Rubén Rojas Breu
CONCEPTO DE PUEBLO
REVISANDO UNA COLUMNA
PUBLICADA EN EL MEDIO ARGENTINO PÁGINA 12 SOBRE PUEBLO O MASA
Con fecha diciembre 24 de 2022 se publica en Página 12
una nota en la que un consabido intelectual columnista, rutinario de ese medio,
busca infructuosamente diferenciar pueblo de masa.
Describe mal a la masa y no atina a decirnos qué
entiende por pueblo.
Me veo obligado a reiterar lo que ya publiqué en tantas
ocasiones sobre la oposición pueblo versus masa a los fines de:
·
una vez más contribuir con mi aporte original, hasta
donde pueda llegar con mi limitada cobertura ya que no cuento con el apoyo o la
difusión de los medios de ningún tipo ni con patrocinios partidarios ni
económicos ni privilegios de ninguna índole,
·
que lectoras y lectores que se interesan puedan
disponer de una conceptualización sobre pueblo y masa epistemológicamente
sustentables y con la complejidad y profundidad que corresponden o merecen.
CONCEPTO DE PUEBLO
El conocimiento científico y el rigor epistemológico
que tal conocimiento supone, no admiten sinónimos. Digo
esto, porque habitualmente se usan indistintamente palabras como pueblo,
opinión pública, gente, ciudadanía, masas, etc. Se apela a una o a otra
como si se tratara de la misma cosa.
Comienzo la conceptualización de pueblo,
diferenciándolo y contrastándolo con la masa, que, desde ya dejo en claro,
equivale a gente (ya que “gente” es la expresión eufemística y elegante de
masa).
Una entrada para tal diferenciación es la de oponer lo
orgánico a lo inorgánico, lo cual permite rápidamente establecer un primer
contraste: el pueblo tiende a lo orgánico, la masa tiende a lo
inorgánico.
El pueblo tiende a extremar lo orgánico al punto de
alcanzar el mayor nivel de institucionalización en cada etapa histórica,
mientras la masa se circunscribe a la menor organicidad posible y a desestimar
la institucionalización.
Precisamente ya Perón en varias de sus obras,
particularmente en Conducción Política y en algunos de sus discursos, sentó las
bases para tal diferenciación, acentuando la vinculación del peronismo con el
pueblo.
Por mi parte, acuñé la siguiente definición: pueblo
es la población políticamente culturalizada y organizada.
Esta definición es válida pero insuficiente: requiere
ser ampliada y precisada según lo que sigue.
Se da una doble articulación intrínseca,
ya que pueblo se determina por su vínculo con la nación, por un lado, y, con
los trabajadores, en tanto fuerza potencialmente revolucionaria y sólo en tanto
sea esa fuerza, por el otro.
En resumen: pueblo, nación y trabajadores
constituyen una tríada indisoluble.
El pueblo tiene como Objetivos básicos y
estratégicos su emancipación y su realización plena y en todos los órdenes:
cultural, social, político y económico.
Pero, además, en la medida que sostengo el abordaje
dialéctico, otro aval emerge para definir al pueblo en esa articulación y es el
que surge de los conflictos básicos: pueblo/nación vs. despotismo y trabajadores
vs. capitalismo.
En consecuencia, pueblo es la
población políticamente culturalizada y organizada, que se articula
intrínsecamente al mismo tiempo con la nación y con los trabajadores adoptando
como sus objetivos trascendentes la emancipación y la realización en franca
oposición con el despotismo.
La oposición no está dada sólo porque el pueblo
conciba al despotismo en todas sus variantes como enemigo, sino también porque
tal despotismo considera en tal carácter al pueblo como concepto y a los
pueblos como concretos.
Las variantes del despotismo son oligarquías
vernáculas, colonialismo, neocolonialismo e imperialismo.
De esta manera trato al pueblo como un concepto
sustrayéndolo de la bruma nocional y de su lugar de comodín.
