martes, 18 de febrero de 2025

ARGENTINA, AHORA ¿QUÉ?

 



 

Rubén Rojas Breu

 

ARGENTINA,

AHORA ¿QUÉ?

 

Su affaire, críptico por donde se lo mire, puso a Milei en camino a su caída: renuncia forzosa, destitución inevitable o, como mínimo, un debilitamiento político gigantesco y en aumento, tanto en el orden interno como en el plano internacional, debilitamiento que lo deja atado de manos y sostenido por los hilos de los conocidos titiriteros.

 

Por cierto, flaco favor le hizo a la ultraderecha europea si las dirigencias europeas dizque democráticas lo saben aprovechar.

 

Discutir si cometió estafa o si fue un tonto manipulado por indeseables es ocioso: la doctrina economicista que profesa es propicia para las estafas y, por otra parte, tanto su formación como su trayectoria demuestran que es incapaz, tanto en economía como en política.

 

 

Milei, la horda libertaria, su gobierno y sus aliados afrontan encrucijadas que llevan a sin salidas o aporías: toda una encerrona.

 

La ultraderecha y derecha vernáculas están en medio del desconcierto sin saber qué decisiones tomar.

 

En la madriguera libertaria se cruzan los reproches, disputas y los pases de facturas mezclándose con asesoramientos y argumentaciones de extrema precariedad y de una imbecilidad que espanta.

A lo que apelan Milei y sus huestes es a huir hacia adelante.

 

A la manera de las matrioshkas, la encerrona que afrontan Milei, su tropa y sus aliados está inserta en otra más vasta y determinante.

 

Esta encerrona abarca a toda la sociedad argentina.

 

De modo que vale la pregunta del título “AHORA, ¿QUÉ?”

 

Es una encerrona generada por:

 

-    La decadencia y el atraso que nos legó la dictadura última y que los gobiernos civiles, de una manera o de otra, no sólo no superaron, sino que la profundizaron.

 

-    Como consecuencia, tenemos un régimen político institucional prácticamente agotado.

 

 

-    Como se desprende de todo lo antedicho, se evidencia una ensordecedora y sumamente paralizante carencia de Proyecto, de conducción política, de organizaciones políticas y de cultura política.

 

Se apuesta al electoralismo, al favor de la masa en detrimento del Pueblo, a la politiquería con sus transas, agachadas y venalidades.

 

He reiterado hasta la saturación que el Pueblo está dando la pelea en soledad, y la está dando desde, por lo menos, la Pascua de 1987, desde la triste rendición del gobierno radical y sus aliados, PJ incluido, ante los carapintadas.

 

No quiero abrumar más de lo que ya se padece, así que dejo de lado la Historia.

 

Lo cierto es que la encerrona más vasta y determinante que arriba enuncié impide que ante la catástrofe que estamos viviendo, algo o alguien dentro del actual régimen político institucional pueda hacerse cargo de conducir, de organizar, de convocar o de gobernar.

 

El kirchnerismo y sus variantes, pese a los esfuerzos denodados de sus medios adictos o de sus dirigentes o de sus inventados “operativos clamor” no tiene ni capacidad de convocatoria ni la concepción estratégica que se requiere ni el aval de del recuerdo que dejó de sus pasados gobiernos a todo lo cual se suman las candidaturas que impulsó desde el 2015 a la fecha, con Scioli, A. Fernández y Massa como mascarones de proa con la mezquina apelación al “menos malo”.

 

La propia lideresa K en sus declaraciones públicas demuestra que carece de capacidad para conducir: denuncia o polemiza en vez de convocar, recurre a los medios en lugar de las organizaciones populares y de la movilización.

 

El kirchnerismo no fue más que un neoconservadorismo, muy alejado y muy por debajo del peronismo fundacional.

 

Un neoconservadorismo, a la manera del neoperonismo o peronismo sin Perón de los 60.

 

Un neoconservadorismo con tintes reformistas o progresistas, todo insuficiente para plasmar un Proyecto de emancipación y realización.

 

La izquierda o el progresismo superviviente tradicional no tienen tampoco capacidad de convocatoria mínimamente suficiente y tampoco los tantos claros.

