jueves, 9 de enero de 2025

EL INDEFENDIBLE NÚCLEO DE LOS LIBERTARIOS EN ARGENTINA

 


 

Rubén Rojas Breu

 

EL INDEFENDIBLE NÚCLEO IDEOLÓGICO DE LOS LIBERTARIOS 

 

Según la ONG humanitaria británica Oxfam el 1 % más rico del planeta posee más riqueza que lo que dispone el 95 % de la población mundial.

Estos datos coinciden con los publicados por diversos organismos y medios especializados, como el Banco Mundial o la revista Forbes.

 

Desde 2020 la fortuna conjunta de los cinco hombres más ricos del mundo se ha disparado hasta superar el doble mientras que la riqueza en manos del 60% más pobre de la población ha disminuido.

Entre esos cinco se encuentra Elon Musk, un ídolo de Milei y los suyos.

 

También tal desigualdad es notoria a nivel geopolítico: el Norte rico acumula el 70 % contra el 30 % del Sur pobre.

Vivimos en la era de una “oligarquía global” según la Oxfam.

 

Es más apropiado el término acuñado por Jenofonte, en el siglo IV AC: PLUTOCRACIA, la oligarquía de los más acaudalados.

 

Como nunca en la Historia de la humanidad la riqueza económica busca constituirse en el basamento excluyente del poder político y geopolítico y condiciona la cultura, lo social y la moral.

Esa riqueza está en las manos de grandes accionistas con nombre y apellido, algo muy distinto de las ya clásicas sociedades anónimas y también de lo que pasa a ser una suerte de especie en declinación: los empresarios.

 

Los magnates desplazaron a las empresas y los empresarios, las cuales y los cuales pasaron a ser instrumentos a su servicio.

A los plutócratas lo que más importa no son las empresas, ni lo que producen y ofrecen ni tampoco sus demandas, sus usuarios o sus consumidores.

Menos que menos importan las naciones, los estados y las ciudadanías.

 

Puede fácilmente comprobarse que tales megamillonarios poco y nada saben de lo que los conglomerados que controlan hacen, de lo que producen o de los servicios que prestan.

 

Para ellos, las corporaciones que controlan son cajas de caudales con las que digitan gobiernos, promueven guerras, protagonizan la carrera espacial, adquieren corporaciones, disponen a su antojo de territorios, hoteles, mansiones, aviones, buques, yates, joyas, diamantes y todo lo que complazca su apetito insaciable por dominar y ostentar.

 

Valga un deplorable ejemplo: las gerencias de Edesur, Edenor y similares operan para sus mayores accionistas, desinteresándose de usuarias y usuarios.

Ídem vale para todas las grandes corporaciones, financieras, industriales, agrarias, tecnológicas o de servicios.

CEOS y gerencias se dedican a satisfacer la voracidad de los cuasi billonarios en desmedro de países, poblaciones y clientelas.

 

Una ideología deshumanizante sostiene a esta manada de Minotauros del presente, a esta patronal global.

 

Es la ideología a la que responden el caudillo libertario que nos gobierna y la horda que lo impulsa, ideología que desconcierta y amilana política e intelectualmente a la fallida oposición desde los autoproclamados “nacionales y populares” pasando por las variantes progresistas hasta la izquierda clasista.

 

Es la ideología con la que arremeten contra naciones y pueblos.

 

Es PURA IDEOLOGÍA aberrante que se opone a la justicia y a los derechos, que avala dictaduras y al despotismo global, que repudia a la ciencia, al arte y a toda manifestación humana o humanizante.

 

Su núcleo consiste en un conjunto cerrado de creencias anacrónicas tales como:

 

-     La de la superioridad del “individuo”, una noción obsoleta, tal como lo demuestro con la producción de mi autoría, el Método Vincular.

 

Para esa creencia, el “individuo” existe o es posible únicamente sobre la base de oponerlo a la masa.

Es decir, en esa ilógica, el individuo triunfa sobre la base de destacarse de la masa.

 

La resultante es que sólo algunos llegan a alturas celestiales, de esplendor económico y de dominio político, de privilegios faraónicos sobre el trasfondo del sometimiento de las grandes masas de los comunes.