Al tratarlo así no hago más que aplicar un enfoque
sistémico-relacional o, para quienes prefieran, aplico una aproximación del
tipo “estructuralista”, en tanto y en cuanto pongo en juego en simultáneo las
operaciones de articulación, de aspiración, de diferenciación y de
contradicción:
- El pueblo se articula con
la nación y con los trabajadores como fuerza potencialmente revolucionaria,
- El pueblo aspira su
emancipación y su realización plena,
- El pueblo se diferencia de
la masa (o de la gente) al punto de la antítesis,
- El pueblo se encuentra
en antagonismo fundante con el despotismo en todas sus
variantes.
Lo de población políticamente culturalizada y organizada
incluye a la totalidad de quienes se forman, comprometen, militan, adquieren
experiencia a través de la acción política (sea en el campo de la política
propiamente dicha, sea en la actividad gremial, en el movimiento estudiantil y
docente, en los movimientos sociales, en los organismos de DDHH, etc.).
Así, ejemplificando, un trabajador precarizado que
integra un movimiento reivindicativo es políticamente culto y organizado y,
contrariamente, el ejecutivo, “CEO”, hacendado o intelectual que se define como
apolítico o hace antipolítica no integra al pueblo.
Por lo tanto, no se puede objetar, de ninguna manera,
como elitista, la definición de pueblo por mí acuñada.
El pueblo, de acuerdo a tal definición,
supone organización, movilización orientada a objetivos, conducción, estrategia
y acción transformadora.
La masa es la expresión de la
tendencia a lo inorgánico. La masa es un agregado tendencialmente amorfo.
Habiendo sido objeto de tratamiento por diversos
sociólogos o filósofos, de una manera o de otra, es Freud quien, hasta donde
sé, mejor la analiza y, podría asociarla a la noción sartreana de serie,
en donde cada integrante es indistinto, indiferenciado, es sólo un miembro sin
identidad que forma parte de un conjunto.
Se deduce que el columnista de P12 o no estudió a
tales autores o los interpretó mal ya que la masa implica la anulación de las
subjetividades
A su vez, tal concepto de serie es reformulado por
Bleger quien desarrolla el de sociabilidad sincrética, una sociabilidad “sin
identidades”, anónima, intangible que puede revelarse si se dan determinadas
condiciones. Todo indica que el columnista desconoce a Bleger
Por otro lado, el psicoanalista británico Winfred
Bion, creador de la psicoterapia de grupos, a través de su concepto de
“supuesto básico” aporta a la caracterización de la masa, de un modo cercano al
de Bleger.
Ortega y Gasset se ocupa de la masa y del hombre-masa,
pero de un modo que, mal o bien interpretado, puede conducir a una visión
elitista e, incluso, cierta reivindicación de la “nobleza” apetitosa para el
franquismo. Sin embargo, aplicando la epojé o extremando la
abstracción (uso con renuencia ambas expresiones, que no avalo, con la única
finalidad de ser claro), podríamos decir que Ortega y Gasset define la masa en
términos bastante próximos a los autores antes mencionados (aunque sin ver el
rol que juega la identificación a la manera que lo hace Freud). Podríamos
agregar también a Le Bon o a Mac Dougall con su particular visión, limitada, de
la masa, visión objetada justamente por Freud.
También se puede establecer una correlación entre la
masa y el pueblo y los tipos ideales de autoridad o dominación de Weber:
tradicional y carismático se corresponden principalmente con la masa y el
racional-legal con el pueblo; hago la salvedad, de que estas correspondencias no
implican equivalencias, sino sólo una aproximación con la finalidad de
contribuir a hacer más claro lo que he expuesto.
Maquiavelo en El príncipe describe
dos comportamientos antitéticos a los que en mi libro Método Vincular.
El valor de la Estrategia, interpreto en términos de una ley: el que
opone la concentración del poder en el príncipe (o caudillo) versus el
que promueve la distribución de poder y la organización consiguiente. Masa el
primero, pueblo el segundo.
En mi producción, el Método Vincular, establezco que
la intersubjetividad tiende hacia uno de dos polos: el de la primarización, que
es el que contribuye a perfilar la masa, y el de la secundarización, que se
corresponde con el pueblo.
