Rubén
Rojas Breu
FACTORES
NO BIOLÓGICOS QUE FACILITAN LA PROPAGACIÓN DE LA COVID-19 Y QUE SABOTEAN LA PREVENCIÓN
ENCUADRE
DE ESTA PUBLICACIÓN
Este artículo tiene por finalidad
abordar los factores no biológicos de la pandemia y las resistencias que genera
la cuarentena.
Mi enfoque se encuadra en las Ciencias
de lo Humano, se basa en mi condición de investigador social, en mi
especialización en estrategia y comunicación.
El principal marco teórico de mi
análisis es mi creación, el Método Vincular.
Recomiendo para la mejor comprensión
de este artículo recurrir a mi libro Método Vincular. El valor de la
Estrategia, Eds. Cooperativas de Buenos Aires y a las publicaciones en
rubenrojasbreu.blogspot.com
Me valgo también para esta publicación
de mi extensa trayectoria política.
Por lo tanto, queda claro que no voy a
incurrir indebidamente en un campo del conocimiento que escapa a mi incumbencia
como el de la biología.
SOBRE
LAS REACCIONES GLOBALES EN TORNO A LA PANDEMIA
El SARS CoV 2, causante de la
infectocontagiosa Covid-19 es un coronavirus novedoso para la especie humana.
Cuando incursionó más de un año atrás en
humanos, en Wuhan (China), era totalmente desconocido para científicos y
expertos; por lo tanto, también lo era para gobernantes, referentes,
dirigentes, intelectuales, medios de comunicación y poblaciones en general.
Rápidamente se propagó con un nivel de
transmisibilidad sumamente elevado.
No sólo era totalmente desconocido y,
aún hoy, sigue siendo a medias desconocido, a medias estudiado, sino que es
sumamente desconcertante ya que parece comportarse según un patrón diferente al
de otros virus en general y coronavirus en particular.
No me corresponde a mí evaluar cuál
fue y es el comportamiento de biólogos, biotecnólogos, epidemiólogos,
infectólogos, virólogos, médicos, enfermeros y otras disciplinas científicas y profesiones
en las que se incluyen los que se ocupan de la salud física.
Sí destaco el compromiso, la
dedicación, la vocación y esfuerzo exponiendo la propia salud y vida de
trabajadores de la salud en hospitales, clínicas y los más diversos centros de
atención.
Lo que es de mi incumbencia, y a lo
cual me abocaré, es analizar y llegar a conclusiones sobre el comportamiento de
gobernantes, dirigencias, intelectuales, medios de comunicación masiva y
población.
Objetivamente, en todo el planeta, se
incurrió, al menos inicialmente, por parte de estos últimos en subestimación de
lo que terminó siendo esta pandemia que afectó a la humanidad.
Es como si se hubiera afrontado en el
comienzo a esta infectocontagiosa novedosa con las actitudes y comportamientos
conocidos a partir de la experiencia con pestes anteriores. En términos de Pichon Rivière se
acomodó algo enteramente nuevo a esquemas referenciales previos, conocidos y
propios de rutinas.
En ese cuadro, se dieron tres
posiciones alternativas básicas:
- La de quienes la afrontaron según el Posicionamiento
Vincular Dominancial, básicamente los gobiernos nacionales de los EEUU de
Washington, Suecia, Brasil, Chile, Ecuador e, inicialmente, de Gran Bretaña.
- La de quienes la encararon según el Posicionamiento
Vincular Doméstico, principalmente China, algunos países de la Europa
continental, la Argentina.
- La de quienes parecen haberse
ubicado en el Posicionamiento Vincular Constructivo, Corea del Sur, Japón y
Alemania.
Lo mencionado en esas tres
alternativas es tentativo, sólo tiene el propósito de ilustrar, sin pretensión
de exhaustividad, ya que no estoy incluyendo a la totalidad de los países que
sufren esta enfermedad.
Los gobiernos que adoptaron el Posicionamiento
Vincular Dominancial,
tal como corresponde a este posicionamiento, se afirmaron en el valor por
excelencia del mismo, la Potencia, consistente con el liderazgo patriarcal y su
objetivo de búsqueda de dominio, exaltación de la fortaleza y desdén por la
debilidad (y los débiles). Para este Posicionamiento, por ejemplo, el cuidado
de la vida por encima del afán de dominio es sinónimo de debilidad.
Éstos apelaron al maltusianismo y,
también, sacaron de su galera deshumanizante el antagonismo “cuarentena versus economía y
pérdida de competitividad”, lo cual se demostró inconsistente toda vez
que el derrumbe económico se dio en todo el planeta, incluyendo los países que
se abstuvieron de decretar cuarentenas.
La activa oposición a las cuarentenas
se ancla en este Posicionamiento, el Dominancial, con la cobertura ideológica
que el mismo presupone.
En apariencia, oponerse a la
cuarentena se asienta en el reclamo del derecho a la libertad, del derecho a
reconocer que cada uno es dueño de su cuerpo y de su vida. En rigor, esa
oposición es propia justamente de lo contrario: es propia de la modalidad manada
u horda, ya que se afirma en la Potencia, en el afán por el dominio el cual
implica la mentalidad de guerrero.
