lunes, 6 de julio de 2020

FACTORES NO BIOLÓGICOS QUE FAVORECEN PROPAGACIÓN DEL CORONAVIRUS Y LA RESISTENCIA A LA CUARENTENA





Rubén Rojas Breu 

FACTORES NO BIOLÓGICOS QUE FACILITAN LA PROPAGACIÓN DE LA COVID-19 Y QUE SABOTEAN LA PREVENCIÓN


ENCUADRE DE ESTA PUBLICACIÓN

Este artículo tiene por finalidad abordar los factores no biológicos de la pandemia y las resistencias que genera la cuarentena.

Mi enfoque se encuadra en las Ciencias de lo Humano, se basa en mi condición de investigador social, en mi especialización en estrategia y comunicación. 

El principal marco teórico de mi análisis es mi creación, el Método Vincular.

Recomiendo para la mejor comprensión de este artículo recurrir a mi libro Método Vincular. El valor de la Estrategia, Eds. Cooperativas de Buenos Aires y a las publicaciones en rubenrojasbreu.blogspot.com

Me valgo también para esta publicación de mi extensa trayectoria política. 

Por lo tanto, queda claro que no voy a incurrir indebidamente en un campo del conocimiento que escapa a mi incumbencia como el de la biología.


SOBRE LAS REACCIONES GLOBALES EN TORNO A LA PANDEMIA

El SARS CoV 2, causante de la infectocontagiosa Covid-19 es un coronavirus novedoso para la especie humana.

Cuando incursionó más de un año atrás en humanos, en Wuhan (China), era totalmente desconocido para científicos y expertos; por lo tanto, también lo era para gobernantes, referentes, dirigentes, intelectuales, medios de comunicación y poblaciones en general.

Rápidamente se propagó con un nivel de transmisibilidad sumamente elevado.
No sólo era totalmente desconocido y, aún hoy, sigue siendo a medias desconocido, a medias estudiado, sino que es sumamente desconcertante ya que parece comportarse según un patrón diferente al de otros virus en general y coronavirus en particular.

No me corresponde a mí evaluar cuál fue y es el comportamiento de biólogos, biotecnólogos, epidemiólogos, infectólogos, virólogos, médicos, enfermeros y otras disciplinas científicas y profesiones en las que se incluyen los que se ocupan de la salud física. 

Sí destaco el compromiso, la dedicación, la vocación y esfuerzo exponiendo la propia salud y vida de trabajadores de la salud en hospitales, clínicas y los más diversos centros de atención.

Lo que es de mi incumbencia, y a lo cual me abocaré, es analizar y llegar a conclusiones sobre el comportamiento de gobernantes, dirigencias, intelectuales, medios de comunicación masiva y población. 

Objetivamente, en todo el planeta, se incurrió, al menos inicialmente, por parte de estos últimos en subestimación de lo que terminó siendo esta pandemia que afectó a la humanidad. 

Es como si se hubiera afrontado en el comienzo a esta infectocontagiosa novedosa con las actitudes y comportamientos conocidos a partir de la experiencia con pestes anteriores. En términos de Pichon Rivière se acomodó algo enteramente nuevo a esquemas referenciales previos, conocidos y propios de rutinas. 

En ese cuadro, se dieron tres posiciones alternativas básicas:

  •  La de quienes la afrontaron según el Posicionamiento Vincular Dominancial, básicamente los gobiernos nacionales de los EEUU de Washington, Suecia,  Brasil, Chile, Ecuador e, inicialmente, de Gran Bretaña.

  • La de quienes la encararon según el Posicionamiento Vincular Doméstico, principalmente China, algunos países de la Europa continental, la Argentina.


  •  La de quienes parecen haberse ubicado en el Posicionamiento Vincular Constructivo, Corea del Sur, Japón y Alemania.

Lo mencionado en esas tres alternativas es tentativo, sólo tiene el propósito de ilustrar, sin pretensión de exhaustividad, ya que no estoy incluyendo a la totalidad de los países que sufren esta enfermedad.  

Los gobiernos que adoptaron el Posicionamiento Vincular Dominancial, tal como corresponde a este posicionamiento, se afirmaron en el valor por excelencia del mismo, la Potencia, consistente con el liderazgo patriarcal y su objetivo de búsqueda de dominio, exaltación de la fortaleza y desdén por la debilidad (y los débiles). Para este Posicionamiento, por ejemplo, el cuidado de la vida por encima del afán de dominio es sinónimo de debilidad.

Éstos apelaron al maltusianismo y, también, sacaron de su galera deshumanizante el antagonismo “cuarentena versus economía y pérdida de competitividad”, lo cual se demostró inconsistente toda vez que el derrumbe económico se dio en todo el planeta, incluyendo los países que se abstuvieron de decretar cuarentenas. 

La activa oposición a las cuarentenas se ancla en este Posicionamiento, el Dominancial, con la cobertura ideológica que el mismo presupone. 

