jueves, 14 de mayo de 2020

LA MATEADA, LA PROSCRIPTA POR LA PANDEMIA





Rubén Rojas Breu

LA MATEADA,
LA PROSCRIPTA POR LA PANDEMIA
Análisis que incluye la aplicación del Método Vincular


Advertencia

Adhiero por completo a la decisión de implantar la cuarentena, así como a la totalidad de las medidas profilácticas para la prevención de la infectocontagiosa Covid-19 causada por el coronavirus SARS-Cov-2.

Por lo tanto, apoyo la indicación de NO compartir el consumo de mate, de evitar las mateadas.

El título y desarrollo de esta nota tienen por objeto significar la mateada, el matear, el mate como propio de nuestra cultura, de nuestra identidad nacional y regional, aprovechando que, precisamente, por obra de la pandemia ese tema, ese ritual, esa costumbre, esa clave de nuestra cultura, se actualizó, se puso sobre el tapete. 

Así que mi intención de significar la mateada no implica en absoluto objetar su contraindicación ya que evitar el consumo compartido de mate es una medida de prevención tan imprescindible como el lavado de manos, el uso de barbijos y el distanciamiento intercorporal. 

Mi siguiente análisis se basa en las investigaciones que en mi rol de científico de lo Humano he llevado a cabo sobre la cuestión, incluyendo el estudio en profundidad de valiosas fuentes.


Consideración previa

En este artículo me voy a abocar a una modalidad de consumo de la yerba mate o del mate a secas: la mateada.

Tal modalidad consiste en que quienes “matean” conforman un colectivo, se reúnen para compartir el mate en el recipiente justamente llamado “mate”, pequeña calabaza o porongo, relleno con la yerba mate, la cual es regada con agua caliente (o fría en el caso del “tereré”) y la infusión, así preparada, es sorbida a través de la bombilla. 

La mateada es propia de la Argentina, el Uruguay y el Paraguay, país éste que en 2017 organizó la “mateada más grande del mundo”.

A modo de introducción entre pintoresca e ilustrativa, a continuación, transcribo versos del Martín Fierro incluidos en distintos tramos del poema nacional argentino.



Martín Fierro y la mateada

“Y sentao junto al jogón
a esperar que venga el día,
al cimarrón se prendía
hasta ponerse rechoncho,
mientras su china dormía
tapadita con su poncho.”
………………


“El mate no se permite,
no le permiten hablar,
no le permiten cantar
para aliviar su dolor,
y hasta el terrible rigor
de no dejarlo fumar.”
………..

“Cuando mozo fue casao,
aunque yo lo desconfío;
y decía un amigo mío
que, de arrebato y malo,
mató a su mujer de un palo
porque le dio un mate frío.”
…………….

“Y qué costumbre tenía
cuando en el jogón estaba!
Con el mate se agarraba
estando los piones juntos.
Yo tallo, decía y apunto,
y a ninguno convidaba.”
………….
“Me puse al contar mis penas,
más colorao que un tomate,
y se me añudó el gaznate
cuando dijo el ermitaño:
“Hermano, le han hecho daño,
y se lo han hecho en un mate.”
………..

“Una tarde que me hallaba
de visita... vino el Ñato;
y para darle un mal rato
dije juerte: `Ña... To-ribia,
No cebe con el agua tibia´.
Y me la entendió el mulato.”

Era él todo en el juzgao,
y como que se achocó,
ahí nomás me contestó:
´cuanto el caso se presiente
te he de hacer tomar caliente
y has de saber quién soy yo´.”
……..

“Yo no soy cantor ladino
y mi habilidá es muy poca;
más cuando cantar me toca,
me defiendo en el combate;
porque soy como los mates:
sirvo si me abren la boca”.

Sin pretensión de exhaustividad, cabe observar en estos versos ciertas constantes, ciertas características, vinculadas con el mate, el matear, la mateada. 

Aun cuando el mate se tome a solas, se lo hace en estado de virtual compañía, ya que su consumo se define e instaura a partir de la mateada como algo compartido, como algo propio de la ronda de los participantes. De tal manera, el mate consumido a solas incluye la compañía virtual de los otros; de ahí que se diga por parte de los habituales consumidores que “el mate es una compañía”. 

