miércoles, 1 de noviembre de 2023

MÁS SOBRE EL BALOTAJE INCIERTO EN LA ARGENTINA

 

 

Rubén Rojas Breu

 

YA NO ES MILEI, ES LA HORDA

 

 

Milei ya claudicó, ya quedó políticamente exánime y se entrega, rendido, a la custodia implacable de Macri y sus compinches más cercanos.

 

Milei abandona, por ahora al menos, su discurso desaforadamente desafiante y sus comportamientos groseramente beligerantes.

 

Queda claro que Milei, pese a lo que difunden sus detractores dizque progresistas, no es fascista, al menos no es alguien que encarne al fascismo creado por el tirano Mussolini.

 

 

Por eso siempre me pareció de una superficialidad pasmosa el planteo de la opción “democracia versus fascismo”. No profundizaré sobre esto en esta nota.

 

Milei es una suerte de totalitario vernáculo, un totalitario a la criolla, una versión farsesca, boba y sin uniforme de los dictadores milicos que padecimos hasta cuatro décadas atrás.

 

Milei jamás tuvo iniciativa, jamás fue un líder que construyera un espacio.

 

Milei fue un efecto, fue una creación ¿de qué o de quiénes?

 

Ya señalé hasta el cansancio de lectoras y lectores, que la dictadura genocida acabó prácticamente con el Pueblo argentino.

 

A partir de la dictadura, el Pueblo es sustituido por la masa.

 

La masa sirvió a los distintos gobiernos a los que, consagrando con su voto, incluyendo a los que más hicieron para destruir la nación, a las argentinas y a los argentinos. Porque es un rasgo determinante de la masa el de elegir en contra de sus propios intereses, a diferencia del pueblo.

 

Del vientre de la masa emergió la horda, la comunidad de bárbaros que busca la destrucción, que se abraza a la incultura, que odia a la política como actividad sublime, que alimenta el resentimiento y que ejerce la violencia en todas las direcciones.

La horda está activa en todos los estratos sociales, desde los más encumbrados hasta los más desfavorecidos.

 

La horda, a diario, hace la vida imposible a las mayorías, a trabajadoras y trabajadores, a mujeres, niñas, niños y ancianos, a jubiladas y jubilados, a desocupadas y desocupados, a militantes o a quienes se comprometen políticamente.

 

Esa horda, que se desarrolló durante las últimas décadas, sobre todo a partir del menemismo, buscó denodadamente hasta dar con quien por su perfil representativo de todo lo incivil habría de representarla: Milei.

 

De tal manera, la iniciativa es de la horda. Reitero, la iniciativa es de la horda, no de Milei.

Milei es la figurita de un totalitarismo de horda.

 

Por eso, aunque Milei esté noqueado, esté rigurosamente cercado y hasta maniatado, el balotaje sigue siendo incierto.

 

Porque la horda es una “roca viva”, expresión de Freud; es una roca viva de la sociedad, un impenetrable, una argamasa o mazacote.

 

Por tratarse de algo así es que angustia, genera impotencia, desalienta, asusta y aterra.

 

La horda amenaza y hace sentir que es capaz de cualquier cosa, es insensible, no escucha argumentos ni argumenta, es tozuda y afirma taxativamente.

 

Caído Milei, la horda se aferra a él, busca mantenerlo activo, intenta insuflarle vida, lo alienta y recurre a todo lo que sea, sin descartar posibles acciones violentas, con tal de que llegue al balotaje, con tal de que las boletas libertarias estén en las mesas listas para ensobrar y meter en las urnas.

 

Este análisis, de mi autoría exclusiva como todos los que publico, no solamente es original, sino que ni siquiera está en la cabeza de analistas “políticos”, intelectuales, consultores, asesores, periodistas, encuestadores ni operadores de “focus groups”; tampoco este análisis ni siquiera da señales en las redes neuronales de dirigentes y gobernantes.

 

Quizá con el transcurrir de los días empiecen a caer en la cuenta, quizá se encuentren una vez más con mis publicaciones y me terminen plagiando como suele suceder.

 

Así que me estoy anticipando.

 

La horda sigue en pie con Milei acostado y la horda sigue apostando a él, adherida como una garrapata o sanguijuela. La horda lo inventó y no lo quiere sacrificar, lo necesita desesperadamente para tener su opción electoral.

 

Como el candidato oficialista tiene en contra la economía que empeora a diario siendo él el ministro, su campaña tiene poco vuelo y quienes lo acompañan no tienen mucha idea de en qué país viven, como sus consultores, asesores y encuestadores son de opereta o de descarte, la cosa se hace peliaguda, pese a que es la opción preferible para mantener un cauce institucional, para evitar que todo vuele por los aires.

 

Así que tenemos:

 

-     Milei prácticamente arrojado por la borda con la horda tirándole flotadores, pero aún así vivo y coleando; al seguir vivo y coleando puede despertarse en cualquier momento, desembarazarse de sus vigilantes y acometer de nuevo y vaya a saber.

 

-     El oficialismo haciendo un camino sembrado de muchos obstáculos y con la brújula descalibrada.

 

 

Por ambas razones, el balotaje es incierto.

 

Confío en que la preservación de la salud institucional, de la convivencia más pacífica posible y la sensatez se impongan este 19 de noviembre.

 

Rubén Rojas Breu

Buenos Aires, noviembre 1° de 2023

 

 

 

 

 


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