En apariencia, oponerse a la cuarentena se asienta en el reclamo del derecho a la libertad, del derecho a reconocer que cada uno es dueño de su cuerpo y de su vida. En rigor, esa oposición es propia justamente de lo contrario: es propia de la modalidad manada u horda, ya que se afirma en la Potencia, en el afán por el dominio el cual implica la mentalidad de guerrero.

El gran jefe ordena el combate frontal contra los coronavirus como si éstos conformasen un ejército y quienes reportan obedientemente a tal gran jefe se encolumnan como soldados, como falanges que la emprenden ciegamente no sólo contra el patógeno sino también contra los “débiles” intimidados “cobardemente” por la invasión del germen. 


La Argentina y muchos otros países, de entrada, apostaron a la Vida como valor supremo, lo cual es propio del P. V. Doméstico regido por el liderazgo matriarcal. La madre idealizada asume a la Vida como lo que debe imponerse sobre cualquier otro interés. 

De allí, la disyuntiva falaz de “economía versus vida”.

Ese dilema poco sustentable, es la piedra basal de un enfoque de la cuestión que mostraría su flojedad con el paso del tiempo y daría argumentos a quienes se embanderan en actitudes de descalificación de la pandemia y su virulencia, de oposición a la cuarentena y medidas de prevención tales como el distanciamiento físico y otras. 
La Argentina hoy terminó estando entre los  países con mayor número de infectados y de muertes, en términos proporcionales.

También ubicarse en el Posicionamiento Doméstico y, en tal discutible dilema, está en la raíz de la poco eficaz estrategia y campaña comunicacional destinadas a prevenir, destinadas a que la sociedad en general asuma un comportamiento profiláctico activo y comprometido. 


El P.V. Constructivo supera los dilemas porque afronta problemas
Dicho de otro modo, en donde un dilema surge, el P.V. Constructivo lo traduce como problema, primer paso para proponer soluciones y encarar estrategias y políticas acordes. 

De lo antedicho se deduce que lo que desconcierta o sorprende a incautos es lo que se tendría que haber previsto:

Que dada una pandemia necesariamente habría de politizarse; más claramente, inexorablemente habría de partidizarse, llevando al enfrentamiento entre posiciones culturales, ideológicas y políticas antagónicas. 

Como sucede con cualquier otra cuestión que afecta a los humanos, con la pandemia aconteció y acontece su politización inevitable.


En qué condiciones de la Humanidad sobreviene el patógeno

Como ya está dicho ut supra, a nivel planetario se encaró inicialmente a este nuevo patógeno según los patrones de conducta ya históricamente empleados para gérmenes y epidemias en general.

No se distinguió con certera claridad lo novedoso y, en consecuencia, no se lo tomó como un agente infeccioso completamente desconocido, un agente infeccioso que aún hoy sigue desconcertando.

Que el Posicionamiento Vincular Constructivo no haya sido la plataforma e inspiración, desde la cual los organismos internacionales y la totalidad de los países actuaran coordinadamente, sustenta tal conclusión. 

Por otra parte, el nuevo coronavirus entra en escena en un mundo que se encuentra a la deriva, soportando una decadencia más que inquietante y en el cual, una formación socioeconómica, el capitalismo, en su fase tardía, a la manera de un agujero negro del Universo parece haberse fagocitado la complejidad de lo humano.
Éste es un factor preponderante no biológico de propagación del coronavirus.

Al devorar la complejidad de lo humano, lo cual supone la integración de lo cultural, lo social, lo político, lo psíquico y lo económico, arrastró a la humanidad a una extrema desigualdad asentada en la explotación desenfrenada de personas y de la Naturaleza, en la concentración de riqueza y de poder, en los padecimientos para la mayoría de las poblaciones en general y, por supuesto, en un predominio avasallador de las grandes potencias y las grandes corporaciones multinacionales, especialmente las financieras. Ese predominio avasallador alcanza su punto más alto con las reiteradas invasiones bélicas y ocupaciones militares de países sometidos.

Al desestimar tal complejidad de lo humano, se abandonó en la teoría y en la acción la premisa de la primacía de la Política y, por supuesto del lugar protagónico de lo cultural, lo social, lo intrapsíquico: en resumen, se perdió de vista lo antropológico y se sobreestimó lo económico entendido no como objeto de una Ciencia de lo Humano sino como lo propio del capitalismo como si ésta fuera la única formación socioeconómica posible, como si fuera “lo natural”.
La voracidad capitalista tiene responsabilidad en dos planos:
  • por un lado, por la depredación ambiental de la que es culpable lo cual genera condiciones para las pandemias,
  • por otro lado, porque las grandes corporaciones y empresas privadas, a causa de la explotación de trabajadores, dan lugar a situaciones insalubres así como al saboteo de las cuarentenas.
Esto constituye uno de los factores no biológicos determinantes de la propagación del SARS COV 2.
Se suman organismos estatales en esas prácticas no profilácticas, dando más peso a ese factor indeseable.
 
