miércoles, 29 de enero de 2025

EN LA ARGENTINA LA DISYUNTIVA ES PUEBLO O MILEI

 



 

Rubén Rojas Breu

 

LA DISYUNTIVA ES PUEBLO O MILEI

 

Este próximo sábado, 1° de febrero, el Pueblo se autoconvoca para llevar a cabo la Marcha Antifascista, una Marcha que tiene que alcanzar una contundencia inédita en una Argentina en la que movilizarse es una conducta consecuente y ejemplar para el planeta.

 

Va a ser una nueva demostración de la vocación democrática y de la potencia de nuestro Pueblo, una nueva demostración que se suma a las muy resonantes llevadas a cabo durante el 2024 en todo el país: manifestaciones convocadas por una CGT deshonrosa y claudicante que pasaron por encima a sus organizadores, marchas educativas que superaron las módicas aspiraciones de sus convocantes, cacerolazos múltiples, movilizaciones de jubiladas y jubilados, etc.  

 

Desde que asumió este gobierno a contramano de la historia, el Pueblo se mostró activamente como genuino opositor, sobrepasando o dejando al costado de su camino de lucha a una oposición entregada, ineficaz o complaciente. Una oposición que sigue sin hacerse cargo de la responsabilidad de haber creado las condiciones para que la barbarie libertaria llegase al gobierno.

 

De tal manera, desde hace casi catorce meses, la disyuntiva de fondo es:

 

PUEBLO o Milei y su horda.

 

Para dimensionar en todo su valor la Marcha Antifascista, para fortalecerla y para maximizar hasta sus niveles más altos el protagonismo del Pueblo, vale considerar y concluir que éste, el Pueblo, estuvo desde siempre, en contra de lo que representan los libertarios, su caudillo, sus cómplices y sus aliados.

 

Por eso, estas preguntas:

 

¿A Milei lo votó el Pueblo?

NO

 

¿A Milei lo apoya el Pueblo?

NO.

 

El régimen, en su desesperación por mantenerse, sobre todo a partir del sacudón revolucionario de 2001, incurrió sistemáticamente en comportamientos demagógicos o autoritarios y en prédicas que confunden, que abundan en falacias, que embaucan.

 

Lo electoral, tal como se lleva a cabo y tal como se aborda, con PASO o sin PASO, es usado para preservar el régimen a todas luces injusto y para debilitar al Pueblo.

 

El modo más retorcido y artero, el que usan la politiquería, los medios, las empresas encuestadoras, los intelectuales y los factores de poder es el de esgrimir argumentos para inculcar la creencia de que las elecciones representan la voluntad popular, la voluntad del Pueblo.

 

Nada más falso, nada más soez.

 

Eso podía decirse en épocas en las que el Pueblo era decisivo, era convocado, como en 1916, en 1946, en 1952 y en 1973; quizá, siendo benevolente, también en 1983.

 

Épocas en las que sobresalían la cultura política, la conducción política, las organizaciones políticas y se contaba con Proyecto.

 

La dictadura dejó como herencia las bases para la destrucción de la Política, destrucción que fue completada por el menemismo, destrucción que conllevó la decadencia y el atraso, de lo cual jamás salimos, y que condujo a la calamitosa situación actual, situación a la que el Pueblo intentó poner fin en 2001 y que el régimen logró neutralizar.

 

El electorado es la conjunción de votantes o electores MÁS los elegibles o candidaturas.

 

Sabemos que las candidaturas están, sobre todo desde 1989, amañadas.

Así que, por ahí, todo mal.

 

Los electores o votantes, la población que vota es una mezcla que los factores de poder, dirigencias, medios y encuestadores no traen a la luz.

 

Por un lado, no es negocio hacerlo y por el otro, carecen de los conocimientos que se requieren.

 

Maridaje de la codicia con la ignorancia.

 

El voto es un acto inexorablemente político.

 

En las últimas décadas, sobre todo desde el menemismo, se fue despolitizando, desnaturalizando.

 

Tan es así que candidatos y votantes, en enorme y creciente porcentaje, se declaran “apolíticos” o aborrecen la Política.

 

La mezcla a la que me refiero es la de masa con pueblo, mezcla que se puede detectar con la Política y con el conocimiento científico.

 

La masa, a la que habitualmente se denomina “la gente”, término que suena más elegante, es un agregado amorfo, inorgánico, voluble, indiferente al interés colectivo, embanderada en la cobardía, atraída por el poder, que carece de cultura política o de interés por la misma.

Rehúye el compromiso.

 

El mecanismo que mejor la caracteriza, descrito por Freud, es el de entronizar a un líder o figura mesiánica: cada miembro de la masa renuncia a su propio ideal y a su conciencia moral reemplazando al primero y a la segunda por lo dicho, el líder.

 

Eso se dio, dramática y estrepitosamente, con Milei.

Se dio con un agravante: del seno de la masa, emergió, ya con la dictadura, potenciándose con el menemismo, la horda.

 

Se trata de una caterva que encarna lo que Darwin y Freud describen como la horda primitiva.

 

La horda actual, la que engendró a Milei y los libertarios, resulta del amontonamiento de machistas, los lumpen, barrabravas, patoteros de toda laya, criminales, narcos, represores del gatillo fácil, ricachones prepotentes, mediáticos brutos y embrutecedores, usuarios imbéciles de las redes virtuales, racistas, homofóbicos, ensalzadores de la dictadura, terroristas de estado, maltratadores de niñas, niños, adolescentes, ancianas y ancianos y de feminicidas.

 

Si bien la horda es numéricamente insignificante en un proceso electoral, su influencia fue notoria, lo suficiente como para arrastrar a la masa.

Y para amedrentarla.

 

Obsérvese que a Milei lo votó una multitud indiferenciada, sin identidad política.

 

Señalo, sobre todo pensando en comicios, que, si el Pueblo construye poder, puede atraer a la masa, siempre versátil.

 

Movilizarse es construir poder.

 

El Pueblo es la población políticamente culturalizada y organizada que tiene por Objetivos Estratégicos su emancipación y realización, emancipación y realización en la que incluye a la Nación y a su fuerza motora, los trabajadores.

 

Dados sus objetivos estratégicos el Pueblo se opone al despotismo en todas sus variantes: oligarquía y concentradores locales, colonialismo, neocolonialismo e imperialismo.

 

 

Lo que no dicen ni dirigentes ni intelectuales ni medios ni encuestadores ni analistas políticos es que, como se desprende de mi análisis, el Pueblo participó parcialmente de las elecciones desde hace décadas y, sobre todo, de las de 2024.

Elecciones en las cuales no hubo ningún candidato que representara seria o eficazmente al Pueblo.

 

El Pueblo, como una y sólo una de las partes que votó en 2024, no sufragó por Milei.

 

Considerando la definición que desarrollé sobre qué es el Pueblo:

 

¿podría haber votado en contra de su liberación y de los intereses nacionales y de los trabajadores?

 

 

¿Podría haber votado o podría apoyar a los yanquis, a Musk, a los poderosos, al cipayismo, a los pulpos financieros?

 

De tal manera, afirmar que Milei fue elegido por el Pueblo es difamar.

 

Es lógicamente imposible, es políticamente imposible que el Pueblo y Milei coincidan.

 

¿Queda claro que Pueblo y Milei son términos antagónicos de la disyuntiva determinante de esta hora?

 

Esto sí es cierto:

 

La Marcha Antifascista representa al Pueblo.

 

Rubén Rojas Breu

Buenos Aires, enero 29 de 2025

 

 

 

 

 


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