Rubén Rojas Breu
“ES IMPOSIBLE VIVIR ASÍ”
La frase del título, meramente descriptiva y
lacrimógena, fue pronunciada por el gobernador cordobés.
Él, sus pares y la totalidad, TOTALIDAD, de las
dirigencias políticas y sectoriales son responsables de que el gobierno
absolutista teocrático encabezado por el señor Milei esté ahí, para extremo
padecimiento de la mayoría de las argentinas y de los argentinos, para el atroz
sufrimiento que tiene por víctimas preferenciales a niñas, niños, adolescentes,
ancianas y ancianos.
Gobernadores, legisladores, dirigentes en general,
intelectuales y periodistas son complacientes con semejante gobierno que hace
de la crueldad y de la injusticia el modo de gestionar.
Con vociferar, denunciar, interponer amparos en el
Poder Judicial o publicar documentos en los que abundan las falacias, no se
sale de esta situación tan espantosa.
Se sale con la acción, se sale con la acción política
El Régimen, todo el Régimen, está en descomposición;
nuestro vernáculo Antiguo Régimen se cae a pedazos.
Antiguo Régimen es la expresión que adoptaron los
revolucionarios franceses en 1789 para referirse a la monarquía absolutista de
Luis XIV acompañada por los duques, marqueses, cardenales y obispos.
La Rae tiene un elevado número de acepciones para
la palabra “descomposición”.
Selecciono las que mejor se adecuan a mi análisis:
- “estropear, deteriorar, romper, averiar, dañar,
desgastar, gastar”
- “corromperse o hallarse en estado de putrefacción”
El gobernador cordobés declaró, de declaraciones
también se vive, que “es imposible vivir así”.
Indiscutible afirmación, pero qué hace él para que
sea posible vivir.
Hasta acá, nada hace; esta aseveración mía también
le cabe a la totalidad de los gobernadores y las gobernadoras, legisladoras y
legisladores, intendentas e intendentes, dirigentes y sigue la lista.
Además, incurren en lo que Perón despreciaba: “las gallináceas”:
por ejemplo, tener berrinches porque en el AMBA las tarifas de transporte y
servicios son supuestamente más bajas, sin percibir, en onda boba, que deberían
ser sobradamente accesibles en todo el país, tal como acontece en todo el
planeta.
En los países avanzados se subsidia por muy justificadas
razones, al punto de que hay ciudades europeas en las cuales el transporte es
gratuito.
Como vivir es “tener vida” veamos el significado de
la palabra “vida” que nos proporciona el diccionario de la RAE:
“Conjunto de los bienes necesarios para vivir” y da un ejemplo que yo modifico: “la vida en la
Argentina está carísima, está inviable”.
Todo lo antedicho me hace
antipático para las dirigencias y para los factores de poder a los que sirven.
Corro el riesgo de ganarme el odio no solamente de la horda libertaria sino de
todas las facciones políticas.
Pero mi compromiso
inclaudicable es con la Patria, con el Pueblo y con trabajadoras y trabajadores,
con jubiladas y jubilados, con niñas, niños y adolescentes por los que me
conmuevo hasta los tuétanos viéndolos en situación de calle o en los comedores
y paradores.
Van a contestarme con
hostilidad quienes se consideran injustificadamente militantes de la causa
nacional y popular, los progres y la izquierda trotskista.
Me adelanto al reproche con
el que me están tratando: soy consciente de que no son todos iguales.
Tengo décadas de jugadísima
trayectoria política como para no percibir las diferencias.
Empero, con esas diferencias
no alcanza.
Si no aciertan a encontrar el
rumbo, si no aciertan con la lucha eficaz que nos lleve a la emancipación y a
la realización, forman parte del Antiguo Régimen.
Personalmente, me censuran,
me ningunean y me excluyen, pero pretenden en modo soberbia que los halague y
que me sume a ellos.
Piden demasiado a cambio de
nada.
Estoy participando de las
asambleas populares barriales y ya me estoy decepcionando: están muy lejos de
asumir el rol que deberían asumir y, además, se molestan porque les señalo las
incongruencias y la ineficacia, porque les señalo la incapacidad política y la
debilidad ideológica.
No me corran con que soy injusto
en mis evaluaciones o con que no valoro lo que hacen tantas y tantos.
No me corran cuando con toda
mi trayectoria sigo militando y dando la pelea con el mismo fervor con que
empecé a hacerlo en el último grado de la escuela primaria, algo que ninguna y
ningún dirigente puede reivindicar para sí.
Además, fui preso político a
mis 19 años, expulsado de la facultad de Medicina de la UBA a mis 21 por mi
militancia, perseguido tenazmente por las dictaduras cívico militares,
nuevamente expulsado de la UBA por López Rega siendo docente y me quedo corto
con todas las que pasé y paso.
No hay gobierno libertario
absolutista si no viniéramos desde hace décadas sometidos a un Régimen
despótico.
El llamado kirchnerismo, ante
la rebelión popular de principios de siglo y aquellas asambleas de las cuales
fui un fundador, se ocupó del triste papel de salvar al Régimen.
Es así nomás.
Y, aunque no les guste lo que
digo, la izquierda trotskista convalida.
Todo lo que hicieron sirvió
para crear las condiciones para que hoy nos opriman el FMI, las grandes
corporaciones globales y locales y, por supuesto, el esperpéntico gobierno absolutista.
Con honestidad a unos y a otros
les planteé reiteradamente cuál es el camino de la genuina transformación, un
camino enteramente político y en paz, entiéndase bien.
Me respondieron siempre con oídos
sordos y descalificaciones desde la petulancia.
Ahora, para plagiarme según
sus esquemas referenciales, ni siquiera se persignan.
Quienes con su disposición y
generosidad lean estas líneas se sorprenderían quiénes y cuántos fueron mis
interlocutores a quienes les transmití estas preocupaciones y mis
recomendaciones para superar este destino crecientemente letal. Hablo de
interlocutores que están y estuvieron en las posiciones más encumbradas.
No me victimizo; para victimizarse
hay otras y otros que llegan a presidentes o presidentas, a dirigentes y
punteros, a gobernadoras y gobernadores, etc.
Si estoy autorreferencial es
porque ya estoy a punto de declararme impotente ante tanta mediocridad, ante
tanta infamia, ante tanta manipulación, ante tanta genuflexión.
Y ante tanta destrucción,
ante tanta ruina.
Los ingleses con la visita
repudiable de su canciller a nuestras Malvinas y los yanquis con el portaaviones
que se paseará por acá, nos humillan y para quienes se enojan conmigo, con tamañas
agresiones a nuestra soberanía “todo bien”.
Si los gobernadores solamente
lloran, está todo dicho.
El Pueblo está dando su lucha
como puede y en penosísima soledad.
No tiene conducción.
Participo de las asambleas,
una vez más, con una esperanza a la cual ya tengo que renunciar dado el tenor
de las mismas.
Tenía la esperanza de que de
las asambleas surgiera la conducción política genuina que la Patria y el Pueblo
requieren.
Me gustaría que las asambleas
den el volantazo para tomar por la ruta que lleve a ese objetivo que se torna imperioso:
el de la construcción acelerada de la conducción política.
Nos quedamos ya sin tiempo.
Rubén Rojas Breu
Buenos Aires, febrero 20 de
2024
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