El gran jefe ordena el combate frontal
contra los coronavirus como si éstos conformasen un ejército y quienes reportan
obedientemente a tal gran jefe se encolumnan como soldados, como falanges que
la emprenden ciegamente no sólo contra el patógeno sino también contra los “débiles”
intimidados “cobardemente” por la invasión del germen.
La Argentina y muchos otros países, de
entrada, apostaron a la Vida como valor supremo, lo cual es propio del P. V.
Doméstico regido
por el liderazgo matriarcal. La madre idealizada asume a la Vida como lo que
debe imponerse sobre cualquier otro interés.
De allí, la disyuntiva falaz de
“economía versus vida”.
Ese dilema poco sustentable, es la
piedra basal de un enfoque de la cuestión que mostraría su flojedad con el paso
del tiempo y daría argumentos a quienes se embanderan en actitudes de
descalificación de la pandemia y su virulencia, de oposición a la cuarentena y
medidas de prevención tales como el distanciamiento físico y otras.
La Argentina hoy terminó estando entre los países con mayor número de infectados y de muertes, en términos proporcionales.
También ubicarse en el Posicionamiento
Doméstico y, en tal discutible dilema, está en la raíz de la poco eficaz
estrategia y campaña comunicacional destinadas a prevenir, destinadas a que la
sociedad en general asuma un comportamiento profiláctico activo y comprometido.
El P.V. Constructivo supera los
dilemas porque afronta problemas.
Dicho de otro modo, en donde un dilema surge, el P.V. Constructivo lo traduce
como problema, primer paso para proponer soluciones y encarar estrategias y
políticas acordes.
De lo antedicho se deduce que lo que
desconcierta o sorprende a incautos es lo que se tendría que haber previsto:
Que dada una pandemia necesariamente
habría de politizarse; más claramente, inexorablemente habría de partidizarse,
llevando al enfrentamiento entre posiciones culturales, ideológicas y políticas
antagónicas.
Como sucede con cualquier otra cuestión
que afecta a los humanos, con la pandemia aconteció y acontece su politización
inevitable.
En
qué condiciones de la Humanidad sobreviene el patógeno
Como ya está dicho ut supra, a
nivel planetario se encaró inicialmente a este nuevo patógeno según los
patrones de conducta ya históricamente empleados para gérmenes y epidemias en
general.
No se distinguió con certera claridad
lo novedoso y, en consecuencia, no se lo tomó como un agente infeccioso
completamente desconocido, un agente infeccioso que aún hoy sigue
desconcertando.
Que el Posicionamiento Vincular
Constructivo no haya sido la plataforma e inspiración, desde la cual los
organismos internacionales y la totalidad de los países actuaran
coordinadamente, sustenta tal conclusión.
Por otra parte, el nuevo coronavirus
entra en escena en un mundo que se encuentra a la deriva, soportando una
decadencia más que inquietante y en el cual, una formación socioeconómica, el
capitalismo, en su fase tardía, a la manera de un agujero negro del Universo
parece haberse fagocitado la complejidad de lo humano.
Éste es un factor preponderante no biológico de propagación del coronavirus.
Al devorar la complejidad de lo
humano, lo cual supone la integración de lo cultural, lo social, lo político,
lo psíquico y lo económico, arrastró a la humanidad a una extrema desigualdad
asentada en la explotación desenfrenada de personas y de la Naturaleza, en la
concentración de riqueza y de poder, en los padecimientos para la mayoría de
las poblaciones en general y, por supuesto, en un predominio avasallador de las
grandes potencias y las grandes corporaciones multinacionales, especialmente
las financieras. Ese predominio avasallador alcanza su punto más alto con las
reiteradas invasiones bélicas y ocupaciones militares de países sometidos.
Al desestimar tal complejidad de lo
humano, se abandonó en la teoría y en la acción la premisa de la primacía
de la Política y, por supuesto del lugar protagónico de lo cultural, lo
social, lo intrapsíquico: en resumen, se perdió de vista lo antropológico
y se sobreestimó lo económico entendido no como objeto de una Ciencia de lo
Humano sino como lo propio del capitalismo como si ésta fuera la única
formación socioeconómica posible, como si fuera “lo natural”.
La voracidad capitalista tiene responsabilidad en dos planos:
- por un lado, por la depredación ambiental de la que es culpable lo cual genera condiciones para las pandemias,
- por otro lado, porque las grandes corporaciones y empresas privadas, a causa de la explotación de trabajadores, dan lugar a situaciones insalubres así como al saboteo de las cuarentenas.
Esto constituye uno de los factores no biológicos determinantes de la propagación del SARS COV 2.
Se suman organismos estatales en esas prácticas no profilácticas, dando más peso a ese factor indeseable.
En particular, al momento de la
irrupción de este coronavirus, el planeta se encontraba en tensión por la
guerra comercial, y no tan comercial, entre los EEUU de Washington y China.
