miércoles, 25 de octubre de 2023

SOBRE LOS RESULTADOS ELECTORALES EN LA ARGENTINA Y QUÉ ESPERAR PARA ELECCIONES DEL 19 DE NOVIEMBRE

 


 


Rubén Rojas Breu

 

POR QUÉ EL MIEDO CONCURRIÓ A LAS URNAS EL 22 DE OCTUBRE A LA ARGENTINA Y QUÉ SE VIENE PARA EL 19 DE NOVIEMBRE

 

Comprender el miedo como motivación es la llave que abre las puertas para empezar entender en profundidad el resultado electoral del domingo pasado.

 

Es la llave por la que se accede a un laberinto que amenaza no tener escapatoria, salvo que se tenga en cuenta, según Marechal, que se “sale por arriba”.

 

Acá en aras de la brevedad y de facilitar la comprensión de quienes tengan la paciencia de leer estas líneas, voy a abordar solamente un ángulo que extraigo de un análisis cuya complejidad requiere un texto de gran extensión.

 

Así que, por ahora, dejo de lado profundizar estas conclusiones que solamente esbozo y anticipo:

 

-      El triunfo electoral relativo y parcial del oficialismo requiere todavía la segunda vuelta, la definitiva, la cual presenta varios interrogantes,

 

-      Tal triunfo todavía ocasional se debe sobre todo justamente al miedo, lo cual torna paradójicamente protagónicos, en tal triunfo, a Milei y sus acompañantes inciviles.

 

-      Por lo tanto, son escasos los méritos del oficialismo para alcanzar la victoria parcial, el cual únicamente ofreció como ventajas competitivas cierta sensibilidad, la disposición a negociar y a gobernar con responsabilidad.

 

-      El valor de las medidas para el salvataje de una población pauperizada radica, más que en los precarios beneficios, en comunicar percepción del malestar y de las privaciones.

 

-      La campaña como tal, los asesoramientos, la propaganda por los distintos medios, sumados a una gestión ministerial fracasada en el marco de un gobierno venido abajo, o no aportaron nada o fueron abiertamente contraproducentes.

Señalo la desacertada táctica recomendada por los asesores, procedentes de Brasil y de España fundamentalmente, quienes se manejan con categorías, nociones y análisis sin sustento que no pueden dar cuenta de la sociedad argentina y de sus comportamientos políticos.

 

Por empezar, el planteo de la alternativa “democracia versus fascismo” es artificial, es una falacia bañada en ajenidad y anacronismo.

 

¿POR QUÉ EL MIEDO FUE DECISIVO? ¿MIEDO A QUÉ?

 

Ambas preguntas concurren en el siguiente análisis, respondiendo a una de ellas se da cuenta también de la otra.

 

El miedo fue decisivo porque Milei y su facción asustaron con la destrucción de la sociedad como tal, con la disgregación total, con el despedazamiento de la Argentina como nación.

 

En resumen, prometieron un futuro de ruinas, la hecatombe terminal.

 

¿Cómo se llega a esto? ¿Cómo se arriba a un punto en el cual puede hacerse cargo del gobierno y del estado una camarilla que se propone la disolución lisa y llana de toda una sociedad?

 

Una camarilla que sigue viva y activa, dejemos en claro.

 

La última dictadura cívico militar plasmó el objetivo que, al menos desde 1955, la reacción oligárquica y proimperialista se propuso: terminar con el Pueblo argentino.

 

Se sale de la dictadura terrorista prácticamente sin pueblo, el cual es reemplazado por la masa. Lo que quedó de pueblo, fue finiquitado en la Pascua de 1987 por la rendición del gobierno radical y las dirigencias ante los militares carapintadas.

Habrá sí resurrecciones parciales del Pueblo durante los cuarenta años de gobiernos civiles, lo cual requiere especial profundización. Lo más destacable de ese intento de renacer, las jornadas de diciembre de 2001, cuya proyección en el tiempo fue abortada por los alquimistas del régimen político-institucional al que estamos sometidas y sometidos.

 

Con el menemismo se avanza fuertemente en la destrucción del tejido social.

 

Con la destrucción del tejido social y saliendo de las entrañas de la masa comienza a gestarse la horda, de la cual el menemismo es el partero.

 

A partir del menemismo y continuándose en las dos décadas siguientes, la horda, comunidad de salvajes que reproduce las modalidades propias de lo primitivo, va mostrándose a través de un repertorio de inconductas tales como: la violencia criminal creciente, lo lumpen, el narco como gran articulador o sostén, la violencia de género incluyendo feminicidios, el maltrato de la infancia y de la ancianidad, los ataques o asesinatos en manada, la destrucción del empleo mínimamente digno, del trabajo y de la industria, la aniquilación de la ciencia y de la educación, el gatillo fácil, el embrutecimiento generalizado, la farandulización de todo, la celebración del cinismo y de la frivolidad, los aprietes de hacendados y de gatilleros,  la pérdida de todo respeto y la grosería como hábito comunicacional en público.