 

Para ser “individuo” exitoso se necesita que miles de millones sean miserablemente iguales entre sí, ya que, de no ser así, no existiría el distinto e inalcanzable que triunfa y domina.  

 

Como en la serie coreana “El juego del calamar” alcanza la meta el “individuo”, mientras los “demás” caen en masa.

 

Es la posición francamente diabólica que socava, hasta destruirlas, a la solidaridad, a la justicia y al bienestar colectivo y que lleva a la extinción de la humanidad y de la Tierra.

Milei y los libertarios creen en la “sociedad de individuos”, la cual nada que ver con la Sociedad.

El “león” lame y sirve a sus domadores.

 

En la “sociedad de individuos” se enriquecen obscenamente poquísimos mientras naufragan las grandes mayorías.

 

Esos poquísimos cegados por sus ambiciones compiten entre ellos belicosamente impulsando la violencia que estamos soportando.

 

-     Otra creencia, que engrupe a muchos de nuestros jóvenes es la de que los ricachones se merecen sus fortunas, las cuales habrían amasado gracias a la inteligencia, la aptitud para competir y el esfuerzo.

 

Tal zoncera les hace suponer que cualquiera con esas virtudes puede llegar a tal pedestal.

Se omite que esos poderosos se valen y valieron de los estados, de sus vinculaciones grosas, de la evasión de impuestos y de transas y negocios inconfesables.

Véase cómo trafican con las guerras.

 

 

-     Otra creencia es la de que el Estado es un obstáculo, una creencia descaradamente encubridora toda vez que sin los estados tales magnates no serían ni por casualidad potentados.

 

Gran parte de las elaboraciones de economistas y de intelectuales de toda laya son solventadas por estos magnates, en todo el planeta con cabecera en las universidades yanquis.

 

Así acribillan con “papers” y con doctorales disertaciones señalando con el dedo índice el camino inexorable a seguir, a la vez que amonestan o recriminan a las naciones, pueblos y gobiernos que buscan su emancipación y su propia vía.

 

Frente a esta indefendible ideología es perentorio impulsar el conocimiento científico de lo Humano o de lo social, al mismo tiempo que revitalizamos la Política que es la gran herramienta de los pueblos.

 

Rubén Rojas Breu

Buenos Aires, enero 9 de 2025

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


jueves, 2 de enero de 2025

2025: DESESPERAR, ESPERAR O QUÉ HACER EN LA ARGENTINA

 


 

Rubén Rojas Breu

 

2025:

DESESPERAR, ESPERAR O QUÉ HACER EN LA ARGENTINA

 

Tal como están las cosas, desesperar hoy en la Argentina parece inexorable, es un impulso irrefrenable.

Pero no cabe convalidarlo. No cabe tampoco propiciarlo de ninguna manera.

 

Por lo tanto, la disyuntiva es qué esperar o qué hacer.

 

Se puede esperar de dos maneras: pasiva o activa.

 

O se puede hacer: ésta es mi decisión y estoy seguro que la de muchas y muchos.

 

Se trata de un hacer determinado por un Proyecto, combinando conducción, organización, estrategia.

 

Quienes apoyan al gobierno despótico libertario, optan por la espera pasiva:

confían en resultados económicos de alcance limitado, con descomunales réditos para los concentradores de poder y de riqueza, avalados por un éxito electoral, mientras se dejan sugestionar o amedrentar por las “excentricidades” y arrebatos del presidente que saluda a un perro australiano mientras ejerce violencia de toda índole contra las mayorías alentado por la horda.

 

Una gran parte de la masa, siempre partidaria de la pasividad y de una espera al infinito, se entrega al sacrificio mientras sigue a la zanahoria que simboliza un futuro bienestar; un futuro bienestar tan improbable como las peras fructificando en los olmos.

 

Aunque nada de nada derrame, esa masa se contentará con la doctrina anacrónica de que triunfan los que se lo merecen, mientras busca sobrevivir con lo que tenga a mano sin importar la dignidad ni la honra.

 

La masa cuando se trata de ejercer el único acto político que conoce y que practica por obligación, el sufragio, votará por el que prometa poder, aunque el que eso promete sea para sí mismo y solamente para sí mismo.