De esa guerra, de la cual también participan otras grandes potencias, entre ellas Rusia y restantes europeas, llevó a la actual puja por valerse de las vacunas para ganar terreno geopolítico, preponderancia propagandística y, en el caso de los grandes laboratorios, posiciones dominantes y ganancias descomunales.
Esto a su vez repercute debilitando lo que ya era débil: la creciente falta de credibilidad en gobiernos y dirigencias lo cual a su vez afecta la confianza en las vacunas, lo cual conduce a una situación dilemática.
Esta falta de credibilidad en gobiernos y dirigencias es un factor no biológico sumamente relevante en la propagación de la Covid 19.
Tal situación dilemática tiende a una expectativa mesiánica, no precisamente deseable, en la supuestamente milagrosa vacuna y, al mismo tiempo, en dudas y temores con respecto a la seguridad y eficacia de las mismas.
Las vacunas, cientificamente sustentables como lo están demostrando las mayorías de ellas, seguramente van a ser eficaces pero también es cierto que por sí mismas no van a erradicar en un futuro inmediato al SARS CoV 2 por variadas razones. Así que lo deseable es la combinación óptima de vacunación con el mantenimiento de las medidas de higiene, profilaxis, prevención. Hay que tener en cuenta además a los grupos que se oponen recalcitrantamente tanto a las cuarentenas como a las vacunas, impulsados fundamentalmente por esas aberraciones que encajan en la categoría "nuevos cultos" y también por las configuraciones ideológicas de raigambre endogámica sustentadas en la pretensión de omnipotencia, en la pretensión de que a un germen "hay que ponerle el pecho con coraje, a lo guapo, a lo matón".
-
La creencia mesiánica en la vacuna y el comienzo de la vacunación
- Esa mencionada pretensión de omnipotencia
son también importantísimos factores no biológicos de la propagación del coronavirus.
Hay que tener en cuenta que un patógeno no perceptible a simple vista, aunque visible tecnología mediante, implica una enorme herida narcisista basándonos en Freud: pone a los humanos ante la circunstancia indeseable de reconocer sus límites, de asumir justamente su impotencia lo cual va en sentido contrario a patrones culturales muy arraigados que impulsan la falaz suposición de que el humano es todopoderoso "a imagen y semejanza de Dios o de los dioses o de la divinidad de la que se trate".
La resistencia a aceptar la herida narcisista se traduce en comportamientos tanto personales como grupales o colectivos que se basan en la pertinaz falacia "a mí o a nosotros un virus no me va a poder o no nos va a poder".
Cuando se parte de la base de asignarse omnipotencia, la herida narcisista genera miedo o pavor, por lo cual hay que negar o, psicoanáliticamente hablando, renegar, hacer como que no es cierto lo que está a la vista como inexorablemente posible. También puede darse algo aparentemente distinto: la fanática creencia en que Dios o alguna divinidad protege desde su omnipotencia y, por lo tanto, si se es creyente se está preservado.
Todo esto último tuvo y tiene un papel
determinante en el trato que se dio a la pandemia, lo cual fue notorio en el
comportamiento del gobierno de los EEUU de Washington y de Brasil, países en los cuales la pretensión de omnipotencia per se o por veneración de Dios, la Biblia o, incluso, divinidades "paganas" es sumamente destacada y persistente.
De tal manera, la nueva pandemia
encuentra a la humanidad en estado de indefensión, considerando la depredación
capitalista, la voracidad imperialista, la extendida pobreza unida
intrínsecamente al sometimiento, la suposición de omnipotencia humana o divina. Tales calamidades conllevaron y conllevan un
estrepitoso derrumbe de la salud y la educación públicas, herramientas
fundamentales para todo tipo de prevención de lo que pueda afectar gravemente a
la especie.
Al compás de lo antedicho, la ciencia
y los científicos afrontaron la nueva patología, en mayor o menor grado según
los países, en situación de insuficiencia.
Esa insuficiencia está provocada, por
una parte, por la caída de los recursos destinados; por otra parte, por la
creciente vinculación de la investigación científica con lo comercial, con
intereses cuya brújula es el mero negocio, lo cual es notorio en nivel
superlativo en los EEUU de Washington, país en el cual la asociación “grandes
laboratorios y grandes empresas + universidades con Harvard a la cabeza +
centros de investigación” es muy estrecha por no decir abiertamente obscena.
Es decir, la pandemia hace pie, se
expande y se incrementa en un mundo a la deriva y muy lejos de instalarse, a
nivel de organismos internacionales, gobiernos y dirigencias, en el recomendable
Posicionamiento Vincular Constructivo.
Una manifestación de lo antedicho es
que se impulse la noción de “aislamiento social” cuando lo que corresponde es
prescribir, indicar, precisar que se trata del distanciamiento físico o el
distanciamiento intercorporal o el distanciamiento interpersonal, también entre conocidas y conocidos, entre cercanas y cercanos no convivientes.
Dejo en claro: la noción de
“aislamiento social” es opuesta o francamente contradictoria con el PV
Constructivo; sí es compatible con la Primarización según el Método
Vincular y, por lo tanto, con los PPVV Dominancial y Doméstico.
