miércoles, 3 de enero de 2024

EL PUEBLO ARGENTINO BUSCA CON URGENCIA SU CONDUCCIÓN POLÍTICA

 



 

Rubén Rojas Breu

 

EL PUEBLO ARGENTINO BUSCA CON URGENCIA SU CONDUCCIÓN POLÍTICA

 

Arranca el 2024 con el Pueblo argentino devastado por el ataque salvaje lanzado por el gobierno absolutista teocrático que aspira a destruirlo.

 

Por una parte, el Pueblo soporta a la masa y su engendro, la horda, la horda que encaramó en el gobierno al caudillo libertario.

 

No cabe preguntarse frívolamente sobre “el fenómeno Milei”.

No hay ningún fenómeno. Lo que hay es un figurón ególatra que interpreta el deseo del Amo y de los amos.

 

Como tal no va a destruir el Estado; quiere reconvertirlo en maquinaria siniestra al servicio de los intereses más inconfesables, un Estado represor, saqueador, ajustador y que se propone no solamente la entrega de todo sino hasta recurrir a los marines yanquis para asegurar “el orden interior”.

 

Esto último está incluido en la “ley ómnibus”; no vale lo de que “no lo va a poder hacer” ya que lo que importa en este caso es la intención. Con la intención basta para tener claro cuál es la tenebrosa catadura de este gobierno.

 

Más allá de sus intenciones confesas a Milei no le importan los “individuos”; lo suyo, como sucede con todo el liberalismo de derecha, es retrotraernos a la endogamia más primitiva para que un puñadito de poderosos se alce con todas nuestras riquezas y nuestros derechos.

No hay “individualismo”: hay endogamia, hay “tradición, familia y propiedad”.

 

Por otra parte, el Pueblo afronta al gobierno tiránico de la casta oligárquica y de los concentradores de poder y de riqueza.

 

Duele decirlo, también en esta otra parte se ubican las dirigencias políticas, gremiales, sociales o sectoriales en general, salvo alguna honrosa excepción que no llega a alumbrar.

 

Inclusive, entre quienes se dicen “nacionales y populares” abundan las hocicadas, las demoras, las bajadas de cabeza, las roscas, las transas que solamente llevan a su perduración. Se han dado gestos francamente desagradables por parte de estas dirigencias.

 

 

Por ejemplo, la recepción que en el día de su asunción tuvo Milei por parte de la exvicepresidenta quien derramó gentilezas como jugando a un pase de mandos educado o más que educado.

 

Otro ejemplo, el de un dirigente social que presume de combativo quien intercambió con el flamante presidente flores y bombones apostando a que el libertario tuviese su luna de miel, en aras de la “gobernabilidad”, materia del gusto del Banco Mundial.

 

Parece que el nuevo presidente prefirió su luna de miel con alguna farandulera antes que con las mayorías; también se puso acaramelado con los concentradores de poder y de riqueza locales y globales.

 

De tal manera, la luna de miel con la población en general duró menos que el paso de una estrella fugaz, pese a los intentos de consultoras, encuestadores y medios que procuran dulcificar los oídos de Milei y de sus esbirros.

 

Sabido es que de endulzar oídos viven, me consta: a afamados encuestadores los he tenido de colaboradores o de alumnos y sé de qué clase de cartón están hechos.

En Internet pueden encontrar testimonios de mi aseveración. O preguntando por ahí.

 

Lo mismo puedo decir de muchas y muchos dirigentes a quienes también formé (muy mal por lo visto, siento culpa), quienes estuvieron a mi cargo por mi responsabilidad como dirigente o a quienes asesoré.

Por eso, desde el comienzo de esta era de gobiernos civiles, luego de la noche del terror cívico-militar, tuve siempre la seguridad de que estas dirigencias no están en condiciones de conducir políticamente al maravilloso y tan castigado pueblo argentino ni de entender en qué sociedad vivimos.

