Rubén
Rojas Breu
ARGENTINA,
AHORA ¿QUÉ?
Su
affaire, críptico por donde se lo mire, puso a Milei en camino a su caída: renuncia
forzosa, destitución inevitable o, como mínimo, un debilitamiento político
gigantesco y en aumento, tanto en el orden interno como en el plano
internacional, debilitamiento que lo deja atado de manos y sostenido por los
hilos de los conocidos titiriteros.
Por
cierto, flaco favor le hizo a la ultraderecha europea si las dirigencias
europeas dizque democráticas lo saben aprovechar.
Discutir
si cometió estafa o si fue un tonto manipulado por indeseables es ocioso: la
doctrina economicista que profesa es propicia para las estafas y, por otra
parte, tanto su formación como su trayectoria demuestran que es incapaz, tanto
en economía como en política.
Milei,
la horda libertaria, su gobierno y sus aliados afrontan encrucijadas que llevan
a sin salidas o aporías: toda una encerrona.
La
ultraderecha y derecha vernáculas están en medio del desconcierto sin saber qué
decisiones tomar.
En
la madriguera libertaria se cruzan los reproches, disputas y los pases de
facturas mezclándose con asesoramientos y argumentaciones de extrema
precariedad y de una imbecilidad que espanta.
A lo
que apelan Milei y sus huestes es a huir hacia adelante.
A la manera de las matrioshkas, la encerrona que afrontan Milei, su tropa
y sus aliados está inserta en otra más vasta y determinante.
Esta encerrona abarca a toda la sociedad argentina.
De modo que vale la pregunta del título “AHORA,
¿QUÉ?”
Es una encerrona generada por:
-
La decadencia y el
atraso que nos legó la dictadura última y que los gobiernos civiles, de una
manera o de otra, no sólo no superaron, sino que la profundizaron.
-
Como consecuencia,
tenemos un régimen político institucional prácticamente agotado.
-
Como se desprende
de todo lo antedicho, se evidencia una ensordecedora y sumamente paralizante
carencia de Proyecto, de conducción política, de organizaciones políticas y de
cultura política.
Se apuesta al electoralismo, al favor de la masa en
detrimento del Pueblo, a la politiquería con sus transas, agachadas y
venalidades.
He reiterado hasta la saturación que el Pueblo está
dando la pelea en soledad, y la está dando desde, por lo menos, la Pascua de
1987, desde la triste rendición del gobierno radical y sus aliados, PJ
incluido, ante los carapintadas.
No quiero abrumar más de lo que ya se padece, así
que dejo de lado la Historia.
Lo cierto es que la encerrona más vasta y
determinante que arriba enuncié impide que ante la catástrofe que estamos
viviendo, algo o alguien dentro del actual régimen político institucional pueda
hacerse cargo de conducir, de organizar, de convocar o de gobernar.
El kirchnerismo y sus variantes, pese a los
esfuerzos denodados de sus medios adictos o de sus dirigentes o de sus
inventados “operativos clamor” no tiene ni capacidad de convocatoria ni la
concepción estratégica que se requiere ni el aval de del recuerdo que dejó de
sus pasados gobiernos a todo lo cual se suman las candidaturas que impulsó
desde el 2015 a la fecha, con Scioli, A. Fernández y Massa como mascarones de
proa con la mezquina apelación al “menos malo”.
La propia lideresa K en sus declaraciones públicas
demuestra que carece de capacidad para conducir: denuncia o polemiza en vez de convocar,
recurre a los medios en lugar de las organizaciones populares y de la
movilización.
El kirchnerismo no fue más que un
neoconservadorismo, muy alejado y muy por debajo del peronismo fundacional.
Un neoconservadorismo, a la manera del neoperonismo
o peronismo sin Perón de los 60.
Un neoconservadorismo con tintes reformistas o
progresistas, todo insuficiente para plasmar un Proyecto de emancipación y
realización.
La izquierda o el progresismo superviviente
tradicional no tienen tampoco capacidad de convocatoria mínimamente suficiente
y tampoco los tantos claros.
