Rubén
Rojas Breu
YA
NO ES MILEI, ES LA HORDA
Milei
ya claudicó, ya quedó políticamente exánime y se entrega, rendido, a la custodia
implacable de Macri y sus compinches más cercanos.
Milei
abandona, por ahora al menos, su discurso desaforadamente desafiante y sus
comportamientos groseramente beligerantes.
Queda
claro que Milei, pese a lo que difunden sus detractores dizque progresistas, no
es fascista, al menos no es alguien que encarne al fascismo creado por el
tirano Mussolini.
Por
eso siempre me pareció de una superficialidad pasmosa el planteo de la opción “democracia
versus fascismo”. No profundizaré sobre esto en esta nota.
Milei
es una suerte de totalitario vernáculo, un totalitario a la criolla, una
versión farsesca, boba y sin uniforme de los dictadores milicos que padecimos
hasta cuatro décadas atrás.
Milei
jamás tuvo iniciativa, jamás fue un líder que construyera un espacio.
Milei
fue un efecto, fue una creación ¿de qué o de quiénes?
Ya
señalé hasta el cansancio de lectoras y lectores, que la dictadura genocida
acabó prácticamente con el Pueblo argentino.
A
partir de la dictadura, el Pueblo es sustituido por la masa.
La
masa sirvió a los distintos gobiernos a los que, consagrando con su voto,
incluyendo a los que más hicieron para destruir la nación, a las argentinas y a
los argentinos. Porque es un rasgo determinante de la masa el de elegir en
contra de sus propios intereses, a diferencia del pueblo.
Del
vientre de la masa emergió la horda, la comunidad de bárbaros que busca la
destrucción, que se abraza a la incultura, que odia a la política como
actividad sublime, que alimenta el resentimiento y que ejerce la violencia en
todas las direcciones.
La
horda está activa en todos los estratos sociales, desde los más encumbrados
hasta los más desfavorecidos.
La
horda, a diario, hace la vida imposible a las mayorías, a trabajadoras y trabajadores,
a mujeres, niñas, niños y ancianos, a jubiladas y jubilados, a desocupadas y
desocupados, a militantes o a quienes se comprometen políticamente.
Esa
horda, que se desarrolló durante las últimas décadas, sobre todo a partir del
menemismo, buscó denodadamente hasta dar con quien por su perfil representativo
de todo lo incivil habría de representarla: Milei.
De
tal manera, la iniciativa es de la horda. Reitero, la iniciativa es de la
horda, no de Milei.
Milei
es la figurita de un totalitarismo de horda.
Por
eso, aunque Milei esté noqueado, esté rigurosamente cercado y hasta maniatado,
el balotaje sigue siendo incierto.
Porque
la horda es una “roca viva”, expresión de Freud; es una roca viva de la
sociedad, un impenetrable, una argamasa o mazacote.
Por tratarse
de algo así es que angustia, genera impotencia, desalienta, asusta y aterra.
La
horda amenaza y hace sentir que es capaz de cualquier cosa, es insensible, no
escucha argumentos ni argumenta, es tozuda y afirma taxativamente.
Caído
Milei, la horda se aferra a él, busca mantenerlo activo, intenta insuflarle
vida, lo alienta y recurre a todo lo que sea, sin descartar posibles acciones
violentas, con tal de que llegue al balotaje, con tal de que las boletas
libertarias estén en las mesas listas para ensobrar y meter en las urnas.
Este
análisis, de mi autoría exclusiva como todos los que publico, no solamente es
original, sino que ni siquiera está en la cabeza de analistas “políticos”,
intelectuales, consultores, asesores, periodistas, encuestadores ni operadores
de “focus groups”; tampoco este análisis ni siquiera da señales en las redes neuronales
de dirigentes y gobernantes.
Quizá
con el transcurrir de los días empiecen a caer en la cuenta, quizá se encuentren
una vez más con mis publicaciones y me terminen plagiando como suele suceder.
Así
que me estoy anticipando.
La
horda sigue en pie con Milei acostado y la horda sigue apostando a él, adherida
como una garrapata o sanguijuela. La horda lo inventó y no lo quiere sacrificar,
lo necesita desesperadamente para tener su opción electoral.
Como
el candidato oficialista tiene en contra la economía que empeora a diario
siendo él el ministro, su campaña tiene poco vuelo y quienes lo acompañan no
tienen mucha idea de en qué país viven, como sus consultores, asesores y
encuestadores son de opereta o de descarte, la cosa se hace peliaguda, pese a
que es la opción preferible para mantener un cauce institucional, para evitar
que todo vuele por los aires.
Así
que tenemos:
-
Milei prácticamente arrojado por la borda con
la horda tirándole flotadores, pero aún así vivo y coleando; al seguir vivo y
coleando puede despertarse en cualquier momento, desembarazarse de sus
vigilantes y acometer de nuevo y vaya a saber.
-
El oficialismo haciendo un camino sembrado de
muchos obstáculos y con la brújula descalibrada.
Por
ambas razones, el balotaje es incierto.
Confío
en que la preservación de la salud institucional, de la convivencia más
pacífica posible y la sensatez se impongan este 19 de noviembre.
Rubén
Rojas Breu
Buenos
Aires, noviembre 1° de 2023
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