 

La horda junto con los factores de poder, con los gobiernos civiles y las dirigencias son responsables, totalmente responsables, de que tengamos este gobierno y de que alguien tan incompetente, ególatra, reaccionario y bestial esté haciendo estragos desde la Rosada con la complicidad de “los mismos de siempre”. Pensando a la Argentina como una maqueta que pueden armar o desarmar a su gusto.

 

 

De todo este cuadro que acabo de pintar surge que no hay entre esas dirigencias, sean “nacionales y populares”, progresistas o de izquierda, ni siquiera la semilla de la conducción política que la Argentina y nuestro pueblo requieren.

 

En mi activa participación política, a lo largo de mi nutrida trayectoria, soporté estoicamente la censura y las acciones destinadas a excluirme. Así que sé bien de qué hablo.

 

No doy nombres porque no me gusta personalizar y porque la lista sería inacabable.

 

Una gran parte de la población tiene que superar la ilusión con la renegación que conlleva aceptando que no hubo ni hay conducción política como tal y que, por ende, no hubo ningún gobierno que haya dado pasos importantes para la emancipación y la realización.

 

Con tales gobiernos y tales dirigencias se entiende que la masa y la horda que emerge de la misma se hayan salido o se salgan con la suya. Primero, llevando al gobierno a los libertarios tiranuelos.

Luego, sosteniéndolo con sus argumentos pueriles reveladores de su incultura política: “hay que darle tiempo”, “había que ajustar”, “la fiesta se tenía que acabar”, “ahora hay esperanza” y otros clisés reñidos con la experiencia, toda una catarata de zonceras. El más huidizo, artero y retorcido de tales argumentos es el que reza “igual no van a hacer lo que dicen”.

 

 

El Pueblo concluyó 2023 e inicia 2024 movilizándose en todas las formas: ocupando las calles con marchas y cacerolazos, soportando la represión ilegal, manifestándose en las redes virtuales con ánimo de dar la pelea, expresándose en actos, recitales, reclamos crecientes que tienen que ver con todos los ámbitos de nuestra sociedad. También exterioriza su disgusto en todos sus actos de la vida cotidiana, desde el consumo decreciente hasta tanto mal humor y tanta tristeza.

A todo eso súmese la decepción creciente entre sus votantes.

 

Ya el Pueblo argentino dejó en claro que este gobierno libertario es una versión acabada del totalitarismo.

El Pueblo argentino grita a viva voz que quiere democracia de verdad y que repudia con todas sus fuerzas a las dictaduras.

Aclaro e insisto: eso lo hace el Pueblo; como nunca es importante no confundir al Pueblo con la masa ni, mucho menos, con la horda.

 

Para completar la ecuación crucial, para agilizar la marcha que lleve a la concreción de la voluntad popular se torna imperiosa la construcción de la conducción política.

 

La conducción política requerida con urgencia no va a surgir de la politiquería ya totalmente desgastada, esa politiquería que nos trajo este presente desolador.

 

La conducción política habrá de surgir y tiene que surgir del seno del Pueblo mismo, inexorablemente.

No estoy incurriendo en “espontaneísmo” sino en que en la marcha misma de un Pueblo, como enseña la Historia, despunta la organización y, con ella, germina la conducción política hasta concretarse.

 

No es tampoco por el lado de la renovación generacional como pretenden algunas y algunos de quienes se dedican al triste oficio pago de “formar opinión”; las nuevas generaciones, está a la vista, se mueven en una bruma en la que se mezclan la anomia, el desaliento, la confusión, las penurias.

Por lo tanto, las nuevas generaciones requieren esclarecimiento, orientación y convocatoria para una epopeya que todavía están lejos de atisbar.

 

Concluyo reiterando: el Pueblo argentino busca con urgencia su conducción política.

 

Por mi parte, como siempre, estoy a su disposición.

 

Rubén Rojas Breu

Buenos Aires, enero 3 de 2024

 

 

 

 


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