Rubén
Rojas Breu
EL
IMPERATIVO URGENTE DE CONSTRUIR LA CONDUCCIÓN POLÍTICA
En respuesta
al ajuste letal, en respuesta al protocolo militarizado propio de una tiranía y
en respuesta al decretazo que puso fecha de nacimiento para el más grande
saqueo y la más grande entrega, se dieron en la víspera, 20 de diciembre, dos
acontecimientos de la mayor trascendencia.
Fueron
la marcha organizada por la izquierda, una marcha triunfante sin dudas, una
marcha que le pudo al absolutismo teocrático del gobierno encabezado por el
libertario Milei.
La
marcha triunfó porque pudo arribar a la Plaza de Mayo pese a los obstáculos y
la represión ordenada y dirigida por Milei y Bullrich que jugaron un papel
tristísimo jugando a imitar a sus ídolos de barro del Pentágono o del FBI al seguir
a través de monitores desde el Departamento Central de Policía la
manifestación.
Con
el decretazo que procura sepultar a la Argentina y a su pueblo, argentinas y
argentinos respondieron con un cacerolazo de gran masividad y ciertamente
potente.
Sus
participantes demostraron una conciencia y una cultura políticas de la que
carecen por completo los votantes y los adherentes del circunstancial
oficialismo libertario, votantes y adherentes que navegan entre la bobería, la
irresponsabilidad, la inconsciencia y la más garrafal ignorancia con el
agravante de que no tienen idea de tamaña ignorancia.
El
domingo en las elecciones en el club Boca, Milei fue repudiado fuertemente y
derrotado en las urnas junto con su compinche Macri, el veterano del
endeudamiento escandaloso y descomunalmente dañino, además de responsables de
tantas políticas contra la nación y el pueblo.
Todas
estas fueron o son expresiones categóricas del Pueblo.
Me
esfuerzo en señalar hasta el cansancio la diferencia entre Pueblo y masa.
Esta
última es la que votó a Milei y los suyos, masa que por definición es
antagónica del Pueblo, salvo cuando éste la atrae hacia sí.
El
Pueblo es la organización política más compleja y tiene como objetivos
estratégicos la emancipación y la realización de nación y pueblo, justamente.
Son
objetivos estratégicos totalmente opuestos a los del absolutismo teocrático de
Milei y de la derecha argentina ingénitamente antinacional a diferencia de las
derechas de otras latitudes, como Europa, Oceanía, gran parte de Asia, el país
yanqui y Canadá.
Ahora
bien, a toda esta movida popular, planificada en el caso de la de la izquierda
con todos sus méritos o espontánea en Boca y, sobre todo, la del contundente cacerolazo,
exhibe una carencia de la que hay que dar cuenta ya: la carencia de conducción
política.
Ninguna
de las dirigencias, responsables todas de la decadencia y de que la ultraderecha
en modo fantoche haya llegado al gobierno, está en condiciones de asumir la
conducción política.
Tuvieron
cuarenta años para hacerlo y acá estamos.
Por
lo tanto, hay que construir, imperiosamente, una conducción política,
imprescindible para que todo el movimiento popular en curso sea exitoso.
Se
juega el destino de la patria, del pueblo, de los trabajadores, de los
jubilados, de niñas, niños y adolescentes, de la ciencia, de la industria
nacional, del agro de los pequeños y medianos productores, de nuestros transportes
y rutas, de nuestras riquezas del subsuelo, del agua, de los ríos, bosques, mar
y cordillera.
Sirva
como ejemplo de la gravedad que afrontamos que, en el decretazo infame a más no
poder, se da llave en mano a una corporación yanqui la ARSAT, al mismo tiempo
que se entrega hasta el aire.
Para
construir una conducción política lo primero a tener en cuenta es el Proyecto
de emancipación y realización, o sea la brújula.
Porque
no se trata de resistir, sino de dar la batalla en paz y organizadamente por
ese Proyecto.
La
conducción política, enmarcada por tal Proyecto, es conducción política de la
nación, del pueblo y de los trabajadores.
La conducción
política requiere contar con una estrategia, con la organización nacional y
popular y estimular el incremento acelerado de la cultura política.
Todo
eso devendrá de lo que ya tenemos, inclusive de fuerzas políticas, gremiales y
organizaciones sociales ya existentes, pero que por sí mismas, del mismo modo
que las movilizaciones espontáneas, no están en condiciones de liderar.
La
conducción política es la articulación de toma de iniciativa y de síntesis.
Las
dirigencias actuales están lejos de la toma de iniciativa toda vez que, en
lugar de estar a la cabeza del Pueblo, corren detrás de la masa a la vez que se
dejan llenar la cabeza por medios, consultoras, encuestas, “focus groups”,
expertos, intelectuales y “analistas” de la política y de la economía.
Se
trata de toda una congregación de hecho que tira para atrás, que confunde, que
distrae, que desalienta, que se basa en la noción falaz de “la correlación de
fuerzas” y tanta sofística.
La
conducción política se anticipa siempre, eleva las miras, toma la iniciativa. Tira
para adelante.
La
conducción política al mismo tiempo que toma la iniciativa, sintetiza ya que tiene
que contemplar activamente a la totalidad de los actores y sectores cuyo
interés es el de la nación, del pueblo y de los trabajadores.
Sintetiza,
no junta ni rejunta. Sintetiza.
Para
articular toma de iniciativa y síntesis se requiere que la conducción tenga gran
disposición a convocar, gran vocación por el desafío, gran compromiso genuino
por la Política como actividad sublime y una gran empatía.
La
conducción política, cuya primera tarea es la de canalizar y organizar la gran movilización
de la sociedad argentina ya en marcha, es así la condición imprescindible para
que tal movilización se fortalezca, evitando el desinfle, el agotamiento o la
incertidumbre.
En
resumen, HAY QUE PASAR YA A CONSTRUIR LA CONDUCCIÓN POLÍTICA.
Rubén
Rojas Breu
Buenos
Aires, diciembre 21 de 2023
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