 

Tenemos entonces que esa comunidad primitivista de salvajes, potenciada durante el confinamiento instaurado por la pandemia, crece a niveles descomunales. Tengamos en cuenta el asesinato de Morena, una niña, en vísperas del engendro electoralista PASO.

 

Luego de una obstinada búsqueda, la horda encuentra a su candidato el cual establece con la misma un vínculo casi inorgánico, circunscrito a la modalidad elemental caudillo-seguidores.

 

Es importante subrayar que es la horda la que tuvo y tiene la iniciativa y, por lo tanto, Milei y sus cofrades son, simplemente, aunque trágicamente, sus meros representantes.

 

Un candidato de la horda y sus secuaces tienen que reunir atributos tales como: furia, brutalidad, ignorancia supina, vocación destructiva, desconocimiento acerca de en qué mundo estamos, desprecio por la ciencia y por la educación, apelación a una simbología grosera en la que coexisten lo animal con las motosierras, misoginia en todas sus variantes, hostilidad hacia la diversidad de género, racismo y, como basamento, el ensalzamiento de su modelo, la dictadura terrorista de estado.


Obsérvese además que la suma de disparates, de inconsistencias, de contradicciones y de incoherencias es reveladora de que una disgregación o disociación extrema en los espacios intra e interpsíquico.

 

La horda encontró así su candidato.

 

Ganadores en las PASO, Milei, sus lugartenientes y las hordas participantes en sus actos, cacarean ufanos, sintiéndose ganadores antes de tiempo, llevados por el narcisismo descomunal y pueril de su líder y por el exitismo de sus bases, saltan todas las barreras de contención generando una catarata de disparates, de propuestas descabelladas y abiertamente inhumanas.

 

Asustan.

 

Gran parte de la población olfatea, inconscientemente, que se acerca algo más aterrador que el tan trillado Apocalipsis. Una maldición divina a la manera de la que destruyó a Sodoma y Gomorra se abate sobre la Argentina.

 

La horda con su candidato y lugartenientes se ve dando el primer paso, llegar a la presidencia, para materializar la destrucción de la Argentina como tal, requisito para consumar su deseo inconsciente: entregar nuestra patria, rebajarla a nueva estrella de la bandera yanqui.

 

Como se ve, a diferencia de lo que creen los asesores extranjeros, simplistas y obtusos del candidato oficialista el dilema no es “democracia o fascismo”.

Partir de la peregrina tesis de que La libertad avanza es una sucursal de la ultraderecha que se propaga en el planeta, empezando por Europa es erróneo: la ultraderecha europea busca, a su manera brutal, potenciar a sus naciones, llevarlas a su esplendor. 

En nuestro país, la derecha y la horda con su jefe Milei busca destruir la nación para entregarnos a una potencia global. 


La alternativa que afrontamos es entre conservar lo que todavía nos queda versus la disolución como sociedad para consumar la entrega.

 

Dicho de otra manera, la opción termina siendo: convivencia mínimamente ordenada y en paz versus la disgregación social terminal, una tierra sin ley y sin destino.

 

El miedo a esa disgregación, a esa aniquilación, es el que llevó a darle al oficialismo la mayoría electoral relativa.

 

LA OPCIÓN SOBREVIVIR O EL FIN ES LA QUE SE JUEGA EN LA SEGUNDA VUELTA.

 

A ella el oficialismo llega dando tumbos y sin otra propuesta que la de mantener como sea un régimen caduco intentando una convivencia pacífica.

 

Milei y los suyos, incapaces de propuestas y con vocación decididamente depredadora de todo, se debaten entre la debilidad, las peleas internas, las concesiones a la ligera y el totalitarismo. Para más lo que atrae a sus votantes resta votos.

 

Las mayorías siguen y seguirán padeciendo.

 

No obstante, hasta acá, todo indica que esas mayorías elegirán sobrevivir, sabiendo que eso es posible en una nación, aunque sea endeble mientras se espera el renacimiento del pueblo.

 

Pero, atención, la horda está alzada y puede todavía golpear, el 19 de noviembre, antes o después, sobre todo cuando cuenta con que el oficialismo carece de estrategia, de ideas luminosas y es corresponsable de una situación cultural, política, social y económica ni siquiera controlada o mínimamente ordenada.

 

Sería de interés colectivo que el oficialismo que lo único de bueno que tiene para ofrecer es sensatez, apele a algo de imaginación y mejore su discurso, lo cual es muy difícil cuando se confía tanto en obsecuentes, en amigotes y en asesores casi iletrados, cuando la sujeción a la endogamia y la politiquería es tan férrea.

 

La predicción inquietante: aunque Milei desista o pierda, la horda seguirá activa buscando imponerse a como dé lugar.

Para acabar con la horda se requiere la reconstrucción del entramado social lo cual supone materializar un Proyecto de emancipación y de realización.

 

La predicción esperanzadora: el resultado electoral, así como tantas acciones colectivas que se dan en todo nuestro país, revelan que el Pueblo está latiendo, que puede retornar con la vitalidad que demostró en tantos tramos de nuestra digna historia.

 

Rubén Rojas Breu

Buenos Aires, octubre 25 de 2023

 

 

 

  

 


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