Mate, mateada y ronda de materos son un indivisible, una asociación inherente al consumo. 

Así que cuando el gaucho tomaba el mate, también llamado “cimarrón” cuando se consume amargo, a solas “mientras la china dormía” se sentía en ilusoriamente acompañado. 

Es interesante observar que “cimarrón” es también un vocablo que se aplica o aplicaba al animal salvaje, sobre todo al caballo no domado que vive a sus anchas en los campos o a las especies en general que crecen naturalmente, sin intervención humana. 

Por lo tanto, el mate amargo o “cimarrón” queda del lado de la Naturaleza, la cual se asocia a lo genuino, a lo que crece en estado de pureza libre de la “contaminación” humana. 

Así el “cimarrón” retoriza al gaucho, por la concurrencia de la metaforización y de la metonimización: el gaucho es indomable y vive pegado a la Naturaleza, sobre todo según la versión de Sarmiento, quien opone barbarie/Naturaleza a civilización/”Cultura”, versión eurocéntrica, de neto corte colonialista por supuesto.

A esa metáfora se suma la construcción metonímica en la medida que el mate forma parte del espacio del gaucho, está como acoplado a él, es contiguo. 

La prohibición del mate, aludida en versos siguientes, es vivida como un castigo que simboliza la inhabilitación para compartir. 

Más adelante me referiré al porqué de esta aseveración, la cual encuentra su raíz en la ronda matera. 

Aunque en la tradición hay cierta asociación del consumo del mate con el machismo, en rigor tal asociación se deriva de su ligazón con el gaucho, ya que no hay un nexo intrínseco entre lo masculino o viril y dicho consumo. 

El consumo de mate, el matear, en su estructuración incluye una suerte de lenguaje, con su relación entre signos, entre significantes y significados. El “mate frío” en el sistema sémico propio del matear quiere decir “desprecio”. Los versos alusivos a tal modo de servir el mate reflejan como una motivación del feminicida el de sentirse, aún injustificadamente, objeto de desprecio. 

No convidar el mate es como un acto de traición, es desconocer la propiedad por excelencia inherente al matear: que se comparte. Quien no convida, ignora al otro no tanto como otro sino como una extensión de sí, como una parte del “cuerpo-mano-boca” único que la ronda simboliza. 

El matear, y la propia bebida “mate”, contiene intrínsecamente a lo mágico, por lo cual un hechizo, el gualicho, es factible sea para enamorar, sea para dañar -como narran estos versos -.  

En la escala que el lenguaje del mate instaura por la cual en un extremo el frío expresa “desprecio” y el caliente “amor o calentura”, el tibio indica una neutralidad a la que se repele, un “ni chicha ni limonada”. Mientras el mate frío o el mate caliente representan un sentimiento hacia quien se lo brinda, el tibio alude la falta de compromiso por parte del cebador. 

El Ñato, a la advertencia prejuiciosa de su interlocutor, responde con la amenaza de mate caliente, entendido en este caso como lo contrario de su significado de origen. Como ya dijimos, mate caliente significa incluso “muero de amor por vos”, mientras que acá el personaje del Ñato le da un sentido opuesto, de desamor llevado al punto de castigo, de agresión física, de extrema hostilidad. 

Cierran los versos con una curiosa y simultáneamente singularidad del mate, del matear: 

  • lo plural, ya que un solo mate no es matear; cualquier cebador se frustra cuando con quien comparte se conforma con un único “matecito”,
  • la peculiar asociación con la boca; peculiar asociación ya que como se verá más adelante, la boca que toma mate no es la misma, simbólicamente claro está, por la que se incorporan otras bebidas o la comida. 


Sobre la yerba mate

La yerba mate, cuyo nombre científico es ilex paraguariensis, es un árbol nativo de la Selva Paranaense. Su cultivo es propio de una región que comprende el Noreste argentino (Misiones y nordeste de Corrientes), el Este de Paraguay y el Sureste de Brasil.

Una característica que la hace intrínsecamente “mágica” es que no crece en ninguna otra área del planeta, pese a intentos que se han hecho para cultivarla en otras regiones. El suelo rojo profundo, arcilloso, parece ser el determinante.  

