Rubén
Rojas Breu
EL PUEBLO
ARGENTINO BUSCA CON URGENCIA SU CONDUCCIÓN POLÍTICA
Arranca
el 2024 con el Pueblo argentino devastado por el ataque salvaje lanzado por el
gobierno absolutista teocrático que aspira a destruirlo.
Por
una parte, el Pueblo soporta a la masa y su engendro, la horda, la horda que
encaramó en el gobierno al caudillo libertario.
No
cabe preguntarse frívolamente sobre “el fenómeno Milei”.
No hay
ningún fenómeno. Lo que hay es un figurón ególatra que interpreta el deseo del
Amo y de los amos.
Como
tal no va a destruir el Estado; quiere reconvertirlo en maquinaria siniestra al
servicio de los intereses más inconfesables, un Estado represor, saqueador,
ajustador y que se propone no solamente la entrega de todo sino hasta recurrir
a los marines yanquis para asegurar “el orden interior”.
Esto
último está incluido en la “ley ómnibus”; no vale lo de que “no lo va a poder
hacer” ya que lo que importa en este caso es la intención. Con la intención
basta para tener claro cuál es la tenebrosa catadura de este gobierno.
Más
allá de sus intenciones confesas a Milei no le importan los “individuos”; lo suyo,
como sucede con todo el liberalismo de derecha, es retrotraernos a la endogamia
más primitiva para que un puñadito de poderosos se alce con todas nuestras
riquezas y nuestros derechos.
No hay
“individualismo”: hay endogamia, hay “tradición, familia y propiedad”.
Por
otra parte, el Pueblo afronta al gobierno tiránico de la casta oligárquica y de
los concentradores de poder y de riqueza.
Duele
decirlo, también en esta otra parte se ubican las dirigencias políticas,
gremiales, sociales o sectoriales en general, salvo alguna honrosa excepción
que no llega a alumbrar.
Inclusive,
entre quienes se dicen “nacionales y populares” abundan las hocicadas, las
demoras, las bajadas de cabeza, las roscas, las transas que solamente llevan a
su perduración. Se han dado gestos francamente desagradables por parte de estas
dirigencias.
Por
ejemplo, la recepción que en el día de su asunción tuvo Milei por parte de la
exvicepresidenta quien derramó gentilezas como jugando a un pase de mandos
educado o más que educado.
Otro
ejemplo, el de un dirigente social que presume de combativo quien intercambió
con el flamante presidente flores y bombones apostando a que el libertario
tuviese su luna de miel, en aras de la “gobernabilidad”, materia del gusto del
Banco Mundial.
Parece
que el nuevo presidente prefirió su luna de miel con alguna farandulera antes
que con las mayorías; también se puso acaramelado con los concentradores de
poder y de riqueza locales y globales.
De
tal manera, la luna de miel con la población en general duró menos que el paso
de una estrella fugaz, pese a los intentos de consultoras, encuestadores y
medios que procuran dulcificar los oídos de Milei y de sus esbirros.
Sabido
es que de endulzar oídos viven, me consta: a afamados encuestadores los he
tenido de colaboradores o de alumnos y sé de qué clase de cartón están hechos.
En
Internet pueden encontrar testimonios de mi aseveración. O preguntando por ahí.
Lo
mismo puedo decir de muchas y muchos dirigentes a quienes también formé (muy
mal por lo visto, siento culpa), quienes estuvieron a mi cargo por mi
responsabilidad como dirigente o a quienes asesoré.
Por
eso, desde el comienzo de esta era de gobiernos civiles, luego de la noche del
terror cívico-militar, tuve siempre la seguridad de que estas dirigencias no
están en condiciones de conducir políticamente al maravilloso y tan castigado
pueblo argentino ni de entender en qué sociedad vivimos.
La
horda junto con los factores de poder, con los gobiernos civiles y las
dirigencias son responsables, totalmente responsables, de que tengamos este
gobierno y de que alguien tan incompetente, ególatra, reaccionario y bestial
esté haciendo estragos desde la Rosada con la complicidad de “los mismos de
siempre”. Pensando a la Argentina como una maqueta que pueden armar o desarmar
a su gusto.
De
todo este cuadro que acabo de pintar surge que no hay entre esas dirigencias,
sean “nacionales y populares”, progresistas o de izquierda, ni siquiera la
semilla de la conducción política que la Argentina y nuestro pueblo requieren.
En
mi activa participación política, a lo largo de mi nutrida trayectoria, soporté
estoicamente la censura y las acciones destinadas a excluirme. Así que sé bien
de qué hablo.
No
doy nombres porque no me gusta personalizar y porque la lista sería inacabable.
Una
gran parte de la población tiene que superar la ilusión con la renegación que
conlleva aceptando que no hubo ni hay conducción política como tal y que, por
ende, no hubo ningún gobierno que haya dado pasos importantes para la
emancipación y la realización.
Con
tales gobiernos y tales dirigencias se entiende que la masa y la horda que
emerge de la misma se hayan salido o se salgan con la suya. Primero, llevando
al gobierno a los libertarios tiranuelos.
Luego,
sosteniéndolo con sus argumentos pueriles reveladores de su incultura política:
“hay que darle tiempo”, “había que ajustar”, “la fiesta se tenía que acabar”,
“ahora hay esperanza” y otros clisés reñidos con la experiencia, toda una
catarata de zonceras. El más huidizo, artero y retorcido de tales argumentos es
el que reza “igual no van a hacer lo que dicen”.
El
Pueblo concluyó 2023 e inicia 2024 movilizándose en todas las formas: ocupando
las calles con marchas y cacerolazos, soportando la represión ilegal,
manifestándose en las redes virtuales con ánimo de dar la pelea, expresándose en
actos, recitales, reclamos crecientes que tienen que ver con todos los ámbitos
de nuestra sociedad. También exterioriza su disgusto en todos sus actos de la
vida cotidiana, desde el consumo decreciente hasta tanto mal humor y tanta tristeza.
A
todo eso súmese la decepción creciente entre sus votantes.
Ya
el Pueblo argentino dejó en claro que este gobierno libertario es una versión
acabada del totalitarismo.
El Pueblo
argentino grita a viva voz que quiere democracia de verdad y que repudia con
todas sus fuerzas a las dictaduras.
Aclaro
e insisto: eso lo hace el Pueblo; como nunca es importante no confundir al
Pueblo con la masa ni, mucho menos, con la horda.
Para
completar la ecuación crucial, para agilizar la marcha que lleve a la concreción
de la voluntad popular se torna imperiosa la construcción de la conducción política.
La
conducción política requerida con urgencia no va a surgir de la politiquería ya
totalmente desgastada, esa politiquería que nos trajo este presente desolador.
La conducción
política habrá de surgir y tiene que surgir del seno del Pueblo mismo,
inexorablemente.
No
estoy incurriendo en “espontaneísmo” sino en que en la marcha misma de un
Pueblo, como enseña la Historia, despunta la organización y, con ella, germina
la conducción política hasta concretarse.
No
es tampoco por el lado de la renovación generacional como pretenden algunas y
algunos de quienes se dedican al triste oficio pago de “formar opinión”; las
nuevas generaciones, está a la vista, se mueven en una bruma en la que se
mezclan la anomia, el desaliento, la confusión, las penurias.
Por
lo tanto, las nuevas generaciones requieren esclarecimiento, orientación y
convocatoria para una epopeya que todavía están lejos de atisbar.
Concluyo
reiterando: el Pueblo argentino busca con urgencia su conducción política.
Por
mi parte, como siempre, estoy a su disposición.
Rubén
Rojas Breu
Buenos
Aires, enero 3 de 2024
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