 

De todos modos, todo lo antedicho no sería gravísimo si hubiera disposición ya:

 

-    para revisar sus concepciones, su manera de “hacer política”, y para dejar de atender ciegamente a medios, encuestadores y asesores bastante inútiles.

 

-    para salirse de sus sectarismos, de sus egocentrismos y de sus obcecaciones

 

 

-    para abrirse a quienes tenemos la trayectoria y la capacidad para generar pensamiento innovador, para diseñar estrategias, para encarar la acción eficaz.

 

-    Para que el Congreso y el Poder Judicial de una buena vez se pongan a la altura de tan gravísimas circunstancias.

 

La sociedad en general y particularmente la población e inclusive los militantes de buena fe deben superar la negación y la renegación que nos atenazan (negar que la Argentina afronta la decadencia y renegar queriendo ver esperanzas en quienes sólo pueden defraudar).

 

Soy consciente de que es demasiado pedir.

 

Pero se puede empezar por esperar que quienes lean estas líneas reconozcan que no va más lo de adherir a quienes sólo llevan al fracaso, a quienes sólo están viendo cómo sostienen al gobierno nefasto, a quienes sólo responden a su egolatría, a quienes abrevan de modo ya enfermizo a los medios, a lo que circula en las redes virtuales y a las encuestas.

 

Para evitar avanzar en el juicio político, en el pedido de renuncia o en la destitución recurren a macaneos y argumentos engañosos:

 

-    Que hay que cuidar la institucionalidad, pero ¿qué institucionalidad?

 

-    Que sería sustituido por Villarruel, quien reivindica a la dictadura.

Ni siquiera perciben que la actual vicepresidenta no tiene casi nada de su lado, salvo la forzada “institucionalidad” y que cuando algo se derrumba como la lava volcánica arrastra todo en su caída.

Lo de las opciones por “el menos peor” ¿nos lleva a la disyuntiva Milei o Villarruel?

Risible si no estuviéramos en medio de la hecatombe.

 

-    Que se generaría una situación caótica de consecuencias imprevisibles

 

Estas racionalizaciones o falsas razones esconden los verdaderos motivos:

 

1.        Lo ya dicho ut supra acerca de que no hay nada ni nadie en condiciones de convocar o gobernar ni con la disposición para reconocer su propia debilidad y la debilidad político-institucional ni mucho menos con un Proyecto y la estrategia consiguiente.

 

2.        Que el temor de fondo y el más acuciante es que se reedite la rebelión popular de 2001, un fantasma que persigue desde hace 23 años a la totalidad de las dirigencias, gobiernos y factores de poder locales y globales.

 

Entonces hacen la del avestruz, mientras se llevan a cabo los funerales del león y del águila.

 

Ni siquiera tienen en cuenta que Milei y su horda son incontrolables e irracionales: esto es, que van a seguir haciendo trastadas, cada vez peores.

Un ejemplo es lo acontecido en la entrevista deplorable con el periodista complaciente o cómplice, Jonathan Viale.

En la entrevista Milei demostró con la palabra, con los gestos y con todo su cuerpo que está con miedo y con ganas de rajarse, así que va a actuar en consecuencia.

 

De manera que más temprano que tarde Milei y los suyos, si no los frenan, se van a mandar una que va a llevar inexorablemente al helicóptero que tanto los asusta desde 2001.

Ya se dice que vamos a pagar altos costos por la estafa cripto. Otra vez, garrón tras garrón para una Argentina extenuada.

 

Tampoco parece que tengan en cuenta la dimensión que pueda alcanzar la presión internacional: Milei hoy se hizo campeón global del descrédito.

 

Agréguese que están cayendo el Merval, el peso, los bonos y títulos y sigue la lista.

 

Debe ser terrible para el narcisismo de estas dirigencias que Milei esté siendo derrotado por sus propios medios, derrotado por sí mismo.

 

Nuevamente propongo ver, pensar y actuar, aceleradamente, para construir la conducción política que convoque.

 

Rubén Rojas Breu

Buenos Aires, febrero 18 de 2025

 

 

 

 

 

 

 

 


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