Como están las cosas, en esa conducta de la masa confían el caudillo libertario, sus huestes, las grandes corporaciones, los medios dominantes, la politiquería y las dirigencias venales, hoy mayoritarias.

 

De tal manera, dejemos de lado a la masa, la cual, a la manera de la veleta, girará cuando soplen nuevos vientos.

 

Los nuevos vientos son siempre los que nacen en el seno de los pueblos.

 

El Pueblo, la máxima organización política, es el Bóreas que barre los nubarrones y que puede imponer con su ímpetu una realidad política y social signada por la soberanía, la justicia, el desarrollo y el bienestar común.

 

El gran interrogante es si 2025 será el año de los nuevos vientos.

 

Dependerá de que podamos generar la conducción política que tanta falta hace, bregando con inteligencia, con creatividad y con decisión.

 

Para tal cometido, se requiere dilucidar algunas cuestiones a las que paso a referirme.

 

De mis vinculaciones, así como de los grupos de militancia de los que participo, recibí numerosos e insistentes mensajes que instan a la defensa o a la resistencia.

 

Aclaro que pese a que valoro la honestidad y el compromiso de quienes estoicamente integran esos grupos, participo de ellos a distancia, ya que me fastidian sus carencias: de apertura, de convocatoria auténtica, de concepción estratégica, de creatividad.

No obstante, trato de hacerme escuchar, como lo hago en estos sitios que comparto con satisfacción.  

 

Llamar a defenderse o a resistir es una convocatoria que, más allá de las buenas intenciones, mantiene la iniciativa en manos de quien detenta ocasionalmente el poder, en manos de quien digita o en manos de quien gobierna.

 

Es una espera activa, pero que se queda en espera toda vez que depende de lo que haga el otro del que se defiende o al que se resiste.

Este otro tiene la iniciativa.

 

Si aspiramos a construir la conducción política que se proponga y concrete el Proyecto de emancipación y de realización del Pueblo y de la Nación, tenemos que convocar a la toma de iniciativa, a la ofensiva.

Es la respuesta a qué hacer.

 

Eso significa contar con estrategia y con organización, así como disponerse, aceleradamente, a elevar la cultura política.

 

Es asumir activamente lo que nos hará diferentes y con capacidad de generar poder.

 

Si se sabe observar, se verá que quienes detentan el poder hoy carecen totalmente de cultura política, no tienen un Proyecto ya que obedecen a deleznables intereses, saben menos de estrategia que la mula del mariscal de Sajonia y desdeñan organizar, prefiriendo armar patotas.

 

Conducir es articular síntesis con toma de iniciativa.

 

Sintetizar es convocar a todos los actores y sectores que comparten como objetivo los intereses nacionales y populares, a todos los actores y sectores que de verdad representan o quieren representar a las argentinas y a los argentinos, a las mayorías incluyendo a todas y todos los que habitan o quieran habitar nuestro suelo.

 

Tomar la iniciativa supone anticiparse ganándole en el pensamiento y en la acción a quienes gobernando o manipulando entre bastidores imponen sus designios contrarios al destino que debemos alcanzar como pueblo y como nación.

 

Ya he insistido hasta cansar sobre que las dirigencias que se dicen de oposición no conducen y sí dejan hacer alevosamente, abroqueladas en la “defensa” de sus intereses, “resistiendo” para cuidar sus territorios o sus quintitas y sus prerrogativas, sumergidas en internismos, distrayendo con polémicas ociosas, con palabras y gestos altisonantes o incurriendo en groserías y procacidad para empatarle al caudillo libertario y sus esbirros.

 

Salir del vallado autoimpuesto del llamado a la defensa o a la resistencia es el primer paso para el QUÉ HACER.

 

Construir la conducción política rápidamente es lo inmediato para ese QUÉ HACER.

 

Esto tiene que derivar en la convocatoria más amplia, más eficaz y más contundente.

 

Es el QUÉ HACER al que abocarnos ya.

 

Es el modo de hacer del 2025 un año esperanzador y que dé ganas de vivirlo, un año constructivo.

 

Rubén Rojas Breu

Enero 2 de 2025

 


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