Ibsen, en Un enemigo del pueblo describe
cómo la masa (a la que él con las limitaciones de su época llama pueblo) se
opone al representante popular, el doctor Stockham (al que equivocadamente se
lo interpreta como expresión del “individuo”); Golding, en El señor de
las moscas, muestra los comportamientos antitéticos, el propio del pueblo
liderado por Ralph y el de la masa que expresa el retorno de la horda
primitiva, encabezado por Jack.
La razón de todas estas citas radica en que, por
distintas vías, distintos autores piensan a la masa como algo muy diferenciado,
diríamos antitético, respecto de lo que defino como pueblo. Aunque no hayan
podido conceptualizar sobre este tema.
Para no incurrir, con tanta cita, en erudición
estéril, me centro en que la masa supone un agregado que reconoce como lazo vinculante
a la identificación (Freud): cada integrante de la masa, por sí, se identifica
con algo o alguien por sólo un rasgo absolutizándolo y entregándosele. Desde
ya, el nazismo es la expresión más resonante y trágica de tal proceso.
Los alemanes nazis, renunciando a su propia identidad,
ubican en el lugar del ideal de cada uno a Hitler basándose en un rasgo de éste
que se hace “totalizador y totalitario”: supongamos, la avidez por la potencia.
Hitler encarna así un valor germánico idealizado.
Sobre tal base, cada nazi se reconoce a sí mismo y se
hermana con sus camaradas por identificarse, en primer lugar, con Hitler:
“somos nazis en tanto todos asumimos a la potencia como valor supremo y a
Hitler como nuestro líder”. No es la organización ni un cuerpo de ideas el
primer basamento, sino esa identificación, identificación con un valor supremo
y con un líder que, por supuesto, tenía cierta caracterización y, que, sobre
todo, prometía poder absoluto.
Hitler y sus cómplices, a su vez, sobre tal base,
generan lo que Freud llamaría una masa artificial a la manera de un ejército:
todos los nazis se comportan como integrantes de una cofradía fuertemente
consolidada cuyos objetivos y garantía de trascendencia se afirman sobre la
relación con el führer. Es decir, la masa puede darse cierta organicidad, y de
hecho se la da, pero tal organicidad se afirma en la negación de lo propio y de
la complejidad de cada integrante de la misma, se afirma en la sustitución de
tal “propio” y de tal complejidad por el tributo al líder, se afirma en la
verticalidad acrítica, en la obediencia “debida”.
La masa reconoce su origen ancestral en la horda
primitiva (Darwin y Freud) la cual se configuraba casi como una manada que
respondía a la autoridad despótica del macho jefe.
Más allá del carácter conjetural de la horda
primitiva, sirve para poner muy en negro sobre blanco, que una trama cuyas
raíces se hunden en el inconsciente social está siempre al acecho buscando
emerger. La barra brava o la patota son versiones actuales representativas de
esa supuesta horda primitiva.
Manifestaciones funestas han sido los gobiernos
tiránicos cuyo máximum fue la última dictadura con sus grupos de tareas.
Sucede que, de acuerdo a lo expuesto, la que es objeto
de manipulación es la masa; el pueblo jamás puede ser manipulado,
justamente porque es la población políticamente culturalizada y organizada que
se caracteriza por la cuádruple operación ut supra detallada.
No toda masa es un reflejo de la horda primitiva pero
sí podemos suponer, fundadamente, que, tal figura, arroja luz sobre
comportamientos que, aunque parezcan “muy civilizados”, expresan el retorno de
un gregarismo patotero que provoca malestar, desazón, incluso pánico.
Lo que sí permite inferir esta apelación a una noción
que se remonta a lo más pretérito es que la masa es sustancialmente
atraída por el poder: aquello que o aquél que ocupe, real o
imaginariamente, el lugar de mayor nivel de concentración de poder es el imán,
es el hipnotizador, es la fuente de la identificación que propiciará la ligazón
entre los miembros de la masa. El “aquello” o el “aquél” puede ser el
imperialismo, puede ser el grupo hegemónico, puede ser la persona que maneja
los hilos, puede ser el magnate, el famoso, etc.
