Rubén Rojas Breu
UN
AÑO DE ACCIÓN Y DE INACCIÓN
Se cumple
un año de acción del gobierno libertario encabezado por Milei.
Un
año de acción devastadora para las mayorías y también para la nación como tal.
Un
año en que la acción del gobierno incrementó el atraso a niveles gigantescos profundizando
la decadencia crónica de la Argentina en todos los órdenes: cultural, social,
político, económico y hasta en el psicológico.
Un
año en el que tanta acción brutal intensificó la endogamia hacia adentro,
fomentando hordas, y hacia afuera indisponiéndonos con todo el mundo, particularmente
con nuestros países hermanos.
Hay
bobos y también malintencionados que inventan logros tan apócrifos, tan ficticios,
que hacen dudar de su funcionamiento psíquico y de su honestidad.
Se
valora por parte de tales bobos y malintencionados la supuesta baja de la
inflación, la cual sigue siendo exorbitante, o se celebra el ajuste implacable
como tributo para ordenar el Estado y eliminar el déficit fiscal, cuando en
rigor se está destruyendo la economía.
Hay
quienes ensalzan las dotes intelectuales de Milei en aras de justificar lo
injustificable.
El
caudillo libertario tiene una visión elemental, simplista, estremecedoramente
básica de la sociedad, de la política, de la economía.
Es
notoria su falta de formación, es notorio su anacronismo, es notorio que
estudió por arribita y que poco y nada sabe acerca de qué es trabajar.
Obviamente,
en política ostenta cero conocimientos.
Con
lo poquísimo que tiene le alcanzó para llegar a presidente y mantenerse en ese
lugar un año.
Se
lo debe a una Argentina hundida en la decadencia, en la incultura, en la resignación,
en una extendida falta de criterio de realidad y un desconocimiento mayúsculo
del planeta.
Al
gobierno lo sostienen las grandes corporaciones, la horda que lo catapultó y la
masa, ese amorfo al que eufemísticamente se denomina “la gente”, la cual no es
ni chicha ni limonada y siempre se mueve pasivamente detrás de quien presume
poder.
También
lo sustentan o protegen los medios y las consultoras con sus patéticas
encuestas, con sus infundadas y pueriles conclusiones de “focus groups” y con
sus datos manipulados respecto de ficticios logros.
Este
gobierno, beneficiado por la abulia opositora, se alza como depositario de un
poder que intimida, que avasalla.
Con
eso le alcanza y sobra, aunque su acción sea tan depredadora y tan signada por
una descomunal injusticia.
Se
cumple también un año de inacción.
Es
un año de inacción de las dirigencias que deberían cumplir el rol de opositoras.
Dirigencias
políticas o seudo políticas, gremiales, sociales o sectoriales en general se
refugiaron en sus alcobas, dejaron hacer o se conformaron con cacarear cada
tanto.
Queda
claro que no hay dirigencias a la altura de lo que requieren imperiosamente la
nación y el pueblo.
No
hay.
Hay
quienes de buena fe esperan señales del kirchnerismo o de su lideresa o de su gobernador
bonaerense o de algún otro que anda pavoneándose.
Es
una espera infructuosa.
Hay
quienes confían en las izquierdas, la clasista y las otras. Confianza que va
camino de la decepción.
Además,
las asambleas barriales y otros intentos similares ni siquiera arrancaron.
Sectarismo y mediocridad son sus rasgos dominantes.
En
toda la oposición, cuando algo hacen, se incurre en repetir recetas de antaño,
en seguir rutinas ya totalmente obsoletas.
No
entienden ni quieren entender.
En
toda esa oposición, Proyecto, creatividad y estrategia son estridentes
ausencias.
Ignorantes
de la Política se mueven en las ciénagas de la politiquería.
A
manera de esperanzador contraste, se cumple un año en que el Pueblo en soledad,
en estruendosa soledad, dio y da la pelea.
Un Pueblo
que activamente está a la búsqueda de su conducción política y de su organización
eficaz.
Un
Pueblo que clama por liberarse, por realizarse.
Es
un clamor justo, el único clamor que hay que escuchar.
En
esa misión estamos quienes sí nos jugamos por la acción transformadora.
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