Digo intrínsecamente “mágica” porque por diversas razones el consumo de yerba mate, desde su origen, se asocia a origen mítico y propiedades milagrosas y, particularmente, la mateada es toda una costumbre revestida de mística. 

Los conquistadores aprendieron de los guaraníes el uso de la yerba mate. Este pueblo originario la llamaba “caá” y era muy utilizada por los hechiceros para entrar en un trance que les permitía comunicarse con los “Añá”, los espíritus de los muertos. 

Los europeos se sorprendían a causa de cómo las hojas de la yerba mate eran usadas por los brujos vernáculos para la adivinación y también para la acción terapéutica y para la alimentación, basándose en sus propiedades tónico-estimulantes.

Distintas leyendas dan cuenta imaginaria del origen de la yerba mate, algunas basadas en los cultos religiosos de los guaraníes y otras en los católicos, incluyendo al mismo Dios y San Pedro “en persona” como sus creadores. En esas leyendas se destaca la femineidad, ya que de una u otra manera es una adolescente o doncella originaria la que transmuta en la prodigiosa planta. 

Como ya mencioné, la yerba mate, la ilex paraguariensis, es un árbol y, por lo tanto, no se trata de una hierba o “yerba”. El error de denominación se atribuye a los conquistadores españoles, quienes conocieron las hojas de la planta antes que el árbol. 

La yerba mate ha sido, y es, objeto de ambivalencia. Para los aborígenes, antes de la Conquista y aún mucho después de producida ésta, era infusión mágica, plena de virtudes, y panacea. Para los conquistadores prejuiciosos, su consumo era considerado un vicio y la yerba un engendro del demonio.

Ciertamente al mate se le han atribuido y atribuyen cualidades y funciones de lo más variadas y todas ellas virtuosas: energizante, digestivo, estimulante cardíaco, diurético, cicatrizante, favorecedor del peristaltismo intestinal, fuente de vitamina C, afrodisíaco, etc. 

Vale agregar las que señala Oberti: 

“Sus propiedades son semejantes a las que conceden las fuerzas morales, creando en cada tomador un estado psicológico especial, no ya una fuerza física, sino un poderoso estímulo que alienta, que impulsa, que sostiene, que renueva por el gusto con que se sorbe, por el hervor que insufla, por la amplia simpatía que inspira el misterio de su infusión”. 

Tener en cuenta estas atribuciones es importante para comprender la aplicación del Método Vincular al consumo del mate, el matear, la mateada.



Los yerbatales, un infierno para trabajadores

Los yerbatales se encuentran dentro de la categoría de plantaciones en las que, desde la llegada de los conquistadores, constituyen un auténtico infierno en la Tierra para trabajadoras y trabajadores.

Son territorios en los que la explotación inhumana alcanza el mayor grado por las condiciones laborales, la precariedad, la paga paupérrima, la dependencia extrema de los patrones quienes se aprovechan de los trabajadores no sólo en la tarea llevada a cabo de sol a sol sino también apropiándose de toda su vida, de sus consumos, de sus hábitats. 

Si bien esas condiciones, la situación de los trabajadores mejoró sustancialmente durante los gobiernos del peronismo fundacional, gobiernos de Perón del 46 al 55, los patrones volvieron a la carga y aún hoy el estado de cosas es muy ominoso para los aquéllos. Hasta se han dado recientemente denuncias por accidentes de trabajo y por la explotación de niños. 

La prodigiosa canción folklórica “El mensú”, de Ramón Ayala y José Cidade, es muy elocuente desde sus versos iniciales:

“Selva, noche, luna
pena en el yerbal.
El silencio vibra en la soledad
y el latir del monte quiebra la quietud
con el canto triste del pobre mensú”.

También es una magnífica descripción la de la novela “El río oscuro” de Alfredo Varela, llevada al cine en 1952 por Hugo del Carril con el título “Las aguas bajan turbias”.

Al respecto, vale rastrear cómo del Carril encaró la película, las negociaciones con Perón, la circunstancia de que Varela era dirigente comunista y por entonces preso político, etc. Aquí sólo señalo que Perón permitió la realización del filme con la condición de que quedara claro que su relato correspondía a la época anterior a la de su gobierno.