La noción de “aislamiento social” se
presta a decodificaciones equívocas. Para gran parte de las poblaciones y,
también, de las élites, “social” es lo que hace a la sociedad. La sociedad, en
tal esquema referencial, por cierto, dominante y extendido, es lo que está “más
allá de las fronteras endogámicas”, lo que está más allá de la familia, de las
amigas y los amigos, de las compañeras y de los compañeros, lo que está más
allá del entorno íntimo o cercano. Así sucede, que muchas y muchos entienden
que cumplen con la cuarentena si no salen a los espacios públicos, laborales y
no laborales, si no participan de eventos, etc.
Al mismo tiempo, consideran que sí
respetan el “aislamiento social” decretado si se encuentran con los integrantes
de sus círculos afines, si interactúan físicamente con quienes forman parte de
su cotidianeidad. En
su lógica, no es imaginable asociar riesgo de contagio con los cercanos ni con
lo cotidiano.
Así tenemos otro fundamental factor no biológico de propagación del patógeno: la creencia en que no hay riesgo de contagio entre familiares y amigos, entre quienes forman parte de los grupos de pertenencia habituales.
Los humanos somos intrínsecamente
sociales, aún en situación de extrema soledad. El ermitaño habita la cueva de
alguna montaña perdida con la sociedad interiorizada ya que se educó “en
sociedad”. Robinson Crusoe lejos de expresar las “habilidades y destrezas del
individuo” revela su condición constitutivamente social ya que la capacidad
para sobrevivir, en una isla remota y aparentemente deshabitada, se debió a que
también había sido criado en sociedad.
De modo tal que, aunque se esté
totalmente confinado y viviendo sola o solo, sin compañía física o de otras
personas, se sigue socialmente vinculado. Todo lo que hace alguien en soledad
lo aprendió por su condición de humano (de social) y, además, se mantiene en
interacción social por los medios de comunicación a su alcance: teléfono,
internet, redes virtuales, diarios, televisión, radio, revistas, libros, así
como por el conjunto de comportamientos que lo socializaron, lo socializan, lo
mantienen socialmente activo, desde cocinar, comer y vestirse hasta el
teletrabajo e, incluso, la meditación, la reflexión o la recordación.
Para más, con motivo de impulsar con toda justicia el derecho a la interrupción legal del embarazo, se apeló, entre muchos loables argumentos, a uno que es abiertamente asocial y científicamente insustentable: el de que "mi cuerpo es mi cuerpo".
En el humano el cuerpo es social, el cuerpo es compartido, el cuerpo es una construcción solidaria, inexorablemente solidaria física, psíquica, cultural, social, antropológica, económica. Desde la más remota antigüedad el cuerpo fue pasando por variadas formas de ese compartir, en general forzado: niños que eran enviados a las guerras sin derecho a disponer sobre su soma, mujeres obligadas a la trata o forzadas ya al embarazo ya al aborto, esclavitud, explotación, tráfico de personas en todas las variedades. También en lo que hace al desarrollo humano es compartido, muy especialmente en las actividades más meritorias, como por ejemplo las de los trabajadores de la salud que al exponerse están dejando de lado que su cuerpo es sólo su cuerpo.
Es inquietante que quienes dicen estar del lado de las causas de naciones sometidas, de pueblos oprimidos y de trabajadores explotados se valgan de una premisa del liberalismo más retrógrado, incurran en un "individualismo" tan a contramano con esta premisa engañosa según la cual "mi cuerpo es mi cuerpo".
Para contrarrestar la propagación del coronavirus también es importante hacer ver y sentir que cada cuerpo integra una red solidaria, más allá de la lógica diferenciación persona por persona, una red solidaria por la cual lo que sucede con cada cuerpo condiciona o determina lo que acontece con los otros cuerpos.
De tal manera, la presunción "individualista" extrema que niega el carácter social del cuerpo es otro factor no biológico de diseminación del virus.
No afrontar desde el punto de vista
del P. V. Constructivo la pandemia, siempre según mis desarrollos a partir del
Método Vincular, es un signo elocuente de que no hay liderazgos de cierta
significación ni un Proyecto que contemple a la humanidad, que defina un
horizonte.
No afrontar desde el punto de vista
del PV Constructivo implica, entre otros desenfoques, no tener en cuenta cómo
se puede decodificar la expresión “aislamiento social” ni cómo se va a entender
a la nueva enfermedad ni cómo cabe prevenirse con la mayor seguridad ni cómo
significar a un virus, que por virulento que sea, es simplemente, un virus y no
“un enemigo invisible” al cual se quiere enfrentar como si se tratara de una guerra,
acontecimiento que únicamente se da entre humanos.
Al no comprenderse lo humano en toda
su complejidad ni reconocer la inexorable primacía de la Política, tampoco se
advirtió que inexorablemente se iba a politizar.
La excluida, la Política, siempre,
tarde o temprano, retorna. Por ahora, lo hace de un modo no previsto y
difícilmente controlable de la mano de un patógeno inesperado, sorprendente,
desconcertante, desestabilizante, demoledor.
Ese virus arriba en el seno de una
humanidad desprovista como la actual, desprovista para comprenderse a sí misma
y desprovista para conducirse.
