Rubén Rojas Breu
A PROPÓSITO DE LA
INCERTIDUMBRE Y LOS TEMORES POR LOS RESULTADOS ELECTORALES EN CABA
Soy
consciente de que se me puede considerar optimista e, inclusive, cándido por
desarrollar análisis que tienen por objeto estimular a quienes luchamos y devaluar
a estos déspotas a cargo del gobierno.
Pero
dirigir, guiar, esclarecer y estimular la acción popular tiene como requisito
esencial el de destacar las propias fuerzas y, al mismo tiempo, mostrar las debilidades
de las tiranías y de quienes se autodefinen como enemigos de la nación, del
pueblo, de los trabajadores, de los jubilados, de los postergados.
Así
que yo, aprovechando mi vocación para articular ciencia y política, lo que hago
sistemáticamente es cumplir con tal requisito, apuntando hacia arriba, valorando
las propias capacidades y bajándole el precio a las condiciones de quienes
enfrentamos.
Es
decir, me ocupo de optimizar en nuestro favor las relaciones de poder, habitualmente
mal llamadas relaciones o correlaciones de fuerzas.
Con
más razón siento que tengo que cumplir con tal requisito cuando percibo que
acontecimientos como las recientes elecciones en CABA desaniman, desconciertan,
confunden o desorientan a militantes, a quienes se comprometen en serio, a
quienes tienen ideales basados en la justicia, la emancipación y la realización
nacional y popular.
Entre
militantes y comprometidas y comprometidos brotan por todos lados y como hierbas
malas temores al advenimiento de un neofascismo, a que el gobierno avance con
más impulso en su crueldad y en su depredación, a que la represión se
incremente, a que si cae Milei puede advenir algo muchísimo peor.
Más
allá de que la incertidumbre y tales temores tengan sus razones son
paralizantes, son contraproducentes para la acción popular, son lesivos y, por
supuesto, fortalecen a estos déspotas y sus hordas.
“Yo
puedo ser más psicópata” declaró Milei en respuesta a sus contendientes.
A
partir de esta frase tan ilustrativa podemos hacer un análisis que contribuya a
levantar ánimos y, sobre todo, a encontrar un sendero para enfrentar esta
pesadilla y para guiar la acción popular.
En
rigor, Milei o la fratria Milei (hermano y hermana), así como sus cofrades y
esbirros, se ubican en la sociopatía.
Pero,
considerando que él usó “psicopatía” y que esta denominación nosológica es más
conocida voy a basarme en ella.
Entre
la muy florida variedad de indicadores, síntomas o rasgos que caracterizan a la
psicopatía (o a la sociopatía) voy a seleccionar el más útil y elocuente para
entender lo que sucede actualmente.
Ese
rasgo dominante de la psicopatía es el de buscar, aprovechar y explotar en su beneficio
la debilidad de quienes consideran enemigos.
Esta
horda libertaria encabezada por la fratria Milei se caracteriza por eso: busca
denodadamente los puntos débiles de los oponentes para construir su fuerza.
Dicho
de otro modo, su fuerza es la debilidad del otro.
No
se piense que lo hacen desplegando inteligencia o aplicando conscientemente una
estrategia. Lo hacen inconscientemente, como si les saliera natural o espontáneamente,
sin reflexión, sin conocimientos, sin creatividad.
Es
un continuo actuar sin pensar, es un continuo comportarse con impunidad.
Ese
modo de conducirse se aprende desde el nacimiento mismo, desde antes de que se
comience a desarrollar la inteligencia y la sociabilidad compleja,
evolucionada. Corresponde, además, a las etapas más primitivas del desarrollo
de la humanidad, se remonta a miles o decenas de miles de años atrás: es el
retorno de configuraciones sociales extremadamente arcaicas.
La
fratria Milei aprovecha debilidades tales como la falta de conducción política,
la caída estrepitosa de la cultura política, la declinación colosal de las
organizaciones políticas, gremiales y sociales, la ausencia de un Proyecto de
emancipación y de realización.
Aprovecha
también la sensación de las fuerzas populares de sentirse débiles o impotentes
ante tanta psicopatía o sociopatía, ante tanta impunidad, ante tanta
depredación y ante tanta amenaza de que se nos viene encima el neonazismo o el
neofascismo.
Es
decir, aprovecha los miedos, el desánimo, la desilusión.
Ellos
llegaron allí por impulso de la horda hija de la dictadura y, luego, muy
especialmente alentada por el menemismo y los gobiernos siguientes, fuera por
gusto o fuera por ineficacia.
Llegaron
allí también por tantas frustraciones acumuladas.
La
horda, cuyo modelo es el del criminal, el del violento, el del violador o el
del estafador, aprovecha la debilidad de la víctima.
Eso
hacen estos libertarios: parasitar la debilidad o supuesta debilidad del campo
popular.
Cabe
una respuesta en espejo, por simple que parezca: mostrar continuamente sus
debilidades, mostrar continuamente que ellos son impotentes política e
intelectualmente.
Así,
por ejemplo, hay que gritar a los cuatro vientos que no ganaron en CABA: en CABA
ganó la abstención, en CABA sólo obtuvieron el 15% del voto según el padrón
electoral o, mirado desde el otro ángulo, el 85% de tal padrón no los votó.
EL
85% DE LOS ELECTORES PORTEÑOS NO VOTÓ A LOS MILEI
Ellos
se hacen fuertes basándose en que obtuvieron el primer lugar; pero ¿qué primer
lugar? Un 15% es un valor ridículo como para tamaña pretensión.
Arteramente,
psicopáticamente, hacen sentir que el resto perdió tapando la circunstancia de
que ni siquiera tienen ya a su favor el famoso “núcleo duro” de su 30% de hace
un año y medio.
Reprimir,
intentar todo el tiempo negociaciones complicadísimas con opositores indignos o
inútiles, rosquear en un Congreso desacreditado, buscar cómplices en un Poder
Judicial con bajísima credibilidad, un aislamiento internacional calamitoso, empezando
por América Latina, su pésimo manejo en política internacional incluyendo sus
comportamientos con el papa Francisco y su reemplazante, su actitud con el
recientemente extinto Mujica, su paupérrimo bagaje intelectual en todos los
órdenes, su incapacidad para controlar la macroeconomía, su ignorancia supina
en política, sociología, economía, tecnología y en las ciencias en general nos
hablan de un cúmulo descomunal de debilidades.
No
podemos hacerle el juego a esta banda de psicópatas mirando nuestras debilidades
sin poner sobre el tapete las de ellos.
Tenemos
que encontrar las claves para fortalecernos.
Esas
claves no están en el electoralismo, no están en un régimen electoral obsoleto.
Esas
claves están en la organización y la movilización popular, a cuya vanguardia
estamos los más viejos y las más viejas, los jubilados y las jubiladas, los
mismos y las mismas que tuvimos nuestro bautismo de fuego a fines de los 50, en
los 60, en los 70 y hasta en los 80 y también gestando la epopeya del 2001
traicionada por las dirigencias burocráticas de entonces.
Entre
esas claves están también la asunción de un Proyecto, la elevación de la
cultura política, la construcción de la conducción política todavía inexistente
y la organización nacional, popular y de los trabajadores que aspire a la
victoria.
Una
conclusión: ellos buscando debilidades en los otros para fortalecerse, fragmentan
cada vez más.
Por
lo tanto, nosotros tenemos que CONVOCAR con la mayor apertura, UNIR, SUMAR,
CONGREGAR.
Rubén
Rojas Breu
Buenos
Aires, mayo 20 de 2025
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