Rubén
Rojas Breu
QUÉ
ACONTECIÓ REALMENTE EN LAS JORNADAS DE DICIEMBRE DE 2001
Una
versión antojadiza del gusto de las corporaciones y de los manipuladores de la
politiquería es la que quedó en la memoria colectiva.
Esa
versión, adoptada e impuesta por la derecha, por el progresismo, por el pejotismo,
por el kirchnerismo y hasta por sectores de la izquierda y por las corporaciones
mediáticas de todo el espectro político e ideológico es la siguiente:
“Se
trató de una revuelta de la clase media enojada porque le habían licuado o
sustraído sus ahorros”.
Toda
una población, de muy buena fe, compró esa versión simplista y acomodada a los
intereses más mezquinos.
Recomiendo
desconfiar de quien propale versión tan inicua.
Milei
acaba de degradar aquellas jornadas calificándolas de golpe de estado; con ese
criterio, la Revolución de Mayo fue un golpe, no falta quien diga tamaña
burrada.
Fui
participante activo de esas jornadas, me movilicé con mi barrio y fui a Plaza
de Mayo donde nos encontramos con la feroz represión, así que cuento de esto de
primera mano.
Para
comprender cómo se debe lo que pasó entonces parto de la recomendación de Ortega
y Gasset de considerar de modo sistemático a la Historia, modo sistemático que
desarrollan Cassani y Pérez Amuchástegui.
También
me baso en mi creación más conocida, el Método Vincular, en el cual defino que
deben abordarse todos los sucesos de un modo integral, vinculando lo que a
primera vista parece desarticulado.
También
sustento mi análisis en la premisa de la primacía de la Política.
Esa
versión simplista que se adueñó de la opinión pública toma un hecho aislado,
clase media enojada, y usando el pars pro toto, sinécdoque, aplica un dato parcial
para dar cuenta del todo.
Las
jornadas de diciembre del 2001 constituyeron una rebelión popular, crearon las
condiciones para una situación revolucionaria, que el Régimen, ciertamente
despótico disfrazado de democrático, buscó desesperadamente neutralizar.
Es
desentenderse de la Política reducir tal levantamiento a una motivación
económica, incurriendo en “economicismo”.
Veamos
sistemáticamente las cosas, para lo cual articularé antecedentes o situaciones
precedentes hasta el desemboque en el 19 y 20 de diciembre del 2001:
-
A tener en cuenta, el atentado de setiembre
de ese año contra las Torres Gemelas en Nueva York, lo cual redefine la
geopolítica y lo que suceda en cada país (no me extiendo sobre esto).
-
Las elecciones legislativas de octubre de
2001, en las cuales De la Rúa y los suyos, así como todas las dirigencias
políticas, pierden estrepitosamente porque el triunfo de hecho fue para la
abstención: voto en blanco, votos nulos que fueron masivos y no concurrencia.
-
En los meses siguientes crecen piquetes y
también saqueos a supermercados por una población hambreada y excluida, sobre
la cual el gobierno y sus aliados hacen interpretaciones caprichosas y
paranoides, más allá de si el pejotismo o quien fuese alentasen o no tales
acciones.
Toda
esa movida estaba en auge el 19 de diciembre cuando se da el gran detonante,
hoy muy olvidado, curiosamente: DE LA RÚA POR CADENA NACIONAL DECRETA EL ESTADO
DE SITIO.
Decretar
el estado de sitio causa lúgubres reminiscencias de las dictaduras y provoca
los estruendosos y muy masivos cacerolazos en toda la Argentina, a lo cual
sigue la represión feroz que culmina con casi cuarenta muertos, el raje de De
la Rúa en helicóptero y su renuncia del 20 de diciembre.
Esas
jornadas generarán las asambleas barriales, de las cuales participé, fui
fundador de una de ellas, denominada Asamblea del Almacén.
En
mi barrio, ciertamente popular, salieron a la calle con cacerolas y lo que
tuviesen a mano miles de personas de la llamada clase media pero también,
enfatizo, ciudadanas y ciudadanos desposeídas y desposeídos, okupas, pobres de
toda pobreza, mal vestidas y mal vestidos, que brotaban de pensiones y casas
ocupadas.
Minga
de solamente clase media, minga.
Muchas
de esas personas, también yo, no teníamos ahorros, así que ese relato deplorable
es también difamatorio.
Al
día siguiente me pide Antonio Cafiero, de quien yo era asesor, una reunión a
solas para que le cuente mi análisis del cuadro de situación.
Se
irritó por mi análisis ya que él consideraba que todo había sido una movida de
las “señoras del aristocrático barrio de Recoleta”.
Pacientemente
le demostré lo que había realmente sucedido y cuando ya había logrado que
aceptara mi evaluación hizo pasar a sus colaboradores, todos los cuales venían
armados ya del relato vacuo, apolítico y conveniente a los intereses dominantes
y parido por la mediocridad de la que hacían gala.
Me
queda mucho, muchísimo más para exponer, pero no quiero abusar más de la
tolerancia de lectoras y lectores.
Dejo
en claro que todo lo que vino después, gobiernos kirchneristas y gobiernos de
derecha o ultraderecha incluidos, reacomodamiento oportunista de todas las
dirigencias políticas y sectoriales, así como mayor avance de las grandes corporaciones,
se beneficiaron de la versión simplista y licuaron lo que fueron jornadas francamente
revolucionarias del Pueblo argentino.
Cierro
señalando que este análisis, además, sirve para entender mejor el calamitoso
estado de cosas actual, en el seno del cual, gobernantes, politiqueros y poderosos
muestran temor por la posibilidad de reedición de aquellas jornadas de 2001.
Conclusión:
las jornadas de diciembre de 2021 no fue enojo de clase media.
FUE
EL PUEBLO EJERCIENDO ACTIVO PROTAGONISMO.
Rubén
Rojas Breu
Buenos
Aires, octubre 31 de 2024