En particular, al momento de la irrupción de este coronavirus, el planeta se encontraba en tensión por la guerra comercial, y no tan comercial, entre los EEUU de Washington y China. 
De esa guerra, de la cual también participan otras grandes potencias, entre ellas Rusia y restantes europeas, llevó a la actual puja por valerse de las vacunas para ganar terreno geopolítico, preponderancia propagandística y, en el caso de los grandes laboratorios, posiciones dominantes y ganancias descomunales.
Esto a su vez repercute debilitando lo que ya era débil: la creciente falta de credibilidad en gobiernos y dirigencias lo cual a su vez afecta la confianza en las vacunas, lo cual conduce a una situación dilemática. 
Esta falta de credibilidad en gobiernos y dirigencias es un factor no biológico sumamente relevante en la propagación de la Covid 19.
 
Tal situación dilemática tiende a una expectativa mesiánica, no precisamente deseable, en la supuestamente milagrosa vacuna y, al mismo tiempo, en dudas y temores con respecto a la seguridad y eficacia de las mismas.
Las vacunas, cientificamente sustentables como lo están demostrando las mayorías de ellas, seguramente van a ser eficaces pero también es cierto que por sí mismas no van a erradicar en un futuro inmediato al SARS CoV 2 por variadas razones. Así que lo deseable es la combinación óptima de vacunación con el mantenimiento de las medidas de higiene, profilaxis, prevención. Hay que tener en cuenta además a los grupos que se oponen recalcitrantamente tanto a las cuarentenas como a las vacunas, impulsados fundamentalmente por esas aberraciones que encajan en la categoría "nuevos cultos" y también por las configuraciones ideológicas de raigambre endogámica sustentadas en la pretensión de omnipotencia, en la pretensión de que a un germen "hay que ponerle el pecho con coraje, a lo guapo, a lo matón".

  • La creencia mesiánica en la vacuna y el comienzo de la vacunación

  • Esa mencionada pretensión de omnipotencia

son también importantísimos factores no biológicos de la propagación del coronavirus.
 
Hay que tener en cuenta que un patógeno no perceptible a simple vista, aunque visible tecnología mediante, implica una enorme herida narcisista basándonos en Freud: pone a los humanos ante la circunstancia indeseable de reconocer sus límites, de asumir justamente su impotencia lo cual va en sentido contrario a patrones culturales muy arraigados que impulsan la falaz suposición de que el humano es todopoderoso "a imagen y semejanza de Dios o de los dioses o de la divinidad de la que se trate".
La resistencia a aceptar la herida narcisista se traduce en comportamientos tanto personales como grupales o colectivos que se basan en la pertinaz falacia "a mí o a nosotros un virus no me va a poder o no nos va a poder".  
Cuando se parte de la base de asignarse omnipotencia, la herida narcisista genera miedo o pavor, por lo cual hay que negar o, psicoanáliticamente hablando, renegar, hacer como que no es cierto lo que está a la vista como inexorablemente posible. También puede darse algo aparentemente distinto: la fanática creencia en que Dios o alguna divinidad protege desde su omnipotencia y, por lo tanto, si se es creyente se está preservado.

Todo esto último tuvo y tiene un papel determinante en el trato que se dio a la pandemia, lo cual fue notorio en el comportamiento del gobierno de los EEUU de Washington y de Brasil, países en los cuales la pretensión de omnipotencia per se o por veneración de Dios, la Biblia o, incluso, divinidades "paganas" es sumamente destacada y persistente.

De tal manera, la nueva pandemia encuentra a la humanidad en estado de indefensión, considerando la depredación capitalista, la voracidad imperialista, la extendida pobreza unida intrínsecamente al sometimiento, la suposición de omnipotencia humana o divina. Tales calamidades conllevaron y conllevan un estrepitoso derrumbe de la salud y la educación públicas, herramientas fundamentales para todo tipo de prevención de lo que pueda afectar gravemente a la especie. 

Al compás de lo antedicho, la ciencia y los científicos afrontaron la nueva patología, en mayor o menor grado según los países, en situación de insuficiencia

Esa insuficiencia está provocada, por una parte, por la caída de los recursos destinados; por otra parte, por la creciente vinculación de la investigación científica con lo comercial, con intereses cuya brújula es el mero negocio, lo cual es notorio en nivel superlativo en los EEUU de Washington, país en el cual la asociación “grandes laboratorios y grandes empresas + universidades con Harvard a la cabeza + centros de investigación” es muy estrecha por no decir abiertamente obscena.  

Es decir, la pandemia hace pie, se expande y se incrementa en un mundo a la deriva y muy lejos de instalarse, a nivel de organismos internacionales, gobiernos y dirigencias, en el recomendable Posicionamiento Vincular Constructivo.

Una manifestación de lo antedicho es que se impulse la noción de “aislamiento social” cuando lo que corresponde es prescribir, indicar, precisar que se trata del distanciamiento físico o el distanciamiento intercorporal o el distanciamiento interpersonal, también entre conocidas y conocidos, entre cercanas y cercanos no convivientes.