Ya en 1939, dirigida por Mario Soffici, se había estrenado la película “Prisioneros de la tierra” en la que se describe la esclavización de los trabajadores de los yerbatales. La película se basa en maravillosos y muy ilustrativos cuentos de Horacio Quiroga, proverbial escritor uruguayo y habitante lúcido de nuestra selva misionera.


Apuntes históricos 

Ya en el siglo XIX en la aristocracia criolla se consumía el mate, tanto en celebraciones y fiestas como en velorios. También a lo largo del día, incluso siguiendo una rutina horaria: desayuno, colación de media mañana, post-almuerzo, merienda, cena y post-cena. 

También el mate en esas élites, así como en otros sectores de la población, era un recurso para la seducción. Muchos noviazgos se iniciaban entre mate y mate.
Ya sobre el final del siglo XIX y comienzos del XX el mate es adoptado por inmigrantes. Etnias distintas aportan al mate ingredientes y rituales que portan de sus culturas de origen. Lo adoptan con sus particularidades los españoles, italianos y europeos de otras nacionalidades.

Una particularidad es el “prokusky” creado por los colonos judíos de nuestro litoral. 



“Al forastero el pampeano
ofreció la tierra feraz,
el gaucho de broncínea faz
encendió su fogón hermano
y fue el mate de mano en mano
como el calumet de la paz”.

Lo cierto, es que, desde hace siglos, y, sobre todo, ya en los siglos XIX y XX, continuándose en el actual, el mate, el matear, la mateada, se enraízan profundamente en nuestra población.

Con el paso del tiempo, deviene una costumbre enteramente popular, mientras que las élites, deshaciéndose de su pasado decimonónico, abjuran de él, pasando a suscribir las opiniones peyorativas de los extranjeros, particularmente los anglosajones. 

Para los extranjeros no integrados a nuestra cultura, con los anglosajones itinerantes a la cabeza, el mate y la mateada eran consumos que les causaban repugnancia, sobre todo porque se comparte la bombilla. 

Lo piensan asimismo como conducta viciosa, como si se tratara de una perversión, de una parafilia patológica. 

También la infusión les parecía, y parece, un brebaje de baja calidad, rayano en lo nauseabundo y opuesto por antonomasia al té y ni qué hablar si lo comparan con el preciado té de Ceilán, la isla llamada “la lágrima de la India”.

Tales extranjeros adhieren o avalan la tesis sarmientina que opone civilización a barbarie, ubicándose a sí mismos del lado de la primera y asociándonos con la segunda: matear cae en la redada, nos hace presas del atraso, según ellos.



Sobre la mateada

La mateada, tan naturalizada para argentinas y argentinos y rioplatenses en general, es, sin embargo, una usanza, una práctica, de gran complejidad.

Es toda una puesta en escena que conjuga compañía, afecto, cercanía espiritual, placer, amistad, paz, relajación, libertad, confianza incondicional con quienes se comparte.

Esa puesta en escena articula la preparación tanto del agua como de la particular infusión, la pava y/o el termo, la yerba – desde luego -, el recipiente mate, calabacita o porongo, la bombilla y, fundamentalmente, la ronda. Esa articulación supone una compleja organización con sus fines, sus roles y su sistema normativo.

La preparación del agua y de la infusión se ajusta a reglas, que varían de comunidad a comunidad, de grupos a grupos, de familias a familias, de cebadores a cebadores.

Casi podría decirse que esa preparación es la propia de cada cebador y de los grupos con los que acostumbra compartir. 

No importa detallar todo el espectro de reglas lo cual sería abrumador y, aún así, insuficiente. Lo que vale considerar es que siempre tiene sus reglas. 

Cada cebador, si es indagado o examinado, da cuenta de sus criterios y modalidades de preparación y servido.

Una característica definitoria de la mateada es sin duda la ronda

La ronda es el acto de compartir el mate, es la médula de la mateada.

La ronda por la cual los mateadores consumen implica manifiestamente que el mate, a partir del cebador, pasa de mano en mano.