No haber reconocido que la pandemia sería politizada y, por lo tanto, usada en aras de antagonismos facciosos es otro factor no biológico de propagación.
El marxismo había alcanzado notoriedad
como propuesta universal, pero resultó, por ahora, insuficiente o impotente. Me
consta que, con inteligencia y convicción, así como con una acción meritoria,
muchas y muchos marxistas se esfuerzan para revitalizar tal concepción que
otrora fuera tan significativa y luminosa, tan dotada de capacidad de
transformación liberadora.
El peronismo fundacional también fue
un proyecto de gran alcance con capacidad para orientar al planeta, pero,
actualmente, está inhibido y, por cierto, desvirtuado, sobre todo, por quienes
dicen expresarlo. También en este punto, podemos tener esperanzas ya que, aún a
los tropiezos, hay quienes procuramos actualizar, aggiornar e insuflar vida al
peronismo fundacional.
Al mismo tiempo, como creador del
Método Vincular y otros cuerpos conceptuales, también hago mi aporte para
esclarecer la complejidad de lo humano, profundizar en su pasado y presente y
prever su futuro.
De tal manera, el planeta, antes de la
pandemia, se encontraba sin conducciones ni organizaciones políticas a la
altura de su dramático cuadro de situación.
En tales condiciones lo sorprende este
extraño patógeno.
En este primer ítem de este artículo
ya puse de manifiesto algunos factores no biológicos que facilitan la
propagación del virus y obstaculizan las medidas de prevención en todas las
latitudes.
Veamos ahora qué pasó y pasa en
nuestro país.
Desconocimiento
de la Argentina real
-
Luego de décadas de debilitamiento y
hasta de la casi desaparición de la cultura, conducción y organización
políticas,
-
Luego de décadas de avance y hasta de
usurpación por parte de concentradores de poder y sus agentes, todos ellos al
servicio de intereses antinacionales y antipopulares,
la Argentina se tornó un país
sumamente precarizado,
con apropiación descomunal de poder y de riqueza por un minúsculo sector y un
nivel de desamparo inconcebible para la mayoría de la población.
Desde la muerte de Perón, la Argentina
carece de conducción política. En particular, desde la instauración de la
última dictadura cívico-militar se debilitó o se destruyó, ya sea de manera
abierta, ya sea de manera enmascarada, la cultura, la política, la sociedad
misma, la economía. Ese debilitamiento-destrucción conllevó la declinación a
extremos penosos de la educación y la salud públicas. Ni qué hablar de la
ciencia y de la investigación.
La pandemia se instala en esa
Argentina sumamente deteriorada.
He aquí un factor no biológico devastador más que facilitante para la diseminación del virus.
Para peor, en una Argentina en la cual
la pobreza, el hambre, el hacinamiento, la precariedad de todo y en todo
parecieran haberse naturalizado, una Argentina en la cual la resignación
sustituyó a toda legítima ambición de desarrollo, justicia, bienestar.
Gobernantes, dirigentes e
intelectuales, de una manera o de otra, desconocen a esa Argentina real.
Hacia adentro, la Argentina real es tal como está
arriba sucintamente descrita.
Hacia afuera, la Argentina limita con países
hermanos que no están en mejores condiciones y, entre ellos, dos de los que de
la peor manera afrontaron la pandemia: Brasil y Chile.
Estas condiciones rápidamente
enunciadas no fueron tenidas debidamente en cuenta por gobernantes, dirigentes,
referentes, intelectuales.
Más aún, a medida que el coronavirus
comenzó a diseminarse, parecía que tales figuras se sorprendían por hallarse
con vastas áreas propicias para la propagación del patógeno: los ejemplos más
elocuentes de tal vulnerabilidad son las villas de emergencia, los geriátricos
no habilitados y, por supuesto, el sistema de salud pública sumamente
debilitado junto con una medicina privada rígidamente capitalista, como cabía
esperar.
A eso se suma la educación pública
también en franca desmejora o en estado de extrema fragilidad y con una
educación privada que, en términos generales, estimuló el “individualismo” en
desmedro de la solidaridad y la conciencia social.
De tal manera que, aun cuando se
adoptaran políticas razonables para afrontar la pandemia, las mismas no
contaban ni cuentan con el sustento colectivo y el tejido social firmes,
sólidos, que se requieren para alcanzar el logro deseable.
Ese desconocimiento de la Argentina real fue, es y será factor no biológico decisivo para el brote y rebrote de la Covid 19.
La pérdida del año educativo conlleva y conllevará consecuencias que empeoran y empeorarán el tejido social, que agobian y agobiarán a madres, padres y docentes, y sobre todo que afectan y afectarán en todas sus áreas vitales a niñas, niños, adolescentes, jóvenes, y por lo tanto a la población en general y a nuestro país. No se supo encontrar el modo de encauzar la educación presencial de un modo confiable y seguro, lo cual es expresión de ineptitud, de falta de vocación por el conocimiento y el desarrollo, de descuido de los educandos.