Dejo en claro: la noción de “aislamiento social” es opuesta o francamente contradictoria con el PV Constructivo; sí es compatible con la Primarización según el Método Vincular y, por lo tanto, con los PPVV Dominancial y Doméstico.
La noción de “aislamiento social” se presta a decodificaciones equívocas. Para gran parte de las poblaciones y, también, de las élites, “social” es lo que hace a la sociedad. La sociedad, en tal esquema referencial, por cierto, dominante y extendido, es lo que está “más allá de las fronteras endogámicas”, lo que está más allá de la familia, de las amigas y los amigos, de las compañeras y de los compañeros, lo que está más allá del entorno íntimo o cercano. Así sucede, que muchas y muchos entienden que cumplen con la cuarentena si no salen a los espacios públicos, laborales y no laborales, si no participan de eventos, etc.

Al mismo tiempo, consideran que sí respetan el “aislamiento social” decretado si se encuentran con los integrantes de sus círculos afines, si interactúan físicamente con quienes forman parte de su cotidianeidad. En su lógica, no es imaginable asociar riesgo de contagio con los cercanos ni con lo cotidiano. 
 
Así tenemos otro fundamental factor no biológico de propagación del patógeno: la creencia en que no hay riesgo de contagio entre familiares y amigos, entre quienes forman parte de los grupos de pertenencia habituales.

Los humanos somos intrínsecamente sociales, aún en situación de extrema soledad. El ermitaño habita la cueva de alguna montaña perdida con la sociedad interiorizada ya que se educó “en sociedad”. Robinson Crusoe lejos de expresar las “habilidades y destrezas del individuo” revela su condición constitutivamente social ya que la capacidad para sobrevivir, en una isla remota y aparentemente deshabitada, se debió a que también había sido criado en sociedad. 

De modo tal que, aunque se esté totalmente confinado y viviendo sola o solo, sin compañía física o de otras personas, se sigue socialmente vinculado. Todo lo que hace alguien en soledad lo aprendió por su condición de humano (de social) y, además, se mantiene en interacción social por los medios de comunicación a su alcance: teléfono, internet, redes virtuales, diarios, televisión, radio, revistas, libros, así como por el conjunto de comportamientos que lo socializaron, lo socializan, lo mantienen socialmente activo, desde cocinar, comer y vestirse hasta el teletrabajo e, incluso, la meditación, la reflexión o la recordación. 
Para más, con motivo de impulsar con toda justicia el derecho a la interrupción legal del embarazo, se apeló, entre muchos loables argumentos, a uno que es abiertamente asocial y científicamente insustentable: el de que "mi cuerpo es mi cuerpo".
En el humano el cuerpo es social, el cuerpo es compartido, el cuerpo es una construcción solidaria, inexorablemente solidaria física, psíquica, cultural, social, antropológica, económica. Desde la más remota antigüedad el cuerpo fue pasando por variadas formas de ese compartir, en general forzado: niños que eran enviados a las guerras sin derecho a disponer sobre su soma, mujeres obligadas a la trata o forzadas ya al embarazo ya al aborto, esclavitud, explotación, tráfico de personas en todas las variedades. También en lo que hace al desarrollo humano es compartido, muy especialmente en las actividades más meritorias, como por ejemplo las de los trabajadores de la salud que al exponerse están dejando de lado que su cuerpo es sólo su cuerpo.
Es inquietante que quienes dicen estar del lado de las causas de naciones sometidas, de pueblos oprimidos y de trabajadores explotados se valgan de una premisa del liberalismo más retrógrado, incurran en un "individualismo" tan a contramano con esta premisa engañosa según la cual "mi cuerpo es mi cuerpo". 
Para contrarrestar la propagación del coronavirus también es importante hacer ver y sentir que cada cuerpo integra una red solidaria, más allá de la lógica diferenciación persona por persona, una red solidaria por la cual lo que sucede con cada cuerpo condiciona o determina lo que acontece con los otros cuerpos.  
De tal manera, la presunción "individualista" extrema que niega el carácter social del cuerpo es otro factor no biológico de diseminación del virus.

No afrontar desde el punto de vista del P. V. Constructivo la pandemia, siempre según mis desarrollos a partir del Método Vincular, es un signo elocuente de que no hay liderazgos de cierta significación ni un Proyecto que contemple a la humanidad, que defina un horizonte. 

No afrontar desde el punto de vista del PV Constructivo implica, entre otros desenfoques, no tener en cuenta cómo se puede decodificar la expresión “aislamiento social” ni cómo se va a entender a la nueva enfermedad ni cómo cabe prevenirse con la mayor seguridad ni cómo significar a un virus, que por virulento que sea, es simplemente, un virus y no “un enemigo invisible” al cual se quiere enfrentar como si se tratara de una guerra, acontecimiento que únicamente se da entre humanos. 

Al no comprenderse lo humano en toda su complejidad ni reconocer la inexorable primacía de la Política, tampoco se advirtió que inexorablemente se iba a politizar

La excluida, la Política, siempre, tarde o temprano, retorna. Por ahora, lo hace de un modo no previsto y difícilmente controlable de la mano de un patógeno inesperado, sorprendente, desconcertante, desestabilizante, demoledor. 

Ese virus arriba en el seno de una humanidad desprovista como la actual, desprovista para comprenderse a sí misma y desprovista para conducirse.
 
No haber reconocido que la pandemia sería politizada y, por lo tanto, usada en aras de antagonismos facciosos es otro factor no biológico de propagación.

El marxismo había alcanzado notoriedad como propuesta universal, pero resultó, por ahora, insuficiente o impotente. Me consta que, con inteligencia y convicción, así como con una acción meritoria, muchas y muchos marxistas se esfuerzan para revitalizar tal concepción que otrora fuera tan significativa y luminosa, tan dotada de capacidad de transformación liberadora. 

El peronismo fundacional también fue un proyecto de gran alcance con capacidad para orientar al planeta, pero, actualmente, está inhibido y, por cierto, desvirtuado, sobre todo, por quienes dicen expresarlo. También en este punto, podemos tener esperanzas ya que, aún a los tropiezos, hay quienes procuramos actualizar, aggiornar e insuflar vida al peronismo fundacional. 

Al mismo tiempo, como creador del Método Vincular y otros cuerpos conceptuales, también hago mi aporte para esclarecer la complejidad de lo humano, profundizar en su pasado y presente y prever su futuro. 

De tal manera, el planeta, antes de la pandemia, se encontraba sin conducciones ni organizaciones políticas a la altura de su dramático cuadro de situación. 

En tales condiciones lo sorprende este extraño patógeno. 

En este primer ítem de este artículo ya puse de manifiesto algunos factores no biológicos que facilitan la propagación del virus y obstaculizan las medidas de prevención en todas las latitudes. 

Veamos ahora qué pasó y pasa en nuestro país.


Desconocimiento de la Argentina real

  • Luego de décadas de debilitamiento y hasta de la casi desaparición de la cultura, conducción y organización políticas,

  • Luego de décadas de avance y hasta de usurpación por parte de concentradores de poder y sus agentes, todos ellos al servicio de intereses antinacionales y antipopulares, 

la Argentina se tornó un país sumamente precarizado, con apropiación descomunal de poder y de riqueza por un minúsculo sector y un nivel de desamparo inconcebible para la mayoría de la población.

Desde la muerte de Perón, la Argentina carece de conducción política. En particular, desde la instauración de la última dictadura cívico-militar se debilitó o se destruyó, ya sea de manera abierta, ya sea de manera enmascarada, la cultura, la política, la sociedad misma, la economía. Ese debilitamiento-destrucción conllevó la declinación a extremos penosos de la educación y la salud públicas. Ni qué hablar de la ciencia y de la investigación. 

La pandemia se instala en esa Argentina sumamente deteriorada.
He aquí un factor no biológico devastador más que facilitante para la diseminación del virus.

Para peor, en una Argentina en la cual la pobreza, el hambre, el hacinamiento, la precariedad de todo y en todo parecieran haberse naturalizado, una Argentina en la cual la resignación sustituyó a toda legítima ambición de desarrollo, justicia, bienestar. 

Gobernantes, dirigentes e intelectuales, de una manera o de otra, desconocen a esa Argentina real.

Hacia adentro, la Argentina real es tal como está arriba sucintamente descrita.
 
Hacia afuera, la Argentina limita con países hermanos que no están en mejores condiciones y, entre ellos, dos de los que de la peor manera afrontaron la pandemia: Brasil y Chile. 

Estas condiciones rápidamente enunciadas no fueron tenidas debidamente en cuenta por gobernantes, dirigentes, referentes, intelectuales. 

Más aún, a medida que el coronavirus comenzó a diseminarse, parecía que tales figuras se sorprendían por hallarse con vastas áreas propicias para la propagación del patógeno: los ejemplos más elocuentes de tal vulnerabilidad son las villas de emergencia, los geriátricos no habilitados y, por supuesto, el sistema de salud pública sumamente debilitado junto con una medicina privada rígidamente capitalista, como cabía esperar. 

A eso se suma la educación pública también en franca desmejora o en estado de extrema fragilidad y con una educación privada que, en términos generales, estimuló el “individualismo” en desmedro de la solidaridad y la conciencia social.
De tal manera que, aun cuando se adoptaran políticas razonables para afrontar la pandemia, las mismas no contaban ni cuentan con el sustento colectivo y el tejido social firmes, sólidos, que se requieren para alcanzar el logro deseable
 
Ese desconocimiento de la Argentina real fue, es y será factor no biológico decisivo para el brote y rebrote de la Covid 19.
 
La pérdida del año educativo conlleva y conllevará consecuencias que empeoran y empeorarán el tejido social, que agobian y agobiarán a madres, padres y docentes, y sobre todo que afectan y afectarán en todas sus áreas vitales a niñas, niños, adolescentes, jóvenes, y por lo tanto a la población en general y a nuestro país. No se supo encontrar el modo de encauzar la educación presencial de un modo confiable y seguro, lo cual es expresión de ineptitud, de falta de vocación por el conocimiento y el desarrollo, de descuido de los educandos.
Tampoco se asumió que si no pudo encauzar la educación no fue porque las escuelas, colegios y universidades abiertas fuesen un foco inexorable de propagación de la COVID 19. Fue por el gravísimo estado de precariedad de las instituciones educativas, lo cual es responsabilidad de todos los gobiernos, al menos desde la dictadura genocida hasta la actualidad, con el agravante de haber tenido el gobierno despótico de la alianza Cambiemos encabezada por la membrecía PRO, gobierno sólo posible en nuestro país por la reiterada defección de la totalidad de las dirigencias políticas y sectoriales que no quieren o no saben cómo enfrentar a los grandes concentradores de poder locales y extranjeros. 

La cuarentena y las medidas de prevención básicas tales como el lavado de manos y el distanciamiento físico, siendo imprescindibles, tropezaron y tropiezan con una Argentina en la cual las condiciones son de tal precariedad que encuentran numerosos obstáculos. 

Entre esos obstáculos podemos ubicar en un extremo la pobreza, la falta de infraestructura básica como agua potable y cloacas, y en el otro extremo, el de los sectores privilegiados, una carencia total de conciencia de lo social, de valoración de la justicia y de vocación por la solidaridad. 

Ese desconocimiento de la Argentina real dio lugar a que gobernantes, dirigentes, referentes, intelectuales y medios de comunicación masiva de todo el espectro, por acción o por omisión, con sanas intenciones o por inclinación a favorecer intereses sectoriales, encararan la pandemia con diagnósticos, pronósticos, tácticas y acciones insuficientes, desencaminadas o erráticas. 
 
Se siguen así sumando factores no biológicos para propagar el virus y descuidar o abandonar la prevención.

Sucedió lo expuesto hasta el párrafo anteúltimo al punto de que la confrontación intrascendente sustituyera y siga sustituyendo a los conflictos básicos determinantes y que la confusión le ganara la pulseada a la claridad, al conocimiento científico y a la concientización. 

Formó parte de ese desconocimiento de la Argentina real suponer que democracia equivale a procesos electorales. Esa equivalencia es no sólo equivocada, no sólo científicamente insustentable, sino que conduce al precipicio, a la pérdida de toda credibilidad, a lo asocial. 

Esa falaz equivalencia sirvió tozudamente para negar lo que este científico e investigador social, este autor con dilatada y sumamente comprometida trayectoria política sostuvo siempre:

que la Argentina padeció entre 2015 y 2019 un gobierno despótico en el marco de un régimen despótico, un régimen caduco, lo cual fue puesto de manifiesto en el 2001. Ese régimen despótico fue instaurado por la última dictadura y, con fachada símil “democracia” se mantiene hasta ahora.


Los conflictos emergentes

Con el avance de la pandemia y la consiguientemente imprescindible cuarentena, emergen conflictos propios de una cultura endogámica, de una Argentina que no se proyecta ni en el espacio ni en el tiempo, de una Argentina débil en cultura, conducción y organización políticas.

Los conflictos básicos determinantes de la Argentina son:

  • Pueblo/nación versus   oligarquía local, imperialismo, colonialismo y neocolonialismo
  • Trabajadores versus el capitalismo como formación socioeconómica excluyente y/o dominante.
Si se resumieran ambos conflictos en uno que lo contenga sin renunciar a discernir entre los enunciados, se trata de pueblo versus despotismo.

Oligarquía local, imperialismo, colonialismo y neocolonialismo  son formas diversas, diferenciables, del despotismo.

Por otro lado, reducir las sociedades a una formación socioeconómica, se trate de la que se trate, el capitalismo hoy, también supone despotismo. Además, en este punto cabe aclarar que lo que afecta negativamente a una sociedad e impide en un país como el nuestro su desarrollo integral, es que los grandes capitalistas locales y extranjeros concentren tanto poder. 

Tanto ese reduccionismo como esa concentración de poder y riqueza dañan visceralmente al pueblo y a la nación, lesionando a trabajadores, desocupados, jubilados, mujeres, niñas, niños, adolescentes, estudiantes y, también, a pequeños y medianos productores del agro y de la industria.

Desde luego ese despotismo ataca y erosiona severamente en sus fundamentos mismos a la educación y la salud públicas, a la ciencia, a la investigación y a la capacidad de generar tecnología de avanzada.

En el marco de esos conflictos añejos e irresueltos nos sorprende la pandemia. 

Al carecerse de claridad en el pensamiento y en la acción para entender esa compleja conflictiva, emergen antagonismos domésticos, de larga data, y francamente estériles, que se prestan más a la demagogia y a empantanarnos en lo irreal que a generar las condiciones para pasar a un estadio superador. 

Los conflictos cuando son debidamente diagnosticados y afrontados se resuelven, mediante la conducción y organización políticas, haciendo avanzar a las sociedades.

Cuando son sustituidos, desplazados o sepultados por antagonismos oportunistas y de baja significación, el panorama se torna desolador porque, al estar mal planteados, no surgen perspectivas de superación. Uso la expresión “oportunistas” en el sentido de que se trata de antagonismos que parasitan, aprovechan, un cuadro de debilidad política, un estado de inmunodepresión colectiva de las fuerzas nacionales, populares y de los trabajadores.

Con la pandemia y la inexorable cuarentena, se incurrió en ese tipo de antagonismos.

Son tan variados y numerosos como enmascaradores, por lo tanto, no es aconsejable una exhaustiva enunciación. Me limito a los que tuvieron mayor resonancia:

  • Vida versus economía
  • Libertades versus arbitrariedad
  • “Empresa” versus Estado
Reitero, son antagonismos falaces e inconducentes, que disfrazan buscando sepultar lo que requiere ser traído a la luz.

Además, en nuestro país, desde el comienzo se incurrió por parte del gobierno y las fuerzas que lo apoyan en comportamientos, como mínimo, inoportunos:

Exitismo y prematuro canto de victoria, cuando aún la pandemia es bastante desconocida y está lejos de ser controlada. Lo de la Argentina como ejemplo para el mundo es más contraproducente que estimulante y cierto. Ese prematuro canto de victoria subsiste cuando se alardea, se hace alharaca por cómo se va a disponer adelantadamente de las vacunas cuanto aún la situación es incierta.

Es contraproducente porque subliminalmente contribuyó a que parte de la población y, sobre todo, las castas se relajaran o promovieran el descuido.
Fomentó lo que el psicoanálisis enuncia como renegación o desmentida, mecanismo que impide ver lo que se debiera ver, impide tomar conciencia sobre lo que se requiere concientizar y termina poniéndose al servicio de la omnipotencia con creencias a medias conscientes, a media inconscientes del tipo "a mí no me va a pasar", "no voy a dejar las festicholas, las salidas multitudinarias, etc.. por un bichito que nadie vio" y otras por ese santificado estilo. 

Contraproducente también porque resonó como intento de capitalización política por parte del gobierno y los oficialistas en general, incrementando la hostilidad de una oposición que, siendo minúscula, se sintió desafiada, tensó su musculatura y recurrió a su arsenal para dar batalla.

Las comparaciones con otros países también tuvieron mucho de enojoso y de indebido, de renegador.

Obsérvese que la Argentina tiene un muy bajo nivel de intercambio con el mundo, en comparación con las naciones europeas y asiáticas. Ese bajo nivel de intercambio es apreciable en el medio por el cual el SARS CoV 2 se diseminó: los vuelos.

Cualquier gran ciudad europea recibe y despacha a través de sus descomunales y tecnológicamente avanzados aeropuertos un número de vuelos enormemente superior al de nuestra pequeña terminal de Ezeiza. Además, tales países del resto del planeta están conectados por vía aérea con todos los países, mientras que la Argentina se vincula con un número reducido de destinos.

De modo tal que esos países estuvieron desde el comienzo mucho más expuestos y lo seguirán estando. Así que nuestro infradesarrollo se hace evidente también en ese campo. También Brasil está mucho más conectado que nuestro país.

Con lo antedicho no justifico ni hago defensa ninguna de cómo esos países afrontaron la pandemia. Simplemente pongo sobre el tapete que por estos lares faltó humildad y sobró una cerrada vocación endogámica.

Se dirá que Chile, Perú y Ecuador están aún menos conectados que la Argentina y que en tales países la pandemia se desató a niveles incontrolables. Es cierto y es cierto que se debió a las políticas adoptadas por esos países, políticas inaceptables desde luego. 

De todos modos, la comparación es enojosa y tendió a generar tensiones. 
 
Ciertamente haber extremado hasta el agobio y hasta la exageración descomunal la falaz idea de que la Argentina y su gobierno nacional más sus gobiernos distritales habían hecho las cosas mucho mejor que el resto del mundo generó una falsa sensación de seguridad constituyéndose en un tremendo factor de propagación y de freno a la prevención.

Además, todavía no podemos asegurar que terminará sucediendo en nuestro país, considerando sobre todo la endeblez del sistema de salud, los comportamientos tiránicos de patronales, la acción irresponsable de los anticuarentena, el hacinamiento, la pobreza y las conductas reprochables de una parte de la población con sus fiestas clandestinas, sus reuniones desaprensivas, sus prácticas insalubres. 

Tampoco fue ni es de propiciar la asimilación de la pandemia a lo bélico: el uso de expresiones como “estamos en guerra con un enemigo invisible” es de lo más desafortunada, desacertada. Refleja un total desconocimiento de lo comunicacional.

Ya he criticado en diversas notas la apelación a lo bélico, empezando por señalar enfáticamente que una guerra es una cuestión entre humanos y sólo entre humanos. Como definió Clausewitz: “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. Bueno, los virus no hacen política aún cuando los humanos los politicen.

Recurrir a lo bélico influyó en comportamientos de hostilidad manifiesta a contagiados y a supuestos agentes de contagio como los abnegados trabajadores de la salud, derivando en una estigmatización peligrosa. 

Además, el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, con su ostentosa prédica de supuesta necesidad de mayor prevención de los mayores de 65 años, contribuyó a la discriminación activa contra éstos, dando lugar al escarnio en la vía pública.


Pandemia, lo siniestro, endogamia y exogamia

La pandemia articula y redefine las definiciones, alcances e interacciones entre lo siniestro, la endogamia y la exogamia. 

Según  Freud, lo siniestro es el devenir de lo familiar en lo extraño: lo que es enteramente conocido y querido se torna repentinamente en extraño, desconocido y temido.

La pandemia se asocia así a lo siniestro, toda vez que, inesperadamente e intimidando, emerge en los ámbitos más amados, más habituales, más propios: el familiar más querido, el amigo o la amiga, el vecino respetado o la comerciante con la que se trata a diario puede ser causante de contagio. 
Los patrones culturales inducen a una extendida creencia errónea por la cual esos ámbitos familiares y cotidianos son endogámicos al mismo tiempo que todo lo exterior a ellos se considera exogámico. 
No voy a detenerme en esto que acabo de señalar ya que bastante extenso ya es este artículo, pero dejo en claro que endogamia y exogamia no se corresponden biunívocamente con lo familiar y lo externo, sino que son dos tipos de configuración que implican comportamientos que las diferencian. 
Tengamos en cuenta que una familia tiene origen exogámico toda vez que se constituye sobre la base de la unión, vía cónyuges o parejas, de grupos parentales diferentes y, casi siempre, desconocidos inicialmente entre sí. A la vez, en el seno de una institución o empresa se van desarrollando grupos de pertenencia, de cercanía, de amigos y compañeros. 

La pandemia, por un lado, nos pone ante lo siniestro: lo desconocido amenazante y que enferma o mata, puede alcanzarnos por vía de quienes más queremos o frecuentamos. Es decir, lo familiar se convierte en extraño.
Ante tal situación, aquello que afrontamos a diario como lo propiamente endogámico, obliga, para preverse, a encararlo exogámicamente. 
Es decir, obliga vivenciar a lo propio, a lo más conocido, a lo más interno e interiorizado a afrontarlo como si fuese ajeno, desconocido, externo y exterior. Obliga a tratar como ajenos a madres, padres, hijas, hijos, hermanas, hermanos, tías, tíos, abuelas, abuelos, amigas, amigos, vecinas, vecinos, etc.

Ese obligar exige adoptar normas de prevención tales como el distanciamiento, el uso de barbijos, no compartir mate ni utensilios, con quienes lo hicimos siempre sin pensarlo siquiera, espontáneamente.

De tal manera, la pandemia impone introducir lo exogámico en lo endogámico.
El rechazo a "exogamizar" lo endogámico es hoy probablemente el principal factor no biológico de diseminación del coronavirus.
 
Todo parece indicar que son los jóvenes quienes más muestran ese rechazo, lo cual se hace sumamente álgido ya que son quienes más circulan entre muy diferentes grupos de pertenencia y también quienes más lo hacen entre los ámbitos propiamente endogámicos y los propiamente exogámicos, quienes más cruzan todo el tiempo las fronteras entre diferentes espacios. 
 
Lograr que los jóvenes acepten lo que rechazan es un imperativo y, simultáneamente, un obstáculo quizá insalvable.
 
 
Cerrando

Lejos está este artículo de agotar todo lo que podría exponerse acerca de los factores no biológicos que facilitan la propagación del coronavirus, promueven la resistencia a la cuarentena y actualmente la resistencia a la vacunación.

La finalidad de esta publicación es la de llamar la atención acerca del peso que tienen tales factores, las consecuencias indeseables que generan, su lamentable rol de saboteadores de la prevención y de cómo esos factores no sólo parten de quienes abiertamente desafían dicha prevención o cuarentenas sino también, inconsciente o ingenuamente, de quienes impulsan las acciones para evitar la diseminación del coronavirus aún bastante desconocido.

Una conclusión a desarrollar en alguna otra publicación es:

Una campaña de prevención requiere sustento en una estrategia comunicacional.

Tal estrategia comunicacional tiene que basarse en una estrategia política.

La estrategia política tiene que dar lugar a políticas de alta complejidad que afronten todas las problemáticas que la pandemia y la cuarentena acarrean.

La estrategia política, a su vez, deriva de un Proyecto integral que hace al destino a proponerse para una nación, su pueblo y sus trabajadores.

Herramientas imprescindibles para lo antedicho son la aplicación de cuerpos conceptuales probados de las Ciencias de lo Humano junto a la investigación social cualitativa. 

Mi creación, el Método Vincular, es justamente un instrumento ideado y sobradamente probado y verificado para atender a lo antedicho.

Las técnicas estándares tales como las encuestas y/o los mal llamados grupos focales o “focus groups” no sólo son insuficientes sino generadoras de gruesos errores y, además, recursos que circulan en el sentido opuesto al del diseño de Proyecto y estrategias.

Así, que recomiendo firmemente la concepción estratégica.


Rubén Rojas Breu
Julio 6 de 2020, actualizado el 04-01-2021

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