De todos modos, todo lo antedicho no sería
gravísimo si hubiera disposición ya:
-
para revisar sus
concepciones, su manera de “hacer política”, y para dejar de atender ciegamente
a medios, encuestadores y asesores bastante inútiles.
-
para salirse de sus
sectarismos, de sus egocentrismos y de sus obcecaciones
-
para abrirse a
quienes tenemos la trayectoria y la capacidad para generar pensamiento
innovador, para diseñar estrategias, para encarar la acción eficaz.
-
Para que el
Congreso y el Poder Judicial de una buena vez se pongan a la altura de tan
gravísimas circunstancias.
La sociedad
en general y particularmente la población e inclusive los militantes de buena
fe deben superar la negación y la renegación que nos atenazan (negar que la Argentina
afronta la decadencia y renegar queriendo ver esperanzas en quienes sólo pueden
defraudar).
Soy consciente de que es demasiado pedir.
Pero se puede empezar por esperar que quienes lean
estas líneas reconozcan que no va más lo de adherir a quienes sólo llevan al
fracaso, a quienes sólo están viendo cómo sostienen al gobierno nefasto, a
quienes sólo responden a su egolatría, a quienes abrevan de modo ya enfermizo a
los medios, a lo que circula en las redes virtuales y a las encuestas.
Para evitar avanzar en el juicio político, en el
pedido de renuncia o en la destitución recurren a macaneos y argumentos engañosos:
-
Que hay que cuidar
la institucionalidad, pero ¿qué institucionalidad?
-
Que sería
sustituido por Villarruel, quien reivindica a la dictadura.
Ni siquiera perciben que la actual vicepresidenta
no tiene casi nada de su lado, salvo la forzada “institucionalidad” y que
cuando algo se derrumba como la lava volcánica arrastra todo en su caída.
Lo de las opciones por “el menos peor” ¿nos lleva a
la disyuntiva Milei o Villarruel?
Risible si no estuviéramos en medio de la hecatombe.
-
Que se generaría
una situación caótica de consecuencias imprevisibles
Estas racionalizaciones o falsas razones esconden
los verdaderos motivos:
1.
Lo ya dicho ut
supra acerca de que no hay nada ni nadie en condiciones de convocar o gobernar
ni con la disposición para reconocer su propia debilidad y la debilidad
político-institucional ni mucho menos con un Proyecto y la estrategia
consiguiente.
2.
Que el temor de
fondo y el más acuciante es que se reedite la rebelión popular de 2001, un
fantasma que persigue desde hace 23 años a la totalidad de las dirigencias,
gobiernos y factores de poder locales y globales.
Entonces hacen la del avestruz, mientras se llevan
a cabo los funerales del león y del águila.
Ni siquiera tienen en cuenta que Milei y su horda
son incontrolables e irracionales: esto es, que van a seguir haciendo
trastadas, cada vez peores.
Un ejemplo es lo acontecido en la entrevista
deplorable con el periodista complaciente o cómplice, Jonathan Viale.
En la entrevista Milei demostró con la palabra, con
los gestos y con todo su cuerpo que está con miedo y con ganas de rajarse, así
que va a actuar en consecuencia.
De manera que más temprano que tarde Milei y los
suyos, si no los frenan, se van a mandar una que va a llevar inexorablemente al
helicóptero que tanto los asusta desde 2001.
Ya se dice que vamos a pagar altos costos por la
estafa cripto. Otra vez, garrón tras garrón para una Argentina extenuada.
Tampoco parece que tengan en cuenta la dimensión
que pueda alcanzar la presión internacional: Milei hoy se hizo campeón global
del descrédito.
Agréguese que están cayendo el Merval, el peso, los
bonos y títulos y sigue la lista.
Debe ser terrible para el narcisismo de estas
dirigencias que Milei esté siendo derrotado por sus propios medios, derrotado
por sí mismo.
Nuevamente propongo ver, pensar y actuar,
aceleradamente, para construir la conducción política que convoque.
Rubén Rojas Breu
Buenos Aires, febrero 18 de 2025
No hay comentarios.:
Publicar un comentario