En nuestro país, la masa idealiza al imperialismo y/o
al colonialismo o los concentradores de poder locals en todas sus expresiones,
muy particularmente el de los EEUU de Washington: para la masa éste se alza
como omnipotente y dotado de todas las virtudes.
Tenemos entonces que mientras para el pueblo
se trata de construir poder como herramienta para la instauración de
la sociedad más justa según la fase histórica, para la masa el poder,
real o imaginario, el poder acumulado o fácilmente acumulable es el objetivo,
es su punto de llegada. Apoyar a quien considera dueño del poder libera de la
incertidumbre, del riesgo y de la angustia.
Señalo al pasar que Elías Canetti, en su valiosa
obra Masa y poder, incurre en un equívoco, siempre y cuando lo haya
leído y comprendido correctamente: el de hacer equivaler la masa a la multitud.
Masa y multitud son fenómenos distintos. La masa puede
darse de modo difuso, sin la modalidad de multitud, como por ejemplo al votar o
al expresarse, paradójicamente, según la maliciosa noción de “mayoría
silenciosa”. Por su parte, una de las modalidades de manifestarse el pueblo es
la de la multitud como, por ejemplo, cuando reclama públicamente, en el ágora,
siempre organizadamente. Es decir, habrá que ver en cada caso cuándo la
multitud representa a la masa y cuándo al pueblo.
Esta última aseveración es clave para interpretar el
desbordante fenómeno colectivo desencadenado en las calles de nuestro país por
la llegada de la selección nacional de fútbol
Una demostración categórica de la diferencia entre
masa y pueblo se puede observar respecto de la invasión nazi en los países que
fueron ocupados: una parte de la población invadida, aplaudió al invasor; otra,
emprendió la resistencia. Fácil se deduce que aquélla representó a la masa y
que las resistencias de esos países (Francia, Grecia, Holanda, Europa oriental,
incluso Alemania e Italia) expresaron a sus pueblos.
Podríamos seguir mostrando diferencias entre masa y
pueblo, pero aceptemos que lo expuesto es suficiente, en aras de no abrumar ni
extendernos al infinito.
Un Proyecto de emancipación y realización así como
la conducción política son, ante todo, Proyecto y conducción política del
pueblo y trabajadoras/es; a la masa se llega sólo a través del pueblo.
Aclaramos que eso significa, en términos de la creación de este autor, el
Método Vincular, adoptar la secundarización o concepción secundarizada de una
dirección y más precisamente, el Posicionamiento Vincular Constructivo.
Interpretando el acontecimiento colectivo causado por
la llegada de la selección nacional de fútbol
En las multitudes confluyeron la masa y el pueblo.
La masa, renegando justamente de las subjetividades,
sustituyó los ideales del yo de cada miembro por el culto de la selección,
comportándose así según la sociabilidad sincrética de Bleger, la serie
sartreana, el supuesto básico de Bion, etc
Esquemáticamente, podríamos afirmar que la masa se
conforma con rendir tal culto y de tal manera convalidando lo establecido.
Es tarea de la conducción política detectar cómo en
esa multitud se manifestó el pueblo y cuál fue su mensaje.
Como la Argentina carece de conducción política ese
mensaje tiende a pasar desapercibido.
El mensaje, complejo, se resume así:
Uno, desconocemos a las dirigencias y gobernantes de
todo cuño (algo tan evidente que hasta los periodistas e intelectuales menos
dotados advirtieron, asustados, esto).
Dos, aspiramos a otra Argentina, una Argentina que se
realice junto con su pueblo.
Tres, el comportamiento de la selección constituye una
especie de lucecita que alumbra el camino a seguir en el cual lo mas relevante
es apelar a toda la potencia en vez de la resignación a lo que hay y al
sometimiento bajo concentradores y factores de poder globales y locales,
Cuatro requerimos imperiosamente conducción,
organización, estrategia y movilización orientadas a objetivos.
Rubén Rojas Breu
Buenos Aires diciembre 24 de 2022