domingo, 27 de julio de 2025

LA RETRÓRICA ARTERA DE MILEI

 


 

Rubén Rojas Breu

 

LA RETÓRICA ARTERA DE MILEI

 

Además de una logorrea brutal Milei se vale de una retórica artera.

 

Ya hice reiteradas referencias a que no hay hermano Milei sin hermana: en ese vínculo extremadamente simbiótico el hermano tiene a su cargo el discurso, la palabrería altisonante, mejor dicho, mientras la hermana complementa con la rosca y las tareas que se hacen a escondidas.

Cuanto más cacarea él más oculta ella.

 

Milei incurre en la peor de las ignorancias, no sabe algo que quienes nos ocupamos seriamente de la Ciencia y de la Política consideramos una premisa acuñada por Sócrates: no hay mayor ignorancia que la de no saber que se ignora.

 

Quienes nos ocupamos de la Ciencia y de la Política de veras sabemos que es mucho lo que ignoramos a pesar de lo acabados que puedan parecer nuestros conocimientos.

 

Cuando Milei denigra al Estado ignora que esta compleja organización social nace con la Historia misma y obvia su propio accionar: es un funcionario del Estado y se vale de éste para reprimir con la mayor violencia, para dictar decretos despóticamente, para apretar, para castigar a las mayorías, para arrasar la salud pública, la educación, los salarios, las jubilaciones, los derechos, la industria, el trabajo y la economía misma.

 

Dice de sí mismo que es el topo que viene a destruir el Estado desde adentro: un topo es un espía, un agente encubierto o secreto que de ninguna manera va por ahí vociferando a los cuatro vientos su labor oculta; le va la vida en eso.

 

Habla de terminar con la casta cuando fortalece a las grandes corporaciones globales, a los grandes magnates del planeta y a nuestra sempiterna oligarquía vernácula.

 

Cuando habla de libertad incurre en versiones disparatadas que no resisten el menor análisis, que sólo encuentran aval en formulaciones de charlatanes al servicio de las tiranías y que contradicen sus propios actos ya que se lleva las palmas en cuanto represor.

Así como se ve, lo menos que podemos establecer es que su retórica es -además de bestial-, artera, ladina, propia de taimados.

 

Me voy a detener en particular en la “libertad”.

 

Cuando Milei habla de la misma lleva a cabo un escamoteo, una elipsis grosera, ahistórica y destinada a la manipulación más incalificable.

 

Sin ir mas atrás en el tiempo parto del momento en el que nacimos como Patria.

 

Tanto en estas tierras rioplatenses, como en toda América Latina, nuestros patriotas de entonces nos dejaron como enseñanza a través de su acción política y militar que hay dos conceptos entrelazados que interactúan y se determinan recíprocamente: independencia y libertad.

 

La independencia, equivalente a liberación o emancipación, fue y es sacarse de encima la opresión colonialista o imperialista, sacarnos de encima la dominación española por entonces.

 

La libertad es lo que garantiza que cada persona sea reconocida como ciudadana o ciudadano al mismo tiempo que las organizaciones de las que participa puedan desarrollarse con la mayor autonomía.

 

No hay “individuos” aislados sino personas que pertenecen a diversas organizaciones a través de las cuales evolucionan, crecen, se realizan. Entre tales organizaciones destacamos la familia, las instituciones educativas y de la salud, las de la sociedad civil, las fuerzas políticas,los gremios, los lugares de empleo, las empresas y, por supuesto, el Estado y muy especialmente el Pueblo.

 

Nuestros ancestros patriotas dejaron en claro que para garantizar esa libertad era condición necesaria la independencia como nación y como pueblo.

 

Al mismo tiempo, esa independencia requiere para alcanzarla y afirmarla que cada persona y sus ámbitos de pertenencia accedan a la libertad y los derechos consiguientes.

 

Por eso, al mismo tiempo que iban logrando la emancipación o la independencia los libertadores de nuestros inicios impulsaban la abolición de la esclavitud, el reconocimiento de las mujeres, los derechos, inspirados en aquella proclama de la Revolución Francesa.

Y a medida que se avanzaba en el logro de la libertad se afianzaba el camino a la independencia.

 

El país yanqui lejos estuvo de tales valores de la Revolución Francesa y de nuestro ideario de los orígenes ya que los colonos supremacistas blancos de 1776 eran esclavistas que mantuvieron la esclavitud.

 

Bolívar vaticinó que los gringos, embaucándonos con la perorata de la “libertad”, nos sumirían a los latinoamericanos en la miseria.

 

Milei, con su retórica engañosa, destinada tanto a los potentados planetarios y locales a los que sirve como a su horda, a la masa y a la gilada, enfatiza en la libertad omitiendo la independencia.

 

He ahí el núcleo de su retórica artera, engañosa, destinada a engrupir giles o a congraciarse con los poderosos.

 

Habla de la libertad como objetivo de una suerte de internacional libertaria que rechaza el derecho de naciones y pueblos a su soberanía, a su autonomía.

 

Es decir, habla de la libertad saltándose a la independencia.

 

Milei es la consecuencia de las gestiones de todos los gobiernos que lo antecedieron, desde la dictadura hasta hoy.

 

Ninguno de esos gobiernos, incluyendo a los que se enuncian como “nacionales y populares” plasmaron nuestra plena soberanía y demasiadas concesiones hicieron a los grandes factores de poder, demasiado facilitaron la penetración cultural, demasiado lugar les dieron a las prácticas viciosas tales como el culto de lo mediático, el electoralismo, las encuestas en desmedro de la movilización y participación popular.

 

El resultado es que hoy tenemos un gobierno que promete libertad sumergiéndonos en la más pavorosa y crecientemente humillante dependencia, proclama la libertad en el marco de la opresión, de la sumisión.

 

Propone la libertad bajo la condición de someternos al yugo yanqui y a la aprobación del gobierno ultraderechista de Israel.

 

¿Qué libertad es ésa?

 

Por lo tanto, cerrando: no hay libertad sin independencia y no hay independencia sin libertad.

 

Rubén Rojas Breu

Buenos Aires, julio 27 de 2025


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