Tampoco se asumió que si no pudo encauzar la educación no fue porque las escuelas, colegios y universidades abiertas fuesen un foco inexorable de propagación de la COVID 19. Fue por el gravísimo estado de precariedad de las instituciones educativas, lo cual es responsabilidad de todos los gobiernos, al menos desde la dictadura genocida hasta la actualidad, con el agravante de haber tenido el gobierno despótico de la alianza Cambiemos encabezada por la membrecía PRO, gobierno sólo posible en nuestro país por la reiterada defección de la totalidad de las dirigencias políticas y sectoriales que no quieren o no saben cómo enfrentar a los grandes concentradores de poder locales y extranjeros.
La cuarentena y las medidas de
prevención básicas tales como el lavado de manos y el distanciamiento físico,
siendo imprescindibles, tropezaron y tropiezan con una Argentina en la cual las
condiciones son de tal precariedad que encuentran numerosos obstáculos.
Entre esos obstáculos podemos ubicar
en un extremo la pobreza, la falta de infraestructura básica como agua potable
y cloacas, y en el otro extremo, el de los sectores privilegiados, una carencia
total de conciencia de lo social, de valoración de la justicia y de vocación
por la solidaridad.
Ese desconocimiento de la Argentina
real dio lugar a que gobernantes, dirigentes, referentes, intelectuales y
medios de comunicación masiva de todo el espectro, por acción o por omisión,
con sanas intenciones o por inclinación a favorecer intereses sectoriales,
encararan la pandemia con diagnósticos, pronósticos, tácticas y acciones
insuficientes, desencaminadas o erráticas.
Se siguen así sumando factores no biológicos para propagar el virus y descuidar o abandonar la prevención.
Sucedió lo expuesto hasta el párrafo anteúltimo al punto de que la
confrontación intrascendente sustituyera y siga sustituyendo a los conflictos básicos determinantes
y que la confusión le ganara la pulseada a la claridad, al conocimiento
científico y a la concientización.
Formó parte de ese desconocimiento de
la Argentina real suponer que democracia equivale a procesos electorales. Esa
equivalencia es no sólo equivocada, no sólo científicamente insustentable, sino
que conduce al precipicio, a la pérdida de toda credibilidad, a lo asocial.
Esa falaz equivalencia sirvió
tozudamente para negar lo que este científico e investigador social, este autor
con dilatada y sumamente comprometida trayectoria política sostuvo siempre:
que la Argentina padeció entre 2015 y
2019 un gobierno despótico en el marco de un régimen despótico, un régimen
caduco, lo cual fue puesto de manifiesto en el 2001. Ese régimen despótico fue
instaurado por la última dictadura y, con fachada símil “democracia” se
mantiene hasta ahora.
Los
conflictos emergentes
Con el avance de la pandemia y la
consiguientemente imprescindible cuarentena, emergen conflictos propios de una
cultura endogámica, de una Argentina que no se proyecta ni en el espacio ni en el
tiempo, de una Argentina débil en cultura, conducción y organización políticas.
Los conflictos básicos determinantes
de la Argentina son:
- Pueblo/nación versus oligarquía local, imperialismo, colonialismo y neocolonialismo
- Trabajadores versus el
capitalismo como formación socioeconómica excluyente y/o dominante.
Si se resumieran ambos conflictos en
uno que lo contenga sin renunciar a discernir entre los enunciados, se
trata de pueblo versus despotismo.
Oligarquía local, imperialismo,
colonialismo y neocolonialismo son formas diversas, diferenciables, del
despotismo.
Por otro lado, reducir las sociedades
a una formación socioeconómica, se trate de la que se trate, el capitalismo hoy, también supone
despotismo. Además, en este punto cabe aclarar que lo que afecta negativamente a
una sociedad e impide en un país como el nuestro su desarrollo integral, es que
los grandes capitalistas locales y extranjeros concentren tanto poder.
Tanto ese reduccionismo como esa
concentración de poder y riqueza dañan visceralmente al pueblo y a la nación,
lesionando a trabajadores, desocupados, jubilados, mujeres, niñas, niños,
adolescentes, estudiantes y, también, a pequeños y medianos productores del
agro y de la industria.
Desde luego ese despotismo ataca y
erosiona severamente en sus fundamentos mismos a la educación y la salud
públicas, a la ciencia, a la investigación y a la capacidad de generar
tecnología de avanzada.
En el marco de esos conflictos añejos
e irresueltos nos sorprende la pandemia.
Al carecerse de claridad en el
pensamiento y en la acción para entender esa compleja conflictiva, emergen
antagonismos domésticos, de larga data, y francamente estériles, que se prestan
más a la demagogia y a empantanarnos en lo irreal que a generar las condiciones
para pasar a un estadio superador.
Los conflictos cuando son debidamente
diagnosticados y afrontados se resuelven, mediante la conducción y organización
políticas, haciendo avanzar a las sociedades.
Cuando son sustituidos, desplazados o
sepultados por antagonismos oportunistas y de baja significación, el panorama
se torna desolador porque, al estar mal planteados, no surgen perspectivas de
superación. Uso la expresión “oportunistas” en el sentido de que se trata de
antagonismos que parasitan, aprovechan, un cuadro de debilidad política, un
estado de inmunodepresión colectiva de las fuerzas nacionales, populares y de
los trabajadores.
