entiende que haya aprobado en el secundario
y en la universidad materias básicas como Historia y Filosofía.
Por
ejemplo, parece que no sabe que en la Antigüedad la homosexualidad era
considerada “natural”: los helenos fueron muy explícitos desde Aquiles y
Patroclo, continuando con Sócrates, Platón y sus discípulos, Safo de Lesbos,
Alejandro y Hefestión, el Batallón Sagrado de Tebas.
Aristóteles,
anticipándose a la tesis de la bisexualidad, imaginó un pasado muy ancestral en
el que los humanos éramos hermafroditas.
Tampoco
sabe que, en pueblos originarios de la Amazonia, antes de la llegada de los
españoles, la homosexualidad se practicaba como iniciación sexual de los
varones.
Si
tanto les preocupa a los libertarios lo que es natural, estudien etología o
zoología; así se enterarán que hay especies que practican la homosexualidad,
primates entre ellas.
Su
brutalidad, a Hermann y a sus esbirros, les imposibilita también darse cuenta
de que en el respeto y el reconocimiento de los derechos de mujeres y de la
diversidad de género también se está cuidando al varón heterosexual,
particularmente al varón heterosexual que como hijo, como pareja y como padre no
discrimina por género o por orientación, es inteligente, creativo, cariñoso y
auténticamente compañero.
Espero
que este análisis sobre exposiciones públicas de Hermann sirva para esclarecer,
ya que estamos muy urgidos en profundizar y actualizar en teorías política y de
lo social, así como en su curso en la praxis, para dar la pelea exitosa contra
esta barbarie y para evitar un futuro tan espantoso como el que propone el
totalitarismo libertario.
Rubén
Rojas Breu
Buenos
Aires, enero 25 de 2025
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