Profundizando, poniendo de manifiesto lo latente o lo subyacente, la ronda supone simultáneamente:

  • Un cuerpo-boca-mano que es un uno; es decir, quienes matean conforman una persona, son todos ellos una sola persona y por lo tanto son partes de un único cuerpo, tienen una sola boca y cada mano es la extensión de su equivalente. Por eso, la higiene pensada desde el observador foráneo y prejuicioso, no tiene cabida en la mateada. El matero no siente que la bombilla pasó por otra boca.
  • Se da la participación en su acepción antropológica: cada tomador de mate es una parte de un cuerpo-boca-mano que es un uno, es un uno mismo.
La ronda se arma sobre la base de dos roles básicos: el de cebador y el de tomador. El que ceba asume ambos roles.

El cebador es el líder de una peculiar organización: la ronda del mate. Es el que prepara la infusión en todos sus pasos y el que sirve, siguiendo el turno, el mate a cada tomador. El tomador deja hacer al cebador, una suerte de figura indiscutida.

Los fines de la ronda del mate, en lo manifiesto, es compartir el momento tomando esa bebida a la que se le puede atribuir las variadas propiedades ya comentadas. Es una costumbre que propicia la compañía, sentirse acompañado.

A tal punto está arraigada esa convicción, cala a tal punto en lo inconsciente mismo, que quien toma mate a solas se siente acompañado, como si llevara en sí mismo, ilusoria o virtualmente, la ronda. Al mismo tiempo es cebador y tomador, desdoblándose y completando así el circuito satisfactorio como si participara de una ronda real.

No puede dejar de traerse a colación a Freud: de alguna manera la acepción antropológica de “participación” guarda similitud con la de “identificación”.

Parafraseando al Freud de Psicología de las masas y análisis del yo, “todos somos uno en el mate”, casi como el “todos somos en Cristo” de los creyentes. 

En esa ronda el cebador, como líder, representa al Ideal del Yo por el cual los tomadores renuncian al propio Ideal, admiten que el cebador lo suplante y todos se identifican entre sí a partir de ese lazo común que el cebador instaura, instaura sobre la base de la mateada como lugar en el que se disipan las diferencias, en el que se esfuman los cuerpos-bocas-manos distintos. 

La acientífica y caduca noción de “individuo” en la mateada carece de todo sustento y viabilidad. 

De tal manera, a los fines manifiestos del compartir y beber algo revitalizante, les subyacen lo de la versión antropológica de la “participación”, el liderazgo y la identificación, el sentirse componente de una única conjunción cuerpo-boca-manos lo cual implica el retorno de lo idealizado perdido que se remonta a la vida intrauterina, a la relación simbiótica más temprana con la madre, a la etapa vital en la cual no había distinción entre un yo y otro, entre un yo y un mundo externo, entre un yo y lo real. 

La succión, remembranza de la lactancia, juega un papel clave en el consumo del mate. Es la base material para que todo lo antedicho sea sustentable. 

La bombilla, que pasa de boca en boca al mismo tiempo que el mate de mano en mano, es lo visible, de la misma manera que los labios y la boca. Es decir, lo visible es el encuentro bombilla-labios, pero lo latente es la succión. 

La succión, tan propia del lactante, expresa el vínculo, expresa lo que pone en relación a la bombilla con los labios y es, de tal manera, sustitución, en la mateada, de la lactancia. 

En la mateada succionamos de una misma teta, en la mateada compartimos, ilusoriamente, una misma madre y de tal manera, la mateada nos hace hermanas y hermanos, la mateada hace desaparecer las diferencias generacionales, de género y sociales en general.

Ahí está la raíz última de la mateada: la de realizar la ilusión de tener una misma madre y, por esa vía, constituirnos en hermanas y hermanos incondicionales. 

En la mateada, el rechazo del mate es considerado un comportamiento anómalo, inaceptable, irrespetuoso, de mala educación.
Se comprende por todo lo expuesto: rechazar el mate significa no aceptar al otro como hermano y oponerse a compartir la madre imaginaria que hace posible la fraternidad incondicional.



Sobre la prevención a que obliga la pandemia

De tal manera, las medidas de prevención a las que fuerza la pandemia, en el caso de la proscripción o prohibición de la mateada, implican, inconscientemente, ser arrebatado de los brazos maternos e imposibilitar hermanarse. 

Tales medidas de prevención responden a una suerte de mandato superyoico que separa abruptamente, que aísla y segrega. 

Se requiere un esfuerzo descomunal para afrontar la tolerancia a tremenda frustración, necesaria frustración que, al mismo tiempo, para el matero es una exigencia sobrehumana.



Aplicación del MV

Con motivo de haber sido contratado tiempo atrás y durante años por una empresa líder del rubro de la alimentación, productora y comercializadora de yerba mate, investigué el consumo de mate, investigué los vínculos entre la demanda y la oferta de yerba mate, diagnostiqué en profundidad y acabadamente la segmentación de tales demanda y oferta, posicioné las marcas líderes tales como Taragüí, Nobleza Gaucha, Cruz de Malta y otras.

Para llevar a cabo tales investigaciones y para diseñar y recomendar estrategias comerciales y comunicacionales, apliqué mi creación, el Método Vincular.

Para la mayor comprensión de lo relativo a este punto, remito a mi libro Método Vincular. El valor de la estrategia, a diversas publicaciones ubicables y a artículos en rubenrojasbreu.blogspot.com

Todo lo expuesto en los puntos anteriores está sustentado en el Método Vincular, por lo cual este capítulo en particular tiene por finalidad precisar sólo algunos aspectos que hacen al análisis de alta complejidad que dicho Método supone.

El Posicionamiento Vincular matriz, el Posicionamiento Vincular del genérico mate / yerba mate, es el Doméstico.

Es decir, el mate, la yerba mate, el matear, la mateada, se inscriben en su génesis, en la intersección Primarización con dimensión Significado.

Todo lo expuesto, en donde me refiero a los mitos de origen, a la ronda, los fines explícitos y latentes del consumo, la succión y la “ilusión de la madre única” que deriva en cuerpo-boca-mano unificados y fraternidad incondicional, llevan a determinar ese Posicionamiento.

No obstante, considerando numerosas variables propias de una cuestión de la mayor complejidad, el mate o la mateada, pueden ubicarse en los distintos Posicionamientos Vinculares, según distintos segmentos de la demanda y de los oferentes, los cuales son interpretados y/u ocupados por las distintas marcas de yerba mate. 

Es decir, cada marca de yerba mate ocupa un específico Posicionamiento Vincular.

 Ya me referí a por qué el genérico ocupa el Doméstico, lo cual es capitalizado por una marca líder, con la que se superponen otras.

Veamos.

Si se considera que la ronda supone un cebador que puede llegar a ocupar una posición de dominio, que el mate es asociado a propiedades energizantes, que el mate amargo es fundamentalmente viril, una articulación demanda-oferta o una marca puede ocupar el PV Dominancial.

Si se tiene en cuenta que se le asigna al mate, desde tiempo inmemorial, el carácter de afrodisíaco y subyace la idea de que la ronda es un lugar de erotismo tácito, se puede determinar el PV Hedonista.

Si nos basamos en el origen mítico y la estrecha asociación con el pensamiento mágico, puede ocupar el Posicionamiento Vincular Mágico.

Si partimos del carácter de vehículo de integración, de una suerte de consumo que propicia la negociación madura, que articula salud con placer, Ley- Deseo, nos conduce al PV Constructivo.

Finalmente, si, también ateniéndonos a la articulación Ley-Deseo, evaluamos la capacidad del mate para propiciar modalidades de elaboración y consumo que suponen variaciones y de modo continuo la novedad, la incorporación de ingredientes y saborizadores, la apertura a ámbitos no estandarizados, estamos arribando al PV Creativo.

De tal manera, la yerba mate, el mate, el matear, la mateada se abre ilimitadamente al amplio espectro de Posicionamientos que el Método Vincular conceptualiza.



Fuentes bibliográficas

Freud, Sigmund (1976): Psicología de las masas y análisis del yo, Amorrortu, Bs. As.

Hernández, José (1982): Martín Fierro, Colihue, Buenos Aires.

Oberti, Federico (1979): Historia y folklore del mate, Fondo Nacional de las Artes, Bs. As.

Rojas Breu, Rubén (2002): Método Vincular. El valor de la estrategia

Rojas Breu, Rubén: Artículos en rubenrojasbreu.blogspot.com

Slavsky, Leonor y Ceresole, Gladis (1982): Historias de yerba y mate, CEAL, Bs. As.

Rubén Rojas Breu
Buenos Aires, mayo 14 de 2020

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