Con la pandemia y la inexorable
cuarentena, se incurrió en ese tipo de antagonismos.
Son tan variados y numerosos como
enmascaradores, por lo tanto, no es aconsejable una exhaustiva enunciación. Me
limito a los que tuvieron mayor resonancia:
- Libertades versus arbitrariedad
Reitero, son antagonismos falaces e
inconducentes, que disfrazan buscando sepultar lo que requiere ser traído a la
luz.
Además, en nuestro país, desde el
comienzo se incurrió por parte del gobierno y las fuerzas que lo apoyan en
comportamientos, como mínimo, inoportunos:
Exitismo
y prematuro canto de victoria, cuando aún la pandemia es bastante desconocida
y está lejos de ser controlada. Lo de la Argentina como ejemplo para el mundo
es más contraproducente que estimulante y cierto. Ese prematuro canto de victoria subsiste cuando se alardea, se hace alharaca por cómo se va a disponer adelantadamente de las vacunas cuanto aún la situación es incierta.
Es contraproducente porque
subliminalmente contribuyó a que parte de la población y, sobre todo, las
castas se relajaran o promovieran el descuido.
Fomentó lo que el psicoanálisis enuncia como renegación o desmentida, mecanismo que impide ver lo que se debiera ver, impide tomar conciencia sobre lo que se requiere concientizar y termina poniéndose al servicio de la omnipotencia con creencias a medias conscientes, a media inconscientes del tipo "a mí no me va a pasar", "no voy a dejar las festicholas, las salidas multitudinarias, etc.. por un bichito que nadie vio" y otras por ese santificado estilo.
Contraproducente también porque resonó
como intento de capitalización política por parte del gobierno y los
oficialistas en general, incrementando la hostilidad de una oposición que, siendo
minúscula, se sintió desafiada, tensó su musculatura y recurrió a su arsenal
para dar batalla.
Las comparaciones con otros países también tuvieron mucho de enojoso y
de indebido, de renegador.
Obsérvese que la Argentina tiene un
muy bajo nivel de intercambio con el mundo, en comparación con las naciones
europeas y asiáticas. Ese bajo nivel de intercambio es apreciable en el medio por
el cual el SARS CoV 2 se diseminó: los vuelos.
Cualquier gran ciudad europea recibe y
despacha a través de sus descomunales y tecnológicamente avanzados aeropuertos
un número de vuelos enormemente superior al de nuestra pequeña terminal de Ezeiza.
Además, tales países del resto del planeta están conectados por vía aérea con
todos los países, mientras que la Argentina se vincula con un número reducido
de destinos.
De modo tal que esos países estuvieron
desde el comienzo mucho más expuestos y lo seguirán estando. Así que nuestro
infradesarrollo se hace evidente también en ese campo. También Brasil está
mucho más conectado que nuestro país.
Con lo antedicho no justifico ni hago
defensa ninguna de cómo esos países afrontaron la pandemia. Simplemente pongo
sobre el tapete que por estos lares faltó humildad y sobró una cerrada vocación
endogámica.
Se dirá que Chile, Perú y Ecuador están
aún menos conectados que la Argentina y que en tales países la pandemia se
desató a niveles incontrolables. Es cierto y es cierto que se debió a las
políticas adoptadas por esos países, políticas inaceptables desde luego.
De todos modos, la comparación es
enojosa y tendió a generar tensiones.
Ciertamente haber extremado hasta el agobio y hasta la exageración descomunal la falaz idea de que la Argentina y su gobierno nacional más sus gobiernos distritales habían hecho las cosas mucho mejor que el resto del mundo generó una falsa sensación de seguridad constituyéndose en un tremendo factor de propagación y de freno a la prevención.
Además, todavía no podemos asegurar
que terminará sucediendo en nuestro país, considerando sobre todo la endeblez
del sistema de salud, los comportamientos tiránicos de patronales, la acción
irresponsable de los anticuarentena, el hacinamiento, la pobreza y las
conductas reprochables de una parte de la población con sus fiestas
clandestinas, sus reuniones desaprensivas, sus prácticas insalubres.
Tampoco fue ni es de propiciar la
asimilación de la pandemia a lo bélico:
el uso de expresiones como “estamos en guerra con un enemigo invisible” es de
lo más desafortunada, desacertada. Refleja un total desconocimiento de lo
comunicacional.
Ya he criticado en diversas notas la
apelación a lo bélico, empezando por señalar enfáticamente que una guerra es
una cuestión entre humanos y sólo entre humanos. Como definió Clausewitz: “la guerra es la continuación de
la política por otros medios”. Bueno, los virus no hacen política aún cuando
los humanos los politicen.
Recurrir a
lo bélico influyó en comportamientos de hostilidad manifiesta a contagiados y a
supuestos agentes de contagio como los abnegados trabajadores de la salud, derivando
en una estigmatización peligrosa.
Además, el
jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, con su ostentosa prédica de
supuesta necesidad de mayor prevención de los mayores de 65 años, contribuyó a
la discriminación activa contra éstos, dando lugar al escarnio en la vía
pública.
Pandemia, lo siniestro, endogamia y exogamia
La pandemia articula y redefine las definiciones, alcances e interacciones entre lo siniestro, la endogamia y la exogamia.
Según Freud, lo siniestro es el devenir de lo familiar en lo extraño: lo que es enteramente conocido y querido se torna repentinamente en extraño, desconocido y temido.
La pandemia se asocia así a lo siniestro, toda vez que, inesperadamente e intimidando, emerge en los ámbitos más amados, más habituales, más propios: el familiar más querido, el amigo o la amiga, el vecino respetado o la comerciante con la que se trata a diario puede ser causante de contagio.
Los patrones culturales inducen a una extendida creencia errónea por la cual esos ámbitos familiares y cotidianos son endogámicos al mismo tiempo que todo lo exterior a ellos se considera exogámico.
No voy a detenerme en esto que acabo de señalar ya que bastante extenso ya es este artículo, pero dejo en claro que endogamia y exogamia no se corresponden biunívocamente con lo familiar y lo externo, sino que son dos tipos de configuración que implican comportamientos que las diferencian.
Tengamos en cuenta que una familia tiene origen exogámico toda vez que se constituye sobre la base de la unión, vía cónyuges o parejas, de grupos parentales diferentes y, casi siempre, desconocidos inicialmente entre sí. A la vez, en el seno de una institución o empresa se van desarrollando grupos de pertenencia, de cercanía, de amigos y compañeros.
La pandemia, por un lado, nos pone ante lo siniestro: lo desconocido amenazante y que enferma o mata, puede alcanzarnos por vía de quienes más queremos o frecuentamos. Es decir, lo familiar se convierte en extraño.
Ante tal situación, aquello que afrontamos a diario como lo propiamente endogámico, obliga, para preverse, a encararlo exogámicamente.
Es decir, obliga vivenciar a lo propio, a lo más conocido, a lo más interno e interiorizado a afrontarlo como si fuese ajeno, desconocido, externo y exterior. Obliga a tratar como ajenos a madres, padres, hijas, hijos, hermanas, hermanos, tías, tíos, abuelas, abuelos, amigas, amigos, vecinas, vecinos, etc.
Ese obligar exige adoptar normas de prevención tales como el distanciamiento, el uso de barbijos, no compartir mate ni utensilios, con quienes lo hicimos siempre sin pensarlo siquiera, espontáneamente.
De tal manera, la pandemia impone introducir lo exogámico en lo endogámico.
El rechazo a "exogamizar" lo endogámico es hoy probablemente el principal factor no biológico de diseminación del coronavirus.
Todo parece indicar que son los jóvenes quienes más muestran ese rechazo, lo cual se hace sumamente álgido ya que son quienes más circulan entre muy diferentes grupos de pertenencia y también quienes más lo hacen entre los ámbitos propiamente endogámicos y los propiamente exogámicos, quienes más cruzan todo el tiempo las fronteras entre diferentes espacios.
Lograr que los jóvenes acepten lo que rechazan es un imperativo y, simultáneamente, un obstáculo quizá insalvable.
Cerrando
Lejos está
este artículo de agotar todo lo que podría exponerse acerca de los factores no biológicos
que facilitan la propagación del coronavirus, promueven la resistencia a la
cuarentena y actualmente la resistencia a la vacunación.
La
finalidad de esta publicación es la de llamar la atención acerca del peso que
tienen tales factores, las consecuencias indeseables que generan, su lamentable
rol de saboteadores de la prevención y de cómo esos factores no sólo parten de
quienes abiertamente desafían dicha prevención o cuarentenas sino también,
inconsciente o ingenuamente, de quienes impulsan las acciones para evitar la
diseminación del coronavirus aún bastante desconocido.
Una
conclusión a desarrollar en alguna otra publicación es:
Una campaña
de prevención requiere sustento en una estrategia comunicacional.
Tal
estrategia comunicacional tiene que basarse en una estrategia política.
La
estrategia política tiene que dar lugar a políticas de alta complejidad que
afronten todas las problemáticas que la pandemia y la cuarentena acarrean.
La
estrategia política, a su vez, deriva de un Proyecto integral que hace al
destino a proponerse para una nación, su pueblo y sus trabajadores.
Herramientas
imprescindibles para lo antedicho son la aplicación de cuerpos conceptuales
probados de las Ciencias de lo Humano junto a la investigación social
cualitativa.
Mi creación,
el Método Vincular, es justamente un instrumento ideado y sobradamente probado
y verificado para atender a lo antedicho.
Las
técnicas estándares tales como las encuestas y/o los mal llamados grupos
focales o “focus groups” no sólo son insuficientes sino generadoras de gruesos errores
y, además, recursos que circulan en el sentido opuesto al del diseño de
Proyecto y estrategias.
Así,
que recomiendo firmemente la concepción estratégica.
Rubén Rojas Breu
Julio 6 de 